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La emotiva despedida de Chiche Gelblung para Antonio Carrizo: "Parar el auto fue el mejor homenaje"

El periodista y locutor murió el viernes a los 89 años, tras luchar contra las secuelas de un ACV. El homenaje de su colega y admirador.

Por: Chiche Gelblung.

Fue hace muchos años, estaba por la zona de Retiro, escuchaba "La vida y el canto" por Radio Rivadavia, y Carrizo entrevistaba a Tita Merello. Era un sábado a la mañana y descubrí que ni conocía a Carrizo, y mucho menos a Tita.

Carrizo como entrevistador lograba el clima de intimidad y cercanía que sólo los grandes logran. Y Tita había caído en el juego y les confesaba a Carrizo y al aire su secreto mejor guardado: su paso por la prostitución.

Para escuchar y concentrarme en lo que estaba escuchando, paré el auto a un costado y me dediqué sólo a eso, a escucharlos. Ahí me di cuenta que el mayor homenaje que se puede hacer por alguien que hace radio es cuando la fuerza de la palabra impide hacer otra cosa. Ni manejar, ni distraerse por el tránsito. Simplemente concentrarse en escuchar lo que están diciendo.

Carrizo no se perturbó por la confesión de Tita, ni tampoco necesitó preguntar demasiado. Era una confesión de corrido de Tita de su parte más dolorosa, oscura, pero que de ninguna manera la hacía avergonzarse.

Me quedó grabada esa imagen de alguien que tiene que parar el auto para concentrarse en lo que escucha, y dije: "Sólo los grandes de la radio pueden lograr ese efecto".

Está mal que yo lo ponga como comparación, pero lo recuerdo simplemente porque Tita Merello, irónicamente, volvió a unirme con Carrizo y el tener que parar el auto en un episodio que, para mí, fue decisivo en mi incipiente carrera en la radio. Fue el día de la tragedia de Ramallo, el robo que terminó en una masacre de delincuentes, rehenes e inocentes, episodio en el que me toco hablar con todos los protagonistas a través de la radio, en Radio 10.

Teníamos un estudio que daba a la calle y de pronto advertí que el tránsito estaba parado y todos estaban escuchando la radio. En ese momento me empezó a temblar la voz porque dije: "Esto es lo que le paso a Carrizo cuando hablaba con Tita".

Los cronistas que habíamos enviado a Ramallo me contaron que cuando estaban llegando allí vieron a todos los autos con las radios sintonizadas, escuchándome del mismo modo, en silencio y con el auto detenido.

Al otro día, el primer llamado que recibo fue curiosamente el de Tita Merello, diciéndome: "Gelblung, ¿usted estudió teatro?". Yo le dije: "No, Tita. No estudié teatro, yo soy periodista. Pero, ¿por qué me pregunta?". "Porque ayer me di cuenta cuando usted hablaba con los delincuentes, usted era un delincuente. Con los rehenes era un rehén y con las madres era un hijo. Y eso lo hacen los actores, no los periodistas". Ahí pude contarle a Tita que yo una vez tuve que parar el auto para escuchar su confesión y que ese día empecé a conocerla como mujer, como artista, como persona, como genia.

Hoy que Carrizo nos ha dejado, creo que recordar el día que paré el auto es el mejor homenaje que se le puede hacer un maestro. Como humilde alumno, yo logré que un día también pararan los autos por mí.

Querido maestro, nunca llegaré a tu altura pero estoy orgulloso de intentarlo todos los días. Cuando oí la noticia de tu muerte, paré el auto y te escuche con el corazón.