La economía de la legalización de las drogas
* Por Martín Tetaz. Sábado 19 de noviembre de 1994, plaza Moreno. A las 21 de una jornada extremadamente calurosa y ante más de 50.000 platenses...
... que deliraban con la letra de "Loco", Andrés Calamaro venía transitando la estrofa que reza "voy a caminar solito, sentarme en un parque a fumar un porrito", sólo que quizá inspirado por el aliento ensordecedor de sus fans decidió improvisar sobre la marcha y cantar en cambio "voy a caminar solito, que linda noche para fumar un porrito".
Once años después, habiendo insumido fortunas de recursos en abogados, jueces, papelerío y escándalo mediático, el artista fue absuelto en la causa que un puñado de padres ofendidos le iniciaron por apología del consumo de marihuana.
La memoria no es casual. El sábado pasado una nutrida columna de defensores de la liberalización del consumo de esa misma sustancia canábica, marchó en nuestra ciudad en sintonía con numerosas manifestaciones coordinadas alrededor de todo el mundo y la movida coincidió con el revival de las propuestas legislativas en la materia. A los proyectos iniciales de Diana Conti en el 2008 y Victoria Donda en el 2010, se sumó este año una iniciativa de la diputada oficialista y experta en temas de Educación, Adriana Puiggros.
IMPULSO NEOLIBERAL
De manera interesante, la propuesta no es de izquierda, sino que el pionero de la liberalización del mercado de las drogas fue el mismísimo Milton Friedman, premio Nobel de Economía, quizá el máximo referente de la escuela neoliberal de Chicago.
El 1º de mayo de 1972, este defensor del libre mercado escribió una ardorosa columna en el semanario Newsweek, explicando algo que palabra más, palabra menos, repetiría el ex Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, hace cinco años, cuando en una entrevista con Radio Continental dijo que "la política represiva que inventó la administración Nixon en Estados Unidos (sic), que se encargaba de castigar al usuario como si fuese un narco, está teniendo su fin por razones obvias: no ha reducido una sola hectárea de cultivos en ningún lugar del mundo y no ha reducido una sola de las redes de comercialización y tráfico de drogas en ningún lugar del mundo".
Años después, en una entrevista que puede ser vista por Youtube, el economista sostuvo que la prohibición sólo había logrado subir los precios de las drogas incrementando el dinero necesario para consumirlas por parte de las personas que lo deseaban, con el consecuente aumento en la delincuencia para procurar esos fondos y la generación de un oligopolio de los carteles de narcotraficantes.
Más aún, como la marihuana es más difícil de ocultar (porque ocupa más espacio), la prohibición de su comercialización hace aumentar mucho más su precio que el de las otras drogas generando un corrimiento de los consumidores hacia la cocaína y otras sustancias peores, al tiempo que por ser éstas últimas muy caras, terminan apareciendo en el mercado sustitutos más económicos, pero de consecuencias mucho más dañinas, como por ejemplo el crack (y podríamos agregar aquí el paco).
LOGICA DE MERCADO
La lógica del razonamiento es que de liberalizarse el mercado, el precio de las drogas caería drásticamente y su comercialización dejaría de ser un negocio para las mafias, reduciéndose fuertemente el delito. Friedman calculaba que en Estados Unidos, la prohibición causaba 10.000 muertes por año.
Jeffrey Miron, de la Universidad de Harvard, confirmó las presunciones de Friedman, al estimar -comparando los precios y los consumos, con lugares donde las drogas se encuentran parcial o totalmente legalizadas (como en Holanda)- que la liberalización haría bajar 50% el precio de la marihuana y 20% el de la cocaína, mientras que la cantidad consumida crecería un 25% en el caso de la hierba y un 10% en el de la droga blanca.
En Argentina, por su parte, un informe del Observatorio Argentino de Drogas (Sedronar) del 2011 calculó que el costo social asociado a las drogas es del 0,87% del PBI, o sea unos 16.180 millones de pesos, mientras que en el caso del alcohol asciende a 25.146 millones y en lo que hace al tabaco el costo social trepa a los 26,090. A partir de los datos de la misma institución se desprende que el Gobierno destina 5.010 millones al combate de las drogas, pero el 95% de ese dinero está focalizado en atacar la oferta de sustancias prohibidas y sólo el 5% se gasta en planes de prevención y educación orientados a la demanda.
Ahora bien, así como la legalización del alcohol y el tabaco permite recaudar cerca de 8.000 millones de pesos anuales, los defensores de la liberalización de drogas, sostienen que puede recaudarse por impuestos a los estupefacientes un monto similar al gasto efectuado por el gobierno en su intento de prohibir; esto es: otros 5.000 millones de pesos. Como los gastos en salud atribuibles a los tres tipos de sustancias ascienden a los 5.700 millones, pues podrían financiarse con esos impuestos.
El artículo 19 de la Constitución Nacional señala que "las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados".
Resulta difícil aprobar socialmente el consumo de alcohol y de tabaco, que por cierto no tienen efectos más nocivos para terceros que las drogas, y condenar la comercialización de marihuana.
Además es un pésimo negocio.
(*) El autor es economista, profesor de la UNLP y la UNNoBA, investigador del Instituto de Integración Latinoamericana (IIL) e investigador visitante del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS)
Once años después, habiendo insumido fortunas de recursos en abogados, jueces, papelerío y escándalo mediático, el artista fue absuelto en la causa que un puñado de padres ofendidos le iniciaron por apología del consumo de marihuana.
La memoria no es casual. El sábado pasado una nutrida columna de defensores de la liberalización del consumo de esa misma sustancia canábica, marchó en nuestra ciudad en sintonía con numerosas manifestaciones coordinadas alrededor de todo el mundo y la movida coincidió con el revival de las propuestas legislativas en la materia. A los proyectos iniciales de Diana Conti en el 2008 y Victoria Donda en el 2010, se sumó este año una iniciativa de la diputada oficialista y experta en temas de Educación, Adriana Puiggros.
IMPULSO NEOLIBERAL
De manera interesante, la propuesta no es de izquierda, sino que el pionero de la liberalización del mercado de las drogas fue el mismísimo Milton Friedman, premio Nobel de Economía, quizá el máximo referente de la escuela neoliberal de Chicago.
El 1º de mayo de 1972, este defensor del libre mercado escribió una ardorosa columna en el semanario Newsweek, explicando algo que palabra más, palabra menos, repetiría el ex Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, hace cinco años, cuando en una entrevista con Radio Continental dijo que "la política represiva que inventó la administración Nixon en Estados Unidos (sic), que se encargaba de castigar al usuario como si fuese un narco, está teniendo su fin por razones obvias: no ha reducido una sola hectárea de cultivos en ningún lugar del mundo y no ha reducido una sola de las redes de comercialización y tráfico de drogas en ningún lugar del mundo".
Años después, en una entrevista que puede ser vista por Youtube, el economista sostuvo que la prohibición sólo había logrado subir los precios de las drogas incrementando el dinero necesario para consumirlas por parte de las personas que lo deseaban, con el consecuente aumento en la delincuencia para procurar esos fondos y la generación de un oligopolio de los carteles de narcotraficantes.
Más aún, como la marihuana es más difícil de ocultar (porque ocupa más espacio), la prohibición de su comercialización hace aumentar mucho más su precio que el de las otras drogas generando un corrimiento de los consumidores hacia la cocaína y otras sustancias peores, al tiempo que por ser éstas últimas muy caras, terminan apareciendo en el mercado sustitutos más económicos, pero de consecuencias mucho más dañinas, como por ejemplo el crack (y podríamos agregar aquí el paco).
LOGICA DE MERCADO
La lógica del razonamiento es que de liberalizarse el mercado, el precio de las drogas caería drásticamente y su comercialización dejaría de ser un negocio para las mafias, reduciéndose fuertemente el delito. Friedman calculaba que en Estados Unidos, la prohibición causaba 10.000 muertes por año.
Jeffrey Miron, de la Universidad de Harvard, confirmó las presunciones de Friedman, al estimar -comparando los precios y los consumos, con lugares donde las drogas se encuentran parcial o totalmente legalizadas (como en Holanda)- que la liberalización haría bajar 50% el precio de la marihuana y 20% el de la cocaína, mientras que la cantidad consumida crecería un 25% en el caso de la hierba y un 10% en el de la droga blanca.
En Argentina, por su parte, un informe del Observatorio Argentino de Drogas (Sedronar) del 2011 calculó que el costo social asociado a las drogas es del 0,87% del PBI, o sea unos 16.180 millones de pesos, mientras que en el caso del alcohol asciende a 25.146 millones y en lo que hace al tabaco el costo social trepa a los 26,090. A partir de los datos de la misma institución se desprende que el Gobierno destina 5.010 millones al combate de las drogas, pero el 95% de ese dinero está focalizado en atacar la oferta de sustancias prohibidas y sólo el 5% se gasta en planes de prevención y educación orientados a la demanda.
Ahora bien, así como la legalización del alcohol y el tabaco permite recaudar cerca de 8.000 millones de pesos anuales, los defensores de la liberalización de drogas, sostienen que puede recaudarse por impuestos a los estupefacientes un monto similar al gasto efectuado por el gobierno en su intento de prohibir; esto es: otros 5.000 millones de pesos. Como los gastos en salud atribuibles a los tres tipos de sustancias ascienden a los 5.700 millones, pues podrían financiarse con esos impuestos.
El artículo 19 de la Constitución Nacional señala que "las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados".
Resulta difícil aprobar socialmente el consumo de alcohol y de tabaco, que por cierto no tienen efectos más nocivos para terceros que las drogas, y condenar la comercialización de marihuana.
Además es un pésimo negocio.
(*) El autor es economista, profesor de la UNLP y la UNNoBA, investigador del Instituto de Integración Latinoamericana (IIL) e investigador visitante del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS)