¿La drogadependencia y el delito no son compatibles?
El título -sin los signos de preguntas, sino como una afirmación- lo tomé de la respuesta oficial que viene recibiendo nuestra prédica sobre la incidencia directa que tiene el consumo indebido de drogas -no sólo sobre la salud- en el plano de la seguridad ciudadana, concretamente sobre el modo de operar de los delincuentes.
El título -sin los signos de preguntas, sino como una afirmación- lo tomé de la respuesta oficial que viene recibiendo nuestra prédica sobre la incidencia directa que tiene el consumo indebido de drogas -no sólo sobre la salud- en el plano de la seguridad ciudadana, concretamente sobre el modo de operar de los delincuentes. En una sociedad que parece adormecida por cuestiones pendulantes hace ya varios años -por caso, inflación, precio del dólar, subsidios tarifarios, etc.- todos opinan en contra de las políticas estatales para combatir el delito, pero llamativamente no requieren de los políticos de turno explicaciones concretas sobre cómo se maneja el problema y cuáles son las vías de solución que tienen la obligación de implementar. Porque solución tienen que tener, no importan las crisis estructurales ni las posiciones filosóficas o doctrinarias sobre la delincuencia.
En la mesa de café que suelo compartir con mis amigos, todos señores mayores que superamos los 50 años (y casi con el estilo literario de "Las chicas del After Office" que nos regala inteligentemente la Sra. Irene Bianchi) es recurrente que alguien rememore una frase con insistencia: "Antes, con el juego clandestino y la prostitución no había problemas...pero vino la falopa y se pudrió todo!!!".
El concepto parece simplista y carente de seriedad; de hecho pertenece al campo contravencional y delictual, pero ¿qué opina usted lector sobre este comentario? Yo puedo decirle a través de mi experiencia judicial que, al menos desde un Juzgado de Primera Instancia, advertí un enorme incremento del tráfico de estupefacientes "hormiga" en nuestras calles y su consecuente incremento sobre el consumo precoz de drogas a partir de 1985, época en que comencé a trabajar en la Justicia Federal que por aquellos años acaparaba con exclusividad el tratamiento de la Ley 23.737 de Estupefacientes. Estoy seguro lector, que lo he hartado a través de estas páginas con mis variados artículos donde pretendí avisar a los platenses y bonaerenses que el problema se nos venía encima. Y se nos vino nomás!
HECHOS VIOLENTOS Y "SACADOS"
Nuestros escritorios están repletos de expedientes criminales donde -de alguna manera- en un punto el hecho se emparenta con el tráfico y consumo indebido de drogas. No sólo con el tráfico de estupefacientes, tema sobre el que se pregona insistentemente que debe ser el único ángulo de ataque al problema. Se equivocan quienes así lo creen. La crónica diaria del periódico y de los noticieros radiales y televisivos lo dice a los gritos. En estos días, como otros sucesos graves de los tantos que ocurren en la Ciudad, el gran Buenos Aires y la capital federal, hemos visto noticias donde menores de edad atacan a sus compañeros en la escuela; de sangrientos homicidios a revólver o cuchillo a cualquier hora del día; sobre grupos de jóvenes que ingresan armados a robar casas de familia, toman de rehenes a sus habitantes y -en algunos casos que ya no parecen tan aislados- han violado o pretendido violar a alguna de sus víctimas, todo por el mismo precio. Si prestamos atención, en todos estos casos -casi sin excepción- alguien informa a la prensa que "estaban muy sacados, estaban drogados".
Hace algunos años, en uno de aquellos artículos sostuve que si no se combate seriamente el problema de las drogas en nuestra sociedad -y no sólo el tráfico sino también la tenencia de drogas para consumo personal, que es un eslabón de la cadena aunque se me acuse de criminalizar al adicto- la solución sobre la inseguridad pública no tiene posibilidades serias de hacerse realidad. Obviamente,e no desconozco la gran cantidad de factores criminógenos que inciden en el tema de la delincuencia actual, pero no por eso dejo de afirmar que mientras las drogas estén a la mano de cualquiera -consumidor o no consumidor-, esto no va a cambiar favorablemente, todo lo contrario.
EL CONSUMIDOR, UN ESLABON
El tenedor de drogas y a la vez consumidor, convide o no convide, consuma en lugares públicos o aislados, es un eslabón de la cadena potencial. Se podrá criticar la "estigmatización" del enfermo-adicto, pero con eso no se ataja ninguna pelota. La sociedad recibe en ese sentido mensajes que no reflejan la realidad, discursos que pretenden aflojar demagógicamente el tema so pretexto de proteger la persona de los consumidores, en sintonía con corrientes de pensamiento garantistas y solapadamente abolicionistas en muchos casos. Días atrás se publicó una noticia que se relaciona con esto: casi el 50% de los adictos no recibe ningún tratamiento público a su problema.
En medio de esas sesudas discusiones, ignoro sino afirmo que estos ciudadanos son las víctimas directas del sistema, a partir del fallo "Arriola" de la Corte nacional que declara "inconstitucional" la penalización de quien tiene drogas consigo para su propio consumo, sumado a que los centros públicos de atención a drogadependientes están colapsados y tienen enormes dificultades edilicias y presupuestarias. Hoy por hoy, entonces, nadie se hace cargo de esas personas, virtualmente abandonadas en aras de "evitarles" la estigmatización de un proceso penal que además les otorgue posibilidad de recuperación.
Aquí en La Plata, en el Fuero Penal, estamos utilizando el instituto de la suspensión del juicio a prueba con el compromiso de tratamiento sobre la adicción, como efectiva y concreta manera de no estigmatización al enfermo. Si se concreta el debido tratamiento y el imputado cumple con las condiciones pautadas, no ha de registrar antecedente judicial por esta causa penal.
Este proceder refleja compromiso desde la magistratura, y si bien no será seguramente la panacea de una solución ansiada, tampoco colabora con el abandonado del adicto a su suerte, sin destino, pues no puede ser ésa la consecuencia de que "quienes tienen que abordar el tema y sus soluciones" no se pongan de acuerdo y ensayen formas intelectuales progresistas que no restañan el tejido social. Lo demás es puro palabrerío. Esta es la situación actual, objetivamente desprovista de cualquier tinte ideológico o político. Que vea quien quiera ver.
Entonces, permítanmen reformular el título inicial: "La drogadependencia y el delito son compatibles".