La dinámica perversa del peronismo
2005-2013. Massa intenta generarle a Cristina el cisma que Kirchner supo generarle a Duhalde.
Por Oberdán Rocamora
@CayetanoAsis
para JorgeAsísDigital
A los efectos de intensificar la agonía largamente anunciada del kirchner-cristinismo, Sergio Massa, La Rata del Tigre, se desprende del tronco original.
Territorialmente Massa intenta ser -para La Doctora- lo que fue Néstor Kirchner, El Furia, para Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
La extensión prematura del certificado de defunción política.
Para que La Doctora deje, en la práctica, de fastidiar, y pase a ser un rápido recuerdo. Como Duhalde. O Menem.
Los opositores estables de la nomenklatura (que complementan la placidez del oficialismo), a pesar de ser portadores de desconfianza y de escepticismo, no terminan de habituarse a la dinámica perversa que suele presentar, históricamente, el peronismo. Un fenómeno maldito que se convirtió en una fuente de trabajo. La administración del poder. Y sus fructíferos derivados.
Sin ir más lejos, en 2005 la víctima de la dinámica fue Ricardo López Murphy, El Bull Dog-Gato. Uno de los cuadros intelectuales que Argentina se permite desperdiciar.
LM creyó -en 2005- que no iba a existir, al final, ninguna ruptura entre Kirchner y Duhalde. Pretendía ser el senador por la minoría y apostó a que la señora Hilda, alias Chiche, y la señora Cristina, La Doctora, iban, en el fondo, a arreglar.
Pero la ruptura se profundizó. Y el peronismo, en sus dos vertientes, se llevó los tres senadores. La dinámica perversa se lo llevó puesto a LM. Cayó por hacer lo que correspondía. Si quería crecer de verdad en el oficio tenía que hacerse fuerte en la provincia (inviable) de Buenos Aires. Se quedó afuera.
Buenos Aires Inviable ofrece, en 2013, un escenario equiparable. Sin estar en juego las bancas del senado, sino las masivas diputaciones.
Se instiga a la equivocada creencia de cualquier ser normal: que Massa y Martín Insaurralde representan -en el fondo- lo mismo. Incluso hasta es probable que sea cierto. Como podía creerse en 2005 de Chiche y La Doctora, que disputaban la gloria o el ostracismo de sus maridos.
Pero hoy la víctima de la dinámica es asombrosamente Francisco de Narváez, El Caudillo Popular. Otro traficante de peronismo.
En aquel 2005, cuando aún la ponía, Narváez quedó abrazado a Duhalde. Pero con mayor sorpresa aún emerge también como víctima otro pícaro, su actual aliado. Hugo Moyano, El Charol, que en 2005 estaba atado al carro de los vencedores, Kirchner y La Doctora. Mientras Narváez, en sus primeras armas -reitérase, cuando la ponía- persistió en la carrindanga del vencido.
En adelante, Duhalde no se iba a recuperar. Como tampoco iba a recuperarse Menem. Al que Duhalde, con perversidad de ajedrecista, lo había vaciado, en 2003.
Demasiada experiencia acumulada para ignorar lo elemental. Lo básico. Que el peronismo, cuando amenaza con partirse, se parte de verdad. Suele cortarse por la cabeza.
Para abajo proliferan generalmente los realineamientos. Los saltos de garrocha, de los vencidos que generosamente acuden a ofrecer los servicios al triunfador. Para acompañarlo.
El Rey del Compás
En cierto modo, la escuadra de Massa se asemeja a la orquesta típica del Rey del Compás, Juan D'Arienzo.
D'Arienzo utilizaba frescos jóvenes como vocalistas para demostrar que la vejez persistía.
De ser cretinos, o efectistas, podría inducirse en el texto que el D'Arienzo de esta orquesta es Héctor Magnetto. Sería una infamia, pero también una injusticia.
Para colmo, en 2013, mezclados entre los innovadores vocalistas de la escuadra de Massa se encuentran dos grandes expertos en la perversidad de los ciclos descriptos. Aunque en realidad son tres.
Uno es Felipe Solá, Crédito del Portal, Máximo Cuadro del Felipismo. Junto a Florencio Randazzo, cuando aún era El Killer, Felipe resultó fundamental para la sociedad político-conyugal de El Furia y La Doctora. Para perforarle la provincia a Duhalde.
En armónica coherencia, hoy Solá colabora con la sociedad Massa-Giustozzi para perforarle la provincia a La Doctora (aunque quien se pone la causa de La Doctora al hombro para evitarlo es Scioli, El Líder de la Línea Aire y Sol, que se merece un próximo despacho piadosamente diferenciado).
Mientras tanto Randazzo olvidó la condición de Killer para convertirse en un bailarín inadvertido de la compañía.
Otro baluarte de la orquesta es José Ignacio de Mendiguren, El Devaluador. También resultó sustancial en el periodo de la máxima referencia histórica de Duhalde.
Devaluación + Pesificación. Fórmula providencial que generó la más espeluznante transferencia de recursos que se tenga memoria. Sin embargo El Devaluador aún se mantiene en pie, cerca de la ventanilla, dispuesto, otra vez, a cobrar.
Otro es Tito Lusiardo, alias Juanjo Alvárez, un sobreviviente de mil batallas que aprendió mucho más de lo necesario.
En 2013 Juanjo hace, para Massa, el mismo trabajo que hizo oportunamente para Duhalde. Y podía haberlo hecho también para El Furia. De no haberse -irresponsablemente- muerto.
Acción y aventura
Isidoro Blaisten, el escritor que siempre nos falta, dijo: "Mujeres hay nada más que once, lo que pasa es que van rotando".
Con los peronistas pasa lo mismo. Rotan.
El López Murphy de esta fábula triste, hasta aquí, pasa a ser Narváez.
El Caudillo Popular podría reaccionar a tiempo, a los efectos de no toparse, de pronto, con un destino probablemente similar al del Bull Dog-Gato.
Al que no lo arrastra a Moyano. El Charol cuenta con mayores recursos para la eventual recuperación. Su poder es violentamente real.
De insistir con sus jingles absurdos, de obstinarse en no reconocer la ruptura que Massa provoca en La Doctora, el lejano vencedor de 2009 asume el riesgo de salir cuarto cómodo.
En vez de pegarlo a Massa con La Doctora, Narváez podría tener resultados más auspiciosos si lo pega a Massa con Mauricio Macri, El Niño Cincuentón (el pudoroso Giustozzi no lo soportaría). Ampliaremos.
Lo cierto es que El Caudillo Popular puede quedarse detrás de la señora Margarita Stolbizer, La Puntera del Barrio, y de Ricardo Alfonsín, al buenito que se le aleja la posibilidad de la revancha.
A la distancia, Stolbizer y Alfonsín, en la provincia inviable, son los que pueden beneficiarse del incierto renacer radical.
Se lo percibe en el Artificio Autónomo de la Capital, con los radicales rebosados de progresismo. Como la señora Carrió, La Empresaria en Demoliciones, que se recupera merced al viento de Lanata. O el eterno Terragno, o Gil Lavedra, cada uno con su mercadería de exportación.
Pero también se percibe el fortalecimiento radical en Río Negro, con Horacio Massaccesi, otro que rota.
Y sobre todo en Córdoba, con Aguad.
Cada vez que los radicales se proyectan, hasta generar un polo de poder concreto, se enciende el entusiasmo.
Vuelve la tensión, el suspenso. Asoma, invariablemente, la posible acción. Especialmente la aventura.