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La desdichada suerte del iPhone

Mi iPhone se ha perdido, en mi departamento de dos ambientes que sólo tiene algunos miles de libros, un puñado de cuadros y capacidad para cuatro personas en la mesa (siempre y cuando se quieran mucho). Pero junto con él se ha me ha ido un pedazo de mi vida, y no encuentro consuelo.

Por Cristina Wargon
@CWargon


Todo comenzó

Hace unos años, cuando una mañana, mi jefe, Chiche Gelblung llegó a la radio con una singular teoría: si un celular cae al agua, se puede recuperar sumergiéndolo en arroz.

En el acto dije con voz de bruja: "¡Eso es un reverendo disparate!" Lejos de "amilanarse", levantó la apuesta: "¿Tenés tu celu en la cartera?, ¡ya lo probamos!" Tenía el entusiasmo de un genio loco que está por hacer volar la casa. Como a veces Dios está de mi lado, llevaba un celu, viejo como la injusticia, y que padecía frecuentes ataques de nervios. El más nuevito estaba en casa. Se lo cedí aclarando que si el experimento fracasaba me tenía que devolver un iPhone. Aceptó. Trajeron agua, tiró adentro el aparato, lo sacó, lo metió en arroz, y según él, al día siguiente veríamos el milagro.

Con frialdad pensé: "Es mas fácil que el Titanic vuele a que este bicho vuelva a andar". Lo sacamos al día siguiente haciendo ´glu glu´, se le hizo respiración boca a boca, y así fuimos sumando días hasta que el experimento se dio formalmente por fracasado. Cumplió la apuesta y finalmente me entregaron el iPhone.

Enamorándose

Vale aclarar que mi relación con la tecnología es desastrosa y en verdad sólo me divertía ganar la apuesta. No tenía entusiasmo por tener un aparato que da la temperatura y la cotización de cualquier bolsa del mundo, temas que, como es lógico, me importan tres pitos. Mi inconsciente, que es más brutal que yo, directamente tiró el primer iPohne al inodoro. Gentil y perseverante, conseguí otro hasta que de a poquito me enamoré. Aprendí a manejarlo. Desde allí veía mi correspondencia mas urgente en los lugares mas insólitos, leía los diarios, navegaba en Internet y en el rubro "anotaciones" tengo desde borradores de notas hasta las cuentas que debo pagar.

Ese pequeño engendro guarda las cosas más preciadas de mi vida: las fotos de todos lo que amo, el registro día tras día de cómo crecen las flores en mi jardín-placard, todos los personajes raros que me cruzo en el barrio, y muchos videos tomados en el subte a esos delincuentes que llevan bebés drogados, (siempre dispuesta a presentarlos cuando me los pida la repartición pertinente, donde los denuncio). También tengo veranos resplandecientes, muchas fiestas, cumpleaños, navidades, amigos, videos de todos los críos de la familia, y algún testimonio de los espectáculos que he visto. En síntesis, un audiovisual completo de mi vida, lo único que falta es el video hot. Y por supuesto TODOS los números de teléfonos.

He perdido así la pista de tres nietos, una nuera y un yerno, todos mis amigos, los profesionales mas diversos y además, aquellos que hacen a mi precaria subsistencia.

Si cualquiera de ellos lee esta nota, por favor, compadézcanse de mí y vuelvan a dármelos. Aunque creo fervientemente que va a aparecer pero habrá que seguirlo en el próximo capítulo.

Absolutamente desconectada.