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La democracia volvió a las calles

La violencia colmó las calles pero también lo hizo la democracia, con la voz del pueblo.

Por María Clara Rositano

@ClariRositano

Tengo una mezcla de sensaciones respecto a las imágenes que se vivieron ayer. Por un lado estoy triste por el nivel de violencia que se vio pero, por otro, estoy contenta de haber escuchado hablar a la Ciudad.

La reforma previsional generó grandes debates, aquello que comenzó como un simple rumor -que fue desmentido por Cambiemos durante la campaña electoral-, pasó a estar presente en las charlas de café y terminó con una plaza llena de personas manifestándose en contra.

Antes que me salten todos a la yugular, quiero dividir a los violentos de siempre, encabezados por algunas agrupaciones políticas radicalizadas y quienes están para generar disturbios (sean pagos o no y cada uno llene esa opción por la bandera política que quiera), de la movilización genuina y espontánea, de aquellos que no fueron con una bandera política, sino que buscaron defender a sus abuelos, a sus tíos y a ellos mismos. Seguramente, todos conocen a alguno que reúne estas características.

Lamentablemente el nivel de violencia que se vio no permitió que la foto sea la de una plaza llena de ciudadanos comprometidos que no quisieron quedarse sin hacer nada, que quisieron demostrar su descontento y que decidieron gritarlo en cada esquina.

Fue inevitable durante todo el lunes, incluso desde el jueves pasado cuando se vivió la represión en la primera sesión fallida para tratar el proyecto de reforma, no pensar en 2001.

La frase vacía de contenido que llena las bocas de los ciudadanos es "la violencia ganó las calles", pero no. Conforme se disiparon los violentos aparecieron todos, los argentinos, en cada centro neurálgico de cada barrio.

En muchas esquinas se vieron personas que decidieron mostrarse en contra, sin una bala, sin un mortero, con sus cuerdas vocales, con una cacerola o con una bocina, lo que había a mano servía para decir hasta acá.

Durante el regreso a casa pude escuchar cómo la Ciudad hablaba. Fue algo simplemente maravilloso pero triste a la vez porque llegamos a un punto tan extremo en el que hay que volver a revivir lo peor de nuestra historia. La misma sensación de decir "no aprendemos más".

Como las dos caras de una misma moneda, cara o cruz.

A esta altura da lo mismo cuál elijas, porque la suerte está echada, porque el Congreso votó y porque todos perdemos, una vez más.

Ávido e intrépido lector, quienes se oponen a esta ley también son los mismos oficialistas. Creo que ningún periodista manifestó que es positiva, ni siquiera los reconocidos por apoyar al Gobierno.

Repudio la violencia, pero destaquemos la violencia de todos lados. Hubo 88 efectivos de la Policía heridos, hubo centenares de ciudadanos complicados -sin contar el indignante video en el que un agente se separa de la fila y le pega a un anciano. Todos estos hechos son repudiables, pero que no nos tape la violencia, que nos permita ver lo importante. Si no, a fin de cuentas, no será más que lo que pretenden unos pocos.

Por primera vez, después de muchos años, ayer la democracia se vivió en las calles.