La democracia de las entidades
La perpetuación al frente de la AFA de Julio Grondona es un llamado de atención sobre la urgencia de revisar los mecanismos democráticos en las entidades intermedias de la Argentina.
El eterno presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Humberto Grondona, ha sido elegido para un nuevo período al frente de la entidad rectora de ese deporte en nuestro país, con el cual completará 36 años consecutivos de mandato.
La elección, realizada en un ambiente cerrado y con custodias de guardias privados, que impidieron el ingreso de los representantes de tres clubes opositores a los designios del mandamás del fútbol argentino –Independiente de Avellaneda, Vélez Sársfield de la ciudad de Buenos Aires y Atlético Rafaela– es una mala foto en la cual no puede reflejarse la democracia. Incluso, el principal dirigente opositor, quien está al frente del Club Independiente Rivadavia de Mendoza, tampoco pudo ingresar y montó un show en la puerta de la AFA.
Los desaciertos y las sospechas de corrupción no son nuevos en la entidad que Grondona ha conducido por 32 años, algunos de ellos relatados por el propio titular de la AFA en una cámara oculta que le realizó su principal adversario, también interesado en los negocios que ofrece el principal deporte nacional. Clubes fundidos, sospechosas contrataciones de partidos internacionales, incorporación y desafectación millonarias de equipos técnicos son sólo algunas de las maniobras que se le adjudican a "don Julio". Por tratarse de una entidad jurídica, esas cuestiones deben ventilarse y resolverse en la Justicia.
Lo que interesa para la sociedad en general es que no se permita la consagración de sospechosos procesos electorales, apañados por la corrupción o el patoterismo, los cuales deben ser desterrados si se quiere construir "una nueva institucionalidad" como exige la presidenta Cristina Fernández. Pero el actual Gobierno nacional, como los que actuaron desde 1979, no ha sido ajeno a la permanencia de Grondona al frente de la AFA.
El kirchnerismo encontró en él, por caso, a un hombre atento a atacar los derechos jurídicos sobre la transmisión de partidos de fútbol que poseían asociaciones privadas y que la actual gestión avasalló para instaurar el propagandístico y deficitario Fútbol para Todos.
La parodia entre elecciones y democracia que se vivió en la AFA no es un dato colater
al a la vida entre los argentinos. De allí surgen numerosas señales sobre cómo son los procesos electorales en las entidades intermedias de la vida nacional, los cuales se reproducen luego en los partidos políticos y avanzan como un cáncer sobre las grandes instituciones del país.
El Gobierno nacional no debe soslayar el episodio protagonizado por Grondona y su círculo de beneficiarios. Detrás de esa supuesta unánime elección se encierran muchas claves de la crisis del fútbol argentino y también de comportamientos antidemocráticos, que será necesario corregir para alcanzar los niveles de institucionalidad que proclama la Presidenta.