La cultura emprendedora
La Argentina es uno de los países que más emprendedores tiene, pero aún no se reconoce su valor en los ámbitos públicos.
Más de una vez, desde estas columnas, hemos destacado entusiastamente la actividad de los emprendedores argentinos y de aquellas organizaciones que apoyan su labor. Ocurre que ni unos ni otros reciben, todavía, el reconocimiento que merecen de la sociedad argentina, y esto sucede realmente porque se ignora hasta qué punto es valiosísimo el aporte de los que conforman la llamada "cultura emprendedora".
Sin embargo, este fenómeno social sigue creciendo en la Argentina. Cuando, a fines del año pasado, la organización Endeavor reconoció a 98 emprendedores argentinos que con su trabajo habían creado más de 45.000 puestos de trabajo directos e indirectos y, a través de encuentros masivos, habían inspirado a seguir su ejemplo a 100.000 personas y habían articulado ecosistemas emprendedores en seis provincias, fue evidente una vez más que estas personas son las que el país necesita para crecer y desarrollarse sustentablemente.
Al cabo de doce años de enfocarse en los sujetos emprendedores, es mucha la experiencia positiva que una organización como Endeavor ha recogido. Sus participantes resumen así lo que todavía falta para que sean más los ejemplos en nuestro país: hay que mejorar la percepción social del rol del emprendedor; mejorar el acceso a capital, información y a redes de emprendedores de alto impacto; articular el ámbito público y el privado en acciones de desarrollo emprendedor, y "federalizarlo".
A la hora de hacer un balance, hay hechos muy positivos como lo es que la Argentina se encuentre entre los 20 países con más emprendedores del mundo, que uno de cada siete argentinos esté involucrado en algún tipo de actividad emprendedora, y que seis de cada diez jóvenes prefieran iniciar un emprendimiento propio a trabajar en relación de dependencia. Sin embargo, también hay un aspecto deficitario y es que no siempre se piensa en empresas sustentables y escalables desde el inicio, que continúa siendo bajo el porcentaje de negocios que trabajan con clientes fuera de la Argentina y que el contexto general de nuestro país es poco favorable debido a las reglas de juego de corto plazo, legislación cambiante y poco favorecedora, insuficiente apoyo de programas de gobierno y una todavía escasa protección de la propiedad intelectual.
El mundo está cambiando demasiado rápido como para darnos el lujo de seguir sin prestar atención al enorme potencial para el futuro de los emprendedores argentinos, que serán los próximos empresarios ocupados en construir un país mejor. El capital social, humano, intelectual y cultural de la Argentina es enorme y entidades como Endeavor y otras lo comprueban a diario. Desde el ámbito privado se está avanzando mucho, pero es desde el sector público que se necesita que se desarrollen los puentes y las redes indispensables para que esta cultura emprendedora empiece a hacer valer su presencia positiva en todos los rincones de nuestra comunidad.