La culpa es de los medios no adictos
* Por Ricardo Kirschbaum. Ya hicieron el diagnóstico y decidieron la terapéutica que el Gobierno tiene que utilizar: los medios no adictos son los responsables de cuanta calamidad existe en la Argentina y, por lo tanto, deben ser disciplinados.
Nota extraida del diario Clarín
Si se sigue la estela de las declaraciones y acciones oficiales luego de la gran manifestación del jueves pasado, que sacó al oficialismo de su mundo soñado, el objetivo no es averiguar las razones de ese malestar sino sofocar a los medios que reflejaron la protesta.
El reflejo autoritario respondió velozmente al estímulo: intelectuales que decían luchar por la libertad de expresión ahora proponen, reservadamente, cómo controlar a los medios no adictos. Construyen un discurso justificativo que desnuda su naturaleza y expone al público las razones por las que se impulsó la ley de medios.
Recordemos: Kirchner acababa de ser derrotado "por poquito" por De Narváez y planeó su contragolpe antes de que cambiara la composición legislativa. Logró que se votara la ley.
Pero Kirchner perdió también porque Martín Sabbatella, en aquella elección, obtuvo un pequeño porcentaje de votos, justo el que hubiera necesitado el ex Presidente para triunfar.
Ahora, Sabbatella es el elegido para aplicar la ley de medios. El diputado es del partido Nuevo Encuentro, donde confluyen sectores de izquierda, e integra el núcleo duro de los seguidores de Cristina, junto a La Cámpora, el Movimiento Evita y una agrupación de Alicia Kirchner llamada Kolina. Todos, ahora, se denominan "Unidos y Organizados".
Esa formación se articula como el reservorio más puro del "cristinismo" y se distinguen del peronismo, del que toman selectivamente algunas de sus banderas.
El justicialismo está fuera de esa corriente a la que Cristina privilegia antes que a los miembros del PJ.
Sabbatella llegó a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) de la mano de La Cámpora, desplazando a los seguidores de Gabriel Mariotto, que estaban en ese organismo. Mariotto es un cruzado que, por esos misterios de palacio, debió resignarse a la llegada del ex intendente de Morón.
La confianza de la Presidenta sólo está depositada en aquellos que tengan una obediencia ciega. Mariotto pasó varios tests pero no su gente en el AFSCA.
Sabbatella parece sentirse cómodo en ese pensamiento único. Después de todo, se formó en la rigidez ideológica de la ortodoxia de izquierda de la que decía haberse alejado. Sólo fue una simulación. Lo que hizo fue tomar envión para volver a esa visión cerrada del poder en la que, es evidente, se siente cómodo.
Seguramente deberá avalar las grotescas explicaciones y acusaciones a los medios de Kicillof y Abal Medina, que muestran una supina ignorancia de lo que es el periodismo en una sociedad democrática.
Si se sigue la estela de las declaraciones y acciones oficiales luego de la gran manifestación del jueves pasado, que sacó al oficialismo de su mundo soñado, el objetivo no es averiguar las razones de ese malestar sino sofocar a los medios que reflejaron la protesta.
El reflejo autoritario respondió velozmente al estímulo: intelectuales que decían luchar por la libertad de expresión ahora proponen, reservadamente, cómo controlar a los medios no adictos. Construyen un discurso justificativo que desnuda su naturaleza y expone al público las razones por las que se impulsó la ley de medios.
Recordemos: Kirchner acababa de ser derrotado "por poquito" por De Narváez y planeó su contragolpe antes de que cambiara la composición legislativa. Logró que se votara la ley.
Pero Kirchner perdió también porque Martín Sabbatella, en aquella elección, obtuvo un pequeño porcentaje de votos, justo el que hubiera necesitado el ex Presidente para triunfar.
Ahora, Sabbatella es el elegido para aplicar la ley de medios. El diputado es del partido Nuevo Encuentro, donde confluyen sectores de izquierda, e integra el núcleo duro de los seguidores de Cristina, junto a La Cámpora, el Movimiento Evita y una agrupación de Alicia Kirchner llamada Kolina. Todos, ahora, se denominan "Unidos y Organizados".
Esa formación se articula como el reservorio más puro del "cristinismo" y se distinguen del peronismo, del que toman selectivamente algunas de sus banderas.
El justicialismo está fuera de esa corriente a la que Cristina privilegia antes que a los miembros del PJ.
Sabbatella llegó a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) de la mano de La Cámpora, desplazando a los seguidores de Gabriel Mariotto, que estaban en ese organismo. Mariotto es un cruzado que, por esos misterios de palacio, debió resignarse a la llegada del ex intendente de Morón.
La confianza de la Presidenta sólo está depositada en aquellos que tengan una obediencia ciega. Mariotto pasó varios tests pero no su gente en el AFSCA.
Sabbatella parece sentirse cómodo en ese pensamiento único. Después de todo, se formó en la rigidez ideológica de la ortodoxia de izquierda de la que decía haberse alejado. Sólo fue una simulación. Lo que hizo fue tomar envión para volver a esa visión cerrada del poder en la que, es evidente, se siente cómodo.
Seguramente deberá avalar las grotescas explicaciones y acusaciones a los medios de Kicillof y Abal Medina, que muestran una supina ignorancia de lo que es el periodismo en una sociedad democrática.