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La cuestión central es que Moyano le disputa el poder a Cristina

*Por Ricardo Kirschbaum. Hugo Moyano es, al mismo tiempo, el principal aliado y el peor enemigo de Cristina. Y lo es porque hay una disputa de poder en serio. Esa es la contradicción principal, y alrededor de ella se manifiestan las cada vez más agudas peleas que ya no pueden ser disimuladas por la verborragia insustancial de sus voceros.

En su encendida autodefensa para justificar su retroceso y levantar la absurda huelga de mañana, en medio de acusaciones de todo tipo, el jefe de la CGT reiteró que lo que busca es el poder. Ya se lo había dicho en la cara a Cristina y Néstor Kirchner, poco antes de la muerte del ex presidente, cuando reclamó, en un acto que fue una demostración de fuerza frente a la pareja presidencial, que ya era tiempo de que un trabajador llegue a la Presidencia. No estaba haciendo una metáfora sino hablando de él mismo. Entonces, Cristina le contestó que ella también era una "laburante" y que, en esa condición, presidía el país. Esa fricción pública, que el luto puso en sordina, estaba –y lo está– enlazada con la ambición de Moyano. Aspira que el poder que detenta tenga lugar importante en las decisiones políticas. El camionero, cuya fortaleza económica creció exponencialmente amparado por Néstor Kirchner, está pidiendo esa porción de ese poder y se siente con derecho.

¿Quién puede equiparársele en la coalición oficialista? Por eso, mete presión para imponer al vice de Cristina, quiere que un sindicalista secunde a Scioli, reclama candidaturas legislativas, y otras cuestiones económicas.

Pero Hugo Moyano está sospechado e investigado por la mafia de los medicamentos. Siempre pensó –bien– que la causa que investiga Oyarbide se mueve al ritmo que le conviene al Gobierno. Es una soga que aprieta cuando el poder quiere. Por eso, cuando la Justicia suiza pidió informes sobre las causas que lo involucran a él y a su familia, por una cuenta de la empresa Covelia, su reacción se enderezó directamente contra la Casa Rosada.

La frase que se le atribuye de que si lo acosan se llevará "puesta" a la Presidenta tiene verosimilitud por sus bravuconadas y también por su convicción sobre la fuente de sus problemas políticos.

El Gobierno quedó desconcertado ante el pedido suizo. Los sindicalistas se quejan de no haber sido avisados. Hay otras fuentes que sostienen que la burocracia de la Cancillería tramitó normalmente el exhorto y que el Gobierno se desayunó cuando el Poder Judicial hizo explotar la bomba.

Sea como fuere, la crisis pudo haber sido peor para Cristina si la huelga se concretaba. Parar el país por un reclamo de Suiza contra un dirigente iba a ser otra muestra del desvarío nacional. Eso no ocurrió. La estrategia electoral oficialista para octubre no contempla una fractura con Moyano sino una administración de la crisis hasta octubre. El sindicalista, creen, no tiene otra opción donde guarecerse. Puede ser un cálculo que lleve al Gobierno a cometer otro error político.

En política, dejar al enemigo sin salida puede no ser recomendable. Y Moyano ha comenzado a desesperarse. El manotón del jueves ha sido sólo una muestra de lo que puede venir.