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La cruel confesión del hombre que mató y mutiló a una trabajadora sexual en San Juan

Evaristo Molina intercambiaba con la víctima sexo por garrafas. La apuñaló, le cortó los brazos y la dejó tirada en un descampado.

Un anciano que ya estaba detenido, sospechado de haber asesinado a Yamila Pérez, la trabajadora sexual que apareció brutalmente mutilada y desfigurada en el Gran San Juan, confesó ser el autor del asesinato. Evaristo Molina, de 69 años, dijo ante el juez que su mujer estaba al tanto del hecho: "Yo le dije a mi esposa que la había matado porque no quería que me corra de nuevo". El hombre se refería a que ya había estado separado de su pareja, y que no quería terminar otra vez en la calle.

Molina, que era cliente de Yamila y que sabía que ella había dado a luz hacía poco, es dueño de una distribuidora de gas en Chimbas y en ocasiones le retribuía sus servicios con mercadería.

En principio, le habría confesado al otro detenido, un narcotraficante de apellido Sosa, que era el culpable, pero no al juez por indicación de su abogado. Finalmente, cuando el fiscal le advirtió que sería convocada a declarar su mujer, decidió contar la verdad. Según dijo, mató a Pérez porque ella lo había amenazado con revelarle todo a su esposa. La mató porque "lo tenía cansado", aseguró.

Junto al cuerpo de Yamila con el rostro desollado y sin extremidades, en un descampado de Chimbas, se encontró una receta de un oftalmólogo con el apellido de Molina. Siempre se sospechó que ella tenía tatuajes bien característicos, y que el homicida intentó dificultar la identificación. Al recurrir a las compañeras de trabajo de la víctima, los investigadores pudieron establecer que se trataba de una mujer que estaba desaparecida.

En su confesión, Molina reveló los detalles del que se considera uno de los crímenes más salvajes de la historia de la provincia. Contó ante el tribunal que buscó su auto, llevó a Yamila a una farmacia y al volver ella le propuso hacerle sexo oral a cambio de dinero. Él le contestó que no tenía para un hotel. Ella volvió a pedirle plata "para no delatarlo con su mujer" y, en ese momento, él le propuso ir a un "campito" en Benavídez y Luna. Según explicó el homicida confeso, al llegar, ella bajó y se alejó un poco. Él sacó un cuchillo del auto, la tomó del pecho y la atacó a puñaladas (le dio 8 en total, 6 en el pecho, 2 en la espalda) y al final la tapó con unos trapos y le puso los restos de una maceta en la cabeza.

La esposa de Molina será igualmente convocada porque debe establecerse en qué circunstancia ella tomó conocimiento del asesinato. El hombre fue acusado de homicidio doblemente agravado por alevosía y por violencia de género.

El homicidio de Yamila fue calificado desde un primer momento por la organización que nuclea a las trabajadoras sexuales, AMMAR, como un femicidio. Se convocó a una marcha para demandar mayor protección y seguridad para las mujeres que ofrecen sus servicios en la calle. Según Mónica Lencinas, la titular de AMMAR San Juan, no es frecuente que los clientes agredan a las chicas. "Pagan sus servicios y se van. Es probable que el asesino de Yamila sea alguien de su entorno afectivo" había aventurado en diálogo con TN.com.ar.