La Copa América del desarrollo
* Por Miguel Braun Director Ejecutivo Fundación Pensar. Argentina y Brasil crecieron a tasas similares en los últimos años. Pero el crecimiento en Brasil es sostenible, mientras que Argentina tiene que cambiar el rumbo. ¿Importa el partido o el campeonato?
Argentina y Brasil crecieron a tasas similares en los últimos años. Pero el crecimiento en Brasil es sostenible, mientras que Argentina tiene que cambiar el rumbo. ¿Importa el partido o el campeonato? En el partido de la recuperación de las crisis de fines de los 90 nos fue bien a ambos, pero Brasil está sentando las bases para ganar el campeonato y nosotros quemamos jugadores. En educación, ciencia y tecnología, mercados externos, sistema financiero y calidad institucional, el contraste es dramático.
La educación y la investigación y desarrollo son claves para el crecimiento y Brasil lo entendió. En los exámenes educativos PISA Brasil mejoró el promedio de 368 en 2000 a 401 en 2009, mientras que Argentina empeoró de 401 a 396. Argentina agrava esta realidad negándola: el ministro de Educación calificó de maliciosos los resultados y descalificó la metodología. En Brasil, en cambio, existe un examen nacional que evalúa el desempeño de las escuelas y divulga la información para identificar deficiencias y promover mejoras. En investigación se da algo similar: en 1985 se publicaba más o menos la misma cantidad de papers científicos; hoy Brasil produce alrededor de 12.000 publicaciones anuales frente a 3.000 de Argentina. Así, ponemos en riesgo nuestras divisiones inferiores.
También peligran la inserción internacional y competitividad. En 1997 Argentina exportaba 174.840 tn de carne vacuna y Brasil 52.412. En 2008 Brasil exportó 1.017.860 y Argentina 214.205. Es un ejemplo que ilustra una tendencia: Brasil está invirtiendo y agregando valor a su producción, aquí nos concentramos en commodities. La razón es el mal clima de negocios en Argentina, producto de la inflación, la incertidumbre cambiaria y tributaria y la arbitrariedad de la política económica. Por eso 57% de la inversión extranjera directa que viene a América del Sur se dirige a Brasil y sólo 7% a la Argentina. En los rankings de competitividad del World Economic Forum, Argentina está 134º de 139 países en protección de derechos de propiedad y Brasil en el 72. Allí el crédito al sector privado pasó de 31% a 61% del PBI entre 2005 y 2010, en Argentina apenas subió de 12% a 15%. En el corto plazo hubo inversión en Argentina para aprovechar la bonanza y abastecer el crecimiento del consumo interno luego de la crisis, pero no alcanza ni es sostenible: estamos destrozando el campo de juego.
El supuesto modelo está agotado. La inflación amenaza el crecimiento al generar un clima de imprevisibilidad que desalienta la inversión. No podemos tener otro año de 25% de inflación con tipo de cambio fijo. En Brasil hay un banco central ocupándose de frenar una posible escalada inflacionaria: nosotros nos empecinamos en adulterar estadísticas y cerrar la economía para que el modelo aguante hasta las elecciones. Brasil tiene una idea de juego clara, nosotros apostamos a la mano de Dios y a las trampas: la soja y la caja de la Anses. Sabemos mejor que nadie que con el talento no alcanza si no hay un director técnico capaz y una dirigencia que lo sostenga aún cuando la hinchada pueda ocasionalmente oponérsele.
El desempeño social también pone en riesgo el campeonato. Con una medida comparable, como es definir como pobre a quien vive con menos de u$s 4 por día, entre 1992 y 2010 la pobreza en Brasil se redujo de 55% a 28%, en Argentina se mantuvo en 16%. Brasil pasó de 83,7 a 53,3 millones de pobres y Argentina de 3,5 a 6,7 millones.
No sabemos cuánto aguanta el modelo con inflación y tipo de cambio rígido, ahuyentamos la inversión productiva, perdemos mercados, empeoramos los resultados educativos y aumentamos la pobreza. Nuestro equipo puede robar un empate, pero si no cambiamos no podremos pelear el campeonato. Quizás el punto más importante es en qué campeonato jugamos. En el último siglo Argentina siempre jugó el Mundial: nos comparamos con Australia y Canadá y aspiramos a ser como España o Italia. Ahora nos contentamos con jugar la Copa América y salir segundos de Brasil.