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La conmovedora semblanza de Néstor

*Por Carlos M. Reymundo Roberts.Entrañable y conmovedora: así fue la semblanza que Alberto Fernández trazó esta semana en La Nacion sobre Néstor Kirchner, al cumplirse ocho años de su llegada al poder.

Su jefe de Gabinete, su amigo, nos habló con el corazón y con la cabeza de ese extraordinario dirigente, del hombre de Estado, del presidente que vino a cambiar el curso de la historia.

Kirchner, decía AF en su artículo, tomó las riendas de una Argentina desquiciada y en un abrir y cerrar de ojos la encaminó; reconstituyó el poder y la confianza, recompuso la economía, hizo arrodillar a los genocidas ante la Justicia, hizo arrodillar a los acreedores y logró que las masas lo acompañaran. Y todo lo hizo "con la vehemencia del idealista y con la testarudez del hacedor".

No sólo eso: "Pese al prestigio del que gozaba, no buscó su reelección e impulsó a Cristina". Es decir, además de todo era desprendido, desinteresado. Y si muchos argentinos le retiraron después su apoyo, nos explicó AF, fue por culpa del "discurso opositor, que muchas veces terminó demonizándolo". Claro que sí: el hombre era recontra popular hasta que se metieron los opositores y le hicieron creer a la gente que ese señor era un diablo. De lo cual se desprende un camino seguro para octubre: el que demonice a Cristina ganará las elecciones.

"Por encima de las diferencias que nos distanciaron, Kirchner fue mi amigo", decía sobre el final. La primera reflexión que me surge es que este artículo no hablaba bien sólo de NK, sino también de AF. De su generosidad: cuando se alejó del Gobierno, con no pocas críticas, el demonio para Kirchner pasó a ser él. El y los que habían llegado con él, que uno a uno fueron echados, porque el albertismo se había convertido en mala palabra.

Como toda semblanza, la de AF es necesariamente incompleta. Kirchner hizo todo lo que él le atribuye, pero hizo mucho más. La Argentina, efectivamente, estaba dada vuelta, y Néstor nos enseñó que la primera receta es la caja. Con la caja se convence de un rumbo y de un modelo a intendentes, gobernadores, legisladores, jueces, empresarios, periodistas, medios enteros, consultores, diplomáticos, opositores, encuestadores.

La cajita feliz del kirchnerismo es mágica: de allí salen subsidios para todo lo que uno pueda imaginar, de allí surgen súbitas e insospechadas conversiones ideológicas, de allí surgen adhesiones y combatientes, de allí nacen miles de blogueros, de allí brotan multitudes para los actos.

¿Combatientes dije? El primer combatiente era Néstor. Gracias a él sabemos que la política es la guerra por otros medios, que no hay opositores sino enemigos, que no hay diferencias sino ánimo destituyente (golpes de Estado). Gracias a él sabemos que la AFIP y la SIDE deben ser puestas al servicio de la lucha.

También aprendimos que el apriete, la amenaza, los agravios, la calumnia y las falsas denuncias son desgracias que, en la dinámica del combate, lamentablemente no siempre pueden evitarse.

No seamos mezquinos con Néstor. Hay que reconocerle que el nuevo Indec es creación suya, que a Moreno lo catapultó él, que Moyano y su imperio también son inventos de él, que pagarle a Chávez tasas de usura es producto de su deseo de contribuir con la revolución bolivariana, que las candidaturas testimoniales salieron de su cabeza, que ser diputado y no aparecer nunca por el Congreso se le ocurrió a él.

Seamos generosos: ¿cómo no aceptar que ser Presidente y multiplicar varias veces la fortuna familiar sólo es obra de un gran administrador?

Seamos sinceros: ¿no es una muestra de extraordinaria coherencia que las empresas adjudicatarias de obras públicas en Santa Cruz cuando él era gobernador hayan sido después las adjudicatarias de obras públicas en todo el país cuando llegó a la Presidencia?

Seamos intelectualmente honestos: ¿no nos rendimos ante la evidencia de que así como en los primeros años de su gobierno pactó con grandes medios y empresas, después no le tembló el pulso para ir contra ellos?

Seamos justos: ¿no tiene su mérito seguir bancando a los amigos cuando están denunciados por corrupción? He ahí otro rasgo del "hacedor": arreciaban las acusaciones contra sus ministros, contras sus colaboradores más cercanos, contra él mismo, y no se detenía. Nada lo frenaba en su tarea de encaminar la patria. Otros se hubieran distraído en la contratación de rutilantes abogados, en épicas batallas para dejar a salvo el honor. El no. Ya se encargarían de ello los jueces (si eran de baja estatura, mucho mejor) y la historia. El seguía su camino.

Como vimos, AF destacó en su cálido homenaje que en 2007 Néstor, pudiendo ser reelegido, declinó el privilegio para evitar "una disputa por su sucesión" y dejarle el lugar a su esposa.

Todo indica que en las elecciones de octubre el candidato iba a ser él, en detrimento de un segundo mandato de Cristina. Pero no hay que juzgar este hecho en forma ligera: seguramente la veía muy cansada, o quizá consideraba que la etapa de consolidación institucional que ella empezó ahora iba a requerir de otro pulso, de nuevos bríos. Y en cuatro años podía volver Cristina, para aliviar el cansancio de él. Y al final del ciclo, con las reservas (físicas) ya agotadas, se podía intentar con Máximo o con Florencia, o con los dos, en un alegre comenzar y recomenzar.

¿Los opositores? Tranquilos: no hay monarquía que dure cien Kirchner.