La confianza quedó destruida
*Por Ricardo Kirschbaum. Los diplomáticos que trabajaban sabiendo que, alguna vez, sus informes se difundirían públicamente siempre han tenido en cuenta esa posibilidad cuando redactaban los cables secretos.
Los diplomáticos que trabajaban sabiendo que, alguna vez, sus informes se difundirían públicamente siempre han tenido en cuenta esa posibilidad cuando redactaban los cables secretos. Es que por alguna ley, como la Freedom Information Act en Estados Unidos y otras similares en países europeos, esa información clasificada podía ser revelada siempre que hayan pasado varios años después del hecho al que los diplomáticos se habían referido. Esta distancia despojaba de actualidad al tema , muchas veces ya convertido en historia, y aunque existían conmociones -los detalles de la conspiración de Nixon-Kissinger para tumbar a Salvador Allende, por ejemplo- estaban acotadas y, además, no exponían a agentes y políticas en el exterior.
La difusión de los cables secretos de la diplomacia norteamericana son contemporáneos. Lo que allí se lee y se dice sobre presidentes en ejercicio, conversaciones informales, análisis y pronósticos, cuando no opiniones contundentes y descalificaciones terminantes, tiene un fortísimo impacto en el presente .
Esas revelaciones impúdicas tendrán un efecto deletéreo sobre uno de los pilares en los que se asienta la diplomacia: la confiabilidad . Los embajadores representan a los jefes de Estado en determinado país y su información sobre los asuntos locales es decisiva en los negocios entre Estados.
Cuando en el mundo político porteño se habla de "la Embajada", todos saben a qué se refiere : se trata de la legación diplomática estadounidense.
Sus miembros hablan con el Gobierno, la oposición, el periodismo, los académicos, empresarios y sindicalistas. R ecogen lo que escuchan, lo que les cuentan o informan y redactan sus cables a Washington . Ese mecanismo ha quedado muy dañado y se duda en cómo podrán restaurarlo .