Justicia Cero
La confesión del femicida de Floresta tras degollar a su pareja: "Le vi el teléfono y tenía un video donde se reía con otro hombre"
El hombre asesinó brutalmente a su pareja adelante de sus hijos y luego confesó el crimen.
Parminder Basra asesinó brutalmente a su pareja, María Lorenza Salinas, de 33 años. El hombre la degolló en la cama que compartían en un estrecho departamento dos ambientes de la avenida Rivadavia al 8800 en Floresta. Poco antes del mediodía, a las 11 de la mañana, Basra, de 35 años, oriundo de la región de Punjab en la India, llamó al 911 para confesar el crimen.
“La maté”, dijo Basra, en un casi perfecto español, con algo de acento, según fuentes cercanas al expediente. “Le vi un video en su teléfono, donde ella canta y se ríe con otro hombre”, se justificaba. Pidió especialmente por sus hijos, de siete, tres y un año, que “están durmiendo”, requirió que la policía entre “delicadamente” a su domicilio y que “por favor manden una mujer policía” para contener de manera adecuada a los chicos. Antes de la llamada o después, Basra tomó un cuchillo e intentó cortarse las venas.
La alerta llegó al juzgado en turno, el número 40 a cargo de la magistrada Paula González. Minutos después, un patrullero de la Comisaría 10C llegaba al departamento con una psicóloga. Los chicos no estaban dormidos, sino despiertos en el living, miraban la tele junto a su cama. Basra recibió a los policías en la planta baja. El cadáver de su mujer seguía en su habitación. Los chicos no sabían. Su madre estaba muerta en la cama mientras ellos miraban la televisión.
Un médico revisó sus heridas en las muñecas de Basra, fueron consideradas leves. Era imposible trasladarlo a la alcaidía de los Tribunales de la calle Talcahuano para dejarlo detenido, el riesgo de que volviera a intentar quitarse la vida era demasiado grande. González y su equipo determinaron que debía ser trasladado al hospital Alvarez para evaluar el peligro de que se agrediera a sí mismo otra vez. Sus hijos -al menos dos de los tres tienen el apellido de Basra- se quedaron con la familia de Salinas, oriunda de Corrientes. E
El femicida, que en 2016 compartía en su perfil de Facebook la imagen del #NiUnaMenos, todavía no fue indagado. Basra y Salinas enfrentaban tiempos duros a nivel económico, no había ningún lujo en el departamento: Salinas arrastraba varias deudas a su nombre, trabajaba en una empresa gastronómica que le daba obra social pero no le pagaba todos sus aportes, cobraba una Asignación por sus hijos. Basra no tenía trabajo en blanco hace más de tres años, su último empleo registrado fue en una firma importadora en 2016.
Habían comenzado su relación hacía cinco años, cerca de ellos aseguran que la mujer asesinada buscaba separarse. Fuentes policiales sostienen que Salinas había denunciado a Basra en al menos dos ocasiones con causas en juzgados porteños. Recibió un botón de pánico: las mismas fuentes aseguran que Salinas lo devolvió hace dos semanas.
La jueza González y su equipo no habían recibido el informe de la autopsia al cuerpo de la víctima para este mediodía. Sin embargo, ya cuentan con las primeras declaraciones. Un familiar directo de Salinas se presentó en la causa. Habló, precisamente, de episodios de violencia de género.
“La maté”, dijo Basra, en un casi perfecto español, con algo de acento, según fuentes cercanas al expediente. “Le vi un video en su teléfono, donde ella canta y se ríe con otro hombre”, se justificaba. Pidió especialmente por sus hijos, de siete, tres y un año, que “están durmiendo”, requirió que la policía entre “delicadamente” a su domicilio y que “por favor manden una mujer policía” para contener de manera adecuada a los chicos. Antes de la llamada o después, Basra tomó un cuchillo e intentó cortarse las venas.
La alerta llegó al juzgado en turno, el número 40 a cargo de la magistrada Paula González. Minutos después, un patrullero de la Comisaría 10C llegaba al departamento con una psicóloga. Los chicos no estaban dormidos, sino despiertos en el living, miraban la tele junto a su cama. Basra recibió a los policías en la planta baja. El cadáver de su mujer seguía en su habitación. Los chicos no sabían. Su madre estaba muerta en la cama mientras ellos miraban la televisión.
Un médico revisó sus heridas en las muñecas de Basra, fueron consideradas leves. Era imposible trasladarlo a la alcaidía de los Tribunales de la calle Talcahuano para dejarlo detenido, el riesgo de que volviera a intentar quitarse la vida era demasiado grande. González y su equipo determinaron que debía ser trasladado al hospital Alvarez para evaluar el peligro de que se agrediera a sí mismo otra vez. Sus hijos -al menos dos de los tres tienen el apellido de Basra- se quedaron con la familia de Salinas, oriunda de Corrientes. E
El femicida, que en 2016 compartía en su perfil de Facebook la imagen del #NiUnaMenos, todavía no fue indagado. Basra y Salinas enfrentaban tiempos duros a nivel económico, no había ningún lujo en el departamento: Salinas arrastraba varias deudas a su nombre, trabajaba en una empresa gastronómica que le daba obra social pero no le pagaba todos sus aportes, cobraba una Asignación por sus hijos. Basra no tenía trabajo en blanco hace más de tres años, su último empleo registrado fue en una firma importadora en 2016.
Habían comenzado su relación hacía cinco años, cerca de ellos aseguran que la mujer asesinada buscaba separarse. Fuentes policiales sostienen que Salinas había denunciado a Basra en al menos dos ocasiones con causas en juzgados porteños. Recibió un botón de pánico: las mismas fuentes aseguran que Salinas lo devolvió hace dos semanas.
La jueza González y su equipo no habían recibido el informe de la autopsia al cuerpo de la víctima para este mediodía. Sin embargo, ya cuentan con las primeras declaraciones. Un familiar directo de Salinas se presentó en la causa. Habló, precisamente, de episodios de violencia de género.
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