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La Ciudad que nunca acepta someterse

*Por Oscar Muiño. Voces enfurecidas por el resultado electoral insultan al pueblo de Buenos Aires. Desde asqueroso hasta fascista. Una confusión: la democracia no tiene tutores, sean sabios, músicos, empresarios o políticos.

¿Serán rabietas infantiles? ¿No podrán manejar la frustración? No olvidemos que Buenos Aires es psi.

¿La voluntad de ignorar al Otro, que piensa y actúa sin consultar al poderoso? La descalificación ya ha sido intentada por dictaduras empeñadas en enseñarle al pueblo a "votar bien".

La acusación es inaceptable. E injusta.

El prestigio de los porteños es anterior a la invención de la Argentina. Nació de su tolerancia con el diferente, su altivez contra los intentos de conquista , su liderazgo en las guerras de la independencia, la generosidad para recibir migrantes, la pasión por el cambio social y educativo.
Desde el principio, ricos y pobres toman mate y comen carne. Alimentarse es muy barato y, como señala Halperin Donghi, esa "extrema facilidad de la vida hace a la plebe menos dependiente de los grupos más prósperos. Una plebe, andrajosa, despreocupada y alegre". Por eso, la ciudad "tiene fama de levantisca" (Assadourian).

Es plebeya, sin nobles ni indios sometidos. Las costumbres son libres, permisivas . Desde temprano se instalan judíos perseguidos en otras regiones. La ciudad es comerciante. Y también guerrera. En 1680 Buenos Aires, con indios de las misiones, expulsa a los portugueses de Colonia. Los cabildos del continente aplauden el primer freno de las Indias españolas a la expansión lusitana.

En 1807, miles de soldados ingleses entran en la ciudad. Es una guerra del pueblo porteño. Dispara, arroja agua hirviendo, muebles, piedras.

La Revolución de Mayo es otro grito porteño . Los realistas se escandalizan: "Buenos Aires – dicen- está armando a la negrada". Es la única capital rebelde que España jamás reconquista. Son porteños Moreno y Belgrano, Pueyrredón y Rosas.

Es también un suprapoder político y económico que monopoliza las decisiones, impone sus hombres y se desentiende de la ruina del interior. Pero cuando el Estado se disgrega, Buenos Aires se hace cargo. Dorrego recuerda que "Buenos Aires es el alma, la cabeza, el corazón de la asociación". Buenos Aires afronta la guerra del Brasil, el bloqueo de Francia y la intervención franco-inglesa. ¡En total, 2.953 días de bloqueo! Gallegos y genoveses, libaneses y armenios bajan al puerto por una esperanza. Como hoy paraguayos, peruanos, bolivianos. Como tantos argentinos del país profundo.

Civiles y militares pelean por el sufragio en la Revolución de 1890 e inventan el radicalismo. Las patas en la fuente de los obreros reclaman la libertad de Juan Perón, aquel 17 de octubre de 1945. Buenos Aires es el único distrito donde gana el candidato que hace campaña por la flamante Revolución Cubana: Alfredo Palacios, elegido senador en 1961. En los años oscuros, la Plaza de Mayo alberga mujeres abnegadas que buscan a sus desaparecidos.

La ciudad de las luces hace un siglo que recibe millones de compatriotas que cruzan la General Paz, atiende a sus hijos en el hospital público y en sus escuelas. Su pueblo jamás aceptará someterse. ¡Ah! Si me permite: yo no voté a Macri.