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La Ciudad, dividida por las vías del tren, una rémora que debe ser removida

En numerosas ocasiones se ha tratado en esta columna el grave problema que apareja el paso de las vías del ferrocarril Roca, convertidas en casi impasables murallas de hierro que dividen la Ciudad y obligan a los automovilistas y peatones a sortear dificultosos cruces o a realizar, muchas veces, extensos recorridos para poder franquearlas a través de los pocos pasos existentes.

Se está, sin dudas, frente a una suerte de inexplicable rémora urbanística que debiera ser despejada.

Ahora se ha replanteado este problema a partir del cierre temporario de los pasos peatonales sobre la avenida 1 ubicados entre las transversales 33 y 36, en una situación que obedece a la realización de trabajos de recambio de vías que efectúa la Ugofe del Roca. Ese cierre obliga a numerosas personas a caminar muchas cuadras para poder cruzar de un lado a otro de las vías, en una situación que lleva ya más de un mes, según se detalló en una nota publicada en este diario.

Los reclamos que genera esa situación resultan ser tan justificados como los que formularon meses atrás vecinos de la calle 1 a la altura de Ringuelet, linderos al arroyo El Gato, obligados a caminar hasta la avenida 7 para cruzar las vías o, de otro modo, hacerlo por el puente ferroviario que cruza el curso de agua, en una situación que quedó conjurada ante la decisión de construir un puente a la altura de la calle 3, apto para automovilistas y peatones.

Sea como sea, son numerosos los barrios platenses y las localidades que se ven virtualmente aislados por el paso de las vías férreas, en situaciones que cotidianamente originan no sólo molestias sino, inclusive, accidentes que suelen resultar extremadamente graves.

No puede dejar de hacerse notar que desde hace ya 120 años en que fue tendido, el ramal La Plata-Constitución no registró más reformas que la del paso de la tracción de locomotoras a vapor a las de diésel, sin que el trazado original fuera adecuado a las sustantivas modificaciones que afectaron las distintas ciudades y pueblos que los trenes recorren.

Los casos particulares aquí mencionados reflejan, lamentablemente, un problema que es endémico. En nuestra ciudad, salvo en el caso de la avenida 520 que atraviesa las vías bajo nivel, merced a una obra de avanzada realizada hace más de tres décadas, quedan irresueltos muchos problemas urbanísticos, tanto para el presente como para su desarrollo futuro. En las ciudades avanzadas del mundo los trenes -ya electrificados y superveloces- ingresan y egresan de los cascos urbanos sin un sólo cruce automovilístico a nivel de las vías.

Los exponenciales crecimientos demográficos y del parque automotor exigen que no se demoren más las soluciones que deben empezar a adoptarse y que los especialistas podrán recomendar. Los riesgos que corren los vecinos, los penosos accidentes que se reiteran, no hacen sino sumar evidencias harto elocuentes, como para que las autoridades decidan comenzar las planificaciones y obras que la Ciudad reclama desde hace muchas décadas.