La Ciudad desafiada por la intolerable reiteración de ataques motoqueros
Una vez más se registraron en nuestra ciudad ataques vandálicos protagonizados por grupos de motoqueros que dejaron el saldo de más cien autos rotos, en una situación que no es nueva y que se viene reiterando en los últimos años, sin que las acciones preventivas desplegadas en varios megaoperativos realizados, ni las denuncias presentadas ante la Justicia hayan logrado resultados positivos. Por lo pronto, corresponde poner el acento sobre el absoluto y sostenido fracaso policial frente a este tipo de expresiones antisociales y peligrosas.
Cada vez que se han reiterado estas agresiones, se sostuvo de esta columna que lo que se reclama, en realidad, no pasa de ser el despliegue de mínimas, pero constantes, actividades preventivas, sin perjuicio de las acciones que correspondan cuando existan transgresiones y delitos constatados. No es tan complicado. A estos ruidosos y agresivos grupos no sólo se los puede topar cualquier patrullero cuando salen "a pasear", sino que se los puede escuchar desde cualquier punto de la Ciudad.
El primero de los graves hechos que se les atribuye fue hace dos años, por la muerte de un músico que vivía en Berisso, atropellado por unos 20 motociclistas mientras estaba detenido en el semáforo de 7 y 46. El episodio hizo que los pandilleros dejaran de circular por las calles durante algunos meses. No obstante, a fines de ese año volvieron a aparecer en diferentes barrios, hasta que un grupo atacó y quemó un acoplado en el que eran trasladadas las estructuras de la feria artesanal de plaza Italia.
Tal como se reseñó en una nota publicada en este diario, los motoqueros fueron modificando sus recorridos de acuerdo con los controles que establecen las autoridades, de modo que vecinos de la avenida 520, el barrio Meridiano V, el Bosque y hasta de Melchor Romero y La Granja ya se acostumbraron a ver de manera habitual a esas caravanas circulando por calles y avenidas sin respetar ninguna norma de tránsito o pauta de convivencia.
A principios de este año protagonizaron un hecho gravísimo cuando, en la avenida 72, se llevaron por delante un auto que estaba detenido en el semáforo con una familia a bordo y una nena, de dos años de edad, debió ser internada. No les alcanzó: también dañaron el auto de la familia tras el choque y amenazaron de muerte al conductor antes de darse a la fuga.
Estos grupos no sólo desafían el accionar policial sino que violan normas municipales y provinciales -además de cometer delitos previstos en la legislación de fondo- de modo que son múltiples los organismos públicos que se encuentran obligados a actuar, y es de esperar que lo hagan en forma mancomunada.
Demasiados peligros existen ya para la convivencia, como para permitir que aparezcan y se consoliden nuevas expresiones antisociales. A partir de un accionar policial que disponga de capacidad preventiva y operativas suficientes, el Estado puede y debe diagramar una equilibrada estructura penal para combatirlas. No se trata de promover ningún tipo de discriminación contra los motociclistas, sino de castigar con la mayor severidad legal posible a quienes anden en moto y se dediquen a poner en riesgo la vida de terceros y a destruir bienes ajenos.