El desplazamiento de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, hacia París y Zurich, junto a la señora Juliana, Sherezade, es una calculada acción de inteligencia política.
Lejos de ser un error, como lo confirman los competidores internos de la Mutual PRO.
O los adversarios. Poderosos con agenda propia que se amparan en el doctorismo.
Es la constatación del “estilo celebridad”.
Mientras la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo, aguarda, para activar sus movimientos, el cese de la temporada de muertos.
Mientras Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, se pierde en la contabilidad de respiradores y de hisopados, la celebridad atraviesa (para el imaginario) la vida glamorosa de París.
Muestra su elaborada condición de dirigente internacional de la FIFA.
Como corresponde a una celebridad, su próxima movida puede ser una invitación. Tal vez de Madame Hidalgo, la maire (en campaña) de París.
O de Nicolás Sarkozi, junto a la señora Carla Bruni. O de los Macron.
O de cualquier luminoso que persista durante el agosto imposible del París regido por las ausencias.
La movida podrá ser contundente. La entrevista de la corresponsal, la señora María Laura Avignolo, en el Bulevard Saint Germaine.
O la más convencional de la corresponsal señora Luisa Corradini. O de la creativa Danielle Raimond.
Es donde el Ángel puede subrayar las muestras preocupantes de populismo del gobierno que lo sucedió.
Aquí se lo definió a Macri como un “excelente producto desperdiciado”.
La Celebridad y el Mal módicoFlaco, hijo de rico, de cultura occidental, rodeado históricamente de mujeres bellas. Con manejo de idiomas y adicción al libre mercado.
Surcado por el relato atractivo que incluye la presidencia de Boca.
Y hasta la circunstancia dramática del secuestro (que financió el Estado).
Semejante celebridad debía ser complementada con política. Nunca solo con exclusivo marketing.
Necesitaba tener al lado un Rodríguez Larreta. En vez de buenos muchachos adictos al “focus”.
O encuadrados en las ventajas cercanas de las redes sociales.
Podía haberse construido, con ese producto, algo trascendente.
Pero fue apenas un paréntesis banal de la historia.
2.- Empresarios poderosos con agenda propia
En la Mutual PRO, primero, y en la entera coalición Juntos por el Cambio, cuesta admitir que la figura principal del “espacio” sea, aún, El Ángel.
Pese al accidente coyuntural de la mala imagen. Asociada al epílogo catastrófico de su presidencia.
Cuando contaba con el apoyo casi desfachatado del Fondo Monetario Internacional.
Organismo que puso, en el centro del debate -y a instancias de Donald Trump-, el máximo crédito que se le otorgó a un país.
Explicables efectos de evitar el regreso de lo que Estados Unidos, en su equivocada valoración estratégica, consideraba el mal.
Pero en agosto de 2019, los 44 miles de millones de dólares no pudieron evitar el choque descontrolado de la calesita. La aplastante sorpresa de la derrota.
La Celebridad y el Mal módicoEl mal módico se imponía con Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Y se registraba el regreso triunfal de La Doctora.
Al cierre del despacho, la sociedad blanca del 41 %, todavía no puede asumirlo.
Las denuncias acumuladas contra La Doctora entre 2015 y 2019, mostraron su inerte inutilidad.
Pero hoy el doctorismo se desliza en el mismo error del macrismo.
Se esmera en la catarata de denuncias que se acumulan contra el Ángel.
Vendaval de procesamientos de funcionarios.
“Quieren hacer creer que somos lo mismo”, se quejan.
Pero la fuente máxima de rencor adverso contra el Ángel no procede de los Tribunales.
Poderosos empresarios con agenda propia -que tuvieron que ver con su formación- se sienten traicionados.
Como grupos de poder que fueron perseguidos. Del sindicalismo, o de las finanzas. A los que, en momentos de jolgorio, se intentó apresar.
El intento de haber querido quedarse con las empresas del caído siempre es castigado.
Más aún cuando el caído soporta la adversidad. O algo más grave: se recupera.
Los excesos, en política, se pagan. Siempre.
3.- Los cañones apuntan al Ángel
“Nadie quiere destruir a Rodríguez Larreta ni a Vidal, ni siquiera a La Bullrich”, confirma la Garganta.
Los cañones le apuntan sólo al Ángel.
El deseo de voltearlo es, en efecto, la prueba de que (el Ángel) es la figura fundamental de la oposición.
Los poderosos con agenda propia, recostados en el doctorismo, colaboran en la repetición cíclica del error de los macristas que creían haberse garantizado 12 años en el poder.
Cuando proponían la destrucción de La Doctora. Recostados en el otro poder con agenda propia. El de la Comunicación.
La Celebridad y el Mal módicoRodríguez Larreta, o la señora Vidal, registran superiores mediciones. Menos rechazos.
Probablemente sean los mejores candidatos para desplazar, en 2023, el mal módico del doctorismo.
Rodríguez Larreta garantiza el pragmatismo del trabajo inagotable.
La Chica de Flores contiene el carisma innegable. La entrega hacia la confrontación imaginaria contra las mafias. Mil cruzadas por la virtud espesa del Bien.
Pero al que se necesita pulverizar es, en exclusiva, a Macri.
El de los últimos 20 días de campaña que convocó multitudes predispuestas a resistir el regreso del Mal (tan módico).
La proustiana Avenue Gabriel
Desde la no política, Macri instala, otra vez, su recurso para hacer política.
No opera desde la constancia de la labor territorial.
Ni desde el fervor encarado en la facultad de resolver problemas.
La permanencia deriva de su condición de celebridad.
El Buen Producto Desperdiciado, el que debiera haber entregado el celular a quienes lo hostigan, hoy camina por la Avenida Gabriel.
Por dónde reside Madame Venus. La gran dama proustiana que mantiene, incluso en pleno agosto, el más distinguido Salón Literario de París.
Lo asedian los corresponsales. Periodistas autónomos como Dillon que prefieren registrar sus opiniones por los bordes del Sena, o en La Closerie de Lilas.
La Celebridad y el Mal módicoJunto a Sherezade, convertida en el pilar fundamental del proyecto.
El Ángel mantiene incrustado el oficio del político que se propone volver. Proeza que ningún presidente, después de Perón, pudo lograr.
La celebridad solo debe aguardar el fracaso de la última invención de La Doctora.
Fue eficaz para vencerlo. Pero, hasta aquí, es ociosamente intrascendente para gobernar.
Debe aguardar, también, el desgaste ordinario de los competidores internos de la Mutual, que hoy lo superan.
Pero que tienen que soportar el peso de su relato. La fantasía del imaginario.
La alucinación de la sociedad blanca que lo espera, aunque hoy sea el objeto prioritario para la destrucción.
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