La basura no se resuelve por fragmentos
*Por Diego Valenzuela. Pensar que la gestión de residuos en una metrópolis como Buenos Aires puede encararse de manera parcial, distrito por distrito
sólo puede entenderse a la luz de la ideología del conflicto y la competencia electoral que asoma en buena parte de las decisiones del gobierno nacional. La Buenos Aires metropolitana, integrada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y por 40 municipios de la Provincia de Buenos Aires, es una sola mancha urbana con temas comunes en la que viven 15 millones de habitantes. Estamos hablando de un continuo que representa el 37 % de la población del país y que recibe, cada 10 años, al equivalente a una Córdoba en población.
Esta "ciudad real" produce el 40 % de los residuos totales del país y genera nada menos que 22 millones de viajes diarios (en todos los modos de transporte).
Hay que entender que las metrópolis exceden las jurisdicciones.
No son ni ciudades, ni municipios, ni estados solamente. Son los lugares donde la gente vive y desarrolla sus actividades; de hecho, la mitad del empleo en la Ciudad Autónoma lo desarrollan manos de bonaerenses, lo que hace que ésta duplique su población cada día.
La basura, al igual que los transportes, necesita urgente una política de Estado metropolitana. En este sentido, con sus aciertos y defectos, el Ceamse ha sido una experiencia de cooperación interjurisdiccional que permitió por más de tres décadas dar respuesta a la basura que generan millones de ciudadanos metropolitanos.
Intentar liquidarlo a las apuradas y prohibir el movimiento de residuos entre jurisdicciones – como propone un proyecto presentado por el kirchnerismo en el Senado bonaerense- es ir a contramano de las prácticas razonables para la gestión de los temas complejos en las grandes ciudades.
La actitud del Gobierno nacional sólo se justifica en la decisión de fragmentar los temas para condicionar a quien piensa distinto, o no se alinea políticamente.
Es una práctica lamentable porque perjudica a los ciudadanos metropolitanos, que terminan siendo rehenes de los caprichos políticos de una parte de sus gobernantes, que sólo piensan en dañar a sus ocasionales competidores políticos al costo de no resolver los problemas de la gente.
El Gobierno de la Ciudad está haciendo fuertes inversiones en separación, reciclado, transferencia, tratamiento integral y autónomo de los residuos. Por supuesto que se debe transitar un camino desde el paradigma de "enterrar" al de "gestionar" la basura , pero debemos hacerlo con cooperación entre los gobiernos que componen la metrópolis. Y sin olvidar que estamos el mismo barco con la Provincia: tanto la Ciudad como los municipios del primer cordón comparten un alto índice de generación y las limitaciones de espacio para dar tratamiento a los residuos.
Esta metrópolis con muchos gobiernos se termina convirtiendo en una ciudad sin gobierno cuando uno de ellos se empecina en asfixiar a los demás.
La basura es un problema histórico, complejo y mundial, no de una gestión o distrito, y requiere de políticas de Estado basadas en acuerdos entre los gobiernos: la Provincia, la Ciudad y la Nación unidas, pensando solo en la gente.
Esta "ciudad real" produce el 40 % de los residuos totales del país y genera nada menos que 22 millones de viajes diarios (en todos los modos de transporte).
Hay que entender que las metrópolis exceden las jurisdicciones.
No son ni ciudades, ni municipios, ni estados solamente. Son los lugares donde la gente vive y desarrolla sus actividades; de hecho, la mitad del empleo en la Ciudad Autónoma lo desarrollan manos de bonaerenses, lo que hace que ésta duplique su población cada día.
La basura, al igual que los transportes, necesita urgente una política de Estado metropolitana. En este sentido, con sus aciertos y defectos, el Ceamse ha sido una experiencia de cooperación interjurisdiccional que permitió por más de tres décadas dar respuesta a la basura que generan millones de ciudadanos metropolitanos.
Intentar liquidarlo a las apuradas y prohibir el movimiento de residuos entre jurisdicciones – como propone un proyecto presentado por el kirchnerismo en el Senado bonaerense- es ir a contramano de las prácticas razonables para la gestión de los temas complejos en las grandes ciudades.
La actitud del Gobierno nacional sólo se justifica en la decisión de fragmentar los temas para condicionar a quien piensa distinto, o no se alinea políticamente.
Es una práctica lamentable porque perjudica a los ciudadanos metropolitanos, que terminan siendo rehenes de los caprichos políticos de una parte de sus gobernantes, que sólo piensan en dañar a sus ocasionales competidores políticos al costo de no resolver los problemas de la gente.
El Gobierno de la Ciudad está haciendo fuertes inversiones en separación, reciclado, transferencia, tratamiento integral y autónomo de los residuos. Por supuesto que se debe transitar un camino desde el paradigma de "enterrar" al de "gestionar" la basura , pero debemos hacerlo con cooperación entre los gobiernos que componen la metrópolis. Y sin olvidar que estamos el mismo barco con la Provincia: tanto la Ciudad como los municipios del primer cordón comparten un alto índice de generación y las limitaciones de espacio para dar tratamiento a los residuos.
Esta metrópolis con muchos gobiernos se termina convirtiendo en una ciudad sin gobierno cuando uno de ellos se empecina en asfixiar a los demás.
La basura es un problema histórico, complejo y mundial, no de una gestión o distrito, y requiere de políticas de Estado basadas en acuerdos entre los gobiernos: la Provincia, la Ciudad y la Nación unidas, pensando solo en la gente.