La Argentina, "en tierra de nadie"
* Por Luis Rappoport. El actual modelo económico descansa sobre una mina activada por el gasto público y la política de ingresos, y controlada por el precio del dólar y las tarifas de servicios públicos. Este mecanismo no es sustentable en el mediano plazo.
El Oscar del 2001 a la mejor película de habla no inglesa la ganó "En tierra de nadie". El film imagina un incidente tragicómico de la guerra Serbio Bosnia: dos soldados, Ciki y Nino, de los bandos enfrentados, se encuentran en un pozo cavado por alguna bomba caída tiempo atrás. Uno de ellos presiona una mina antipersonal. El mecanismo de esas minas se activa al pisarlas pero explotan al levantar el pie. El soldado que pisó la mina apunta con su arma a su enemigo para que no se escape, que corra su misma suerte. Un sargento de los Cascos Azules de las Naciones Unidas, trata de ayudarlos y todo se convierte en un ridículo show mediático. Diversos técnicos tratan, sin éxito, de desarmar la bomba. Al final, el soldado no puede mantener eternamente presionado el mecanismo y la mina explota.
El argumento parece una metáfora de la economía argentina .
Se nos dio por pisar el mecanismo hacia fines del 2006 y principios del 2007 cuando el gobierno decidió apostar a la inflación. Y para que no se note, intervino el INDEC. Entramos "En tierra de nadie". Hay dos diferencias con la película: la primera es que en el pozo, con la bomba presionada, no están solamente el oficialismo y la oposición. Estamos los argentinos.
La segunda diferencia es que la bomba serbia es siempre igual, mientras que el poder destructivo de la nuestra crece en la medida de la inflación . Dicho de otra forma, si hubiésemos levantado el pié hacia fines del 2007, la explosión hubiese sido la de un cohete de fin de año. Si levantamos el pié ahora, ya sería una bomba considerable. Si levantamos el pié hacia el 2012 enfrentamos una bomba atómica. Y si seguimos hasta que el cansancio nos voltee, vamos hacia un terremoto de nueve grados Richter. El mecanismo de nuestra mina antipersonal es el siguiente: con el gasto público y la política de ingresos -paritarias-, inflamos la bomba. Sosteniendo el precio del dólar y las tarifas de servicios públicos, mantenemos apretada la mina antipersonal.
El cansancio del soldado se puede medir por el costo de mantener presionado el dispositivo.
Tener el dólar quieto nos lleva hacia al -tan denostado- uno a uno de Cavallo... pero con inflación . La misma imposibilidad de que nuestras industrias compitan, el aumento de la importación y un coqueteo con la crisis de balanza de pagos. Tener quietas las tarifas públicas cuesta subsidios crecientes que nos aproximan a una crisis presupuestaria.
En lo social: una desigualdad social mayor y el estancamiento del empleo industrial en blanco. Hacia el largo plazo: no hay crédito ni un horizonte razonable para invertir y aumentar la productividad y la capacidad instalada. Pero a no alarmarse, tenemos un anabólico que nos da aire para seguir: es el precio de los commodities agropecuarios en el mercado internacional. Eso nos permite continuar de fiesta, y seguir presionando el mecanismo de la mina... e inflando su poder destructivo.
Para dar un ejemplo: si el precio de la soja fuese el de hace cinco años, ya estaríamos en una doble crisis, externa y presupuestaria. A los precios de hace un lustro, ya hubiésemos tenido una devaluación, un aumento de tarifas y más inflación.
Somos drogadictos que necesitamos dosis cada vez mayores: no alcanza con que los precios de esos commodities se mantengan, necesitamos que crezcan... Y nada crece eternamente, ni los anabólicos, ni el precio de la soja. Igual que en la película, ya llegan los técnicos. El gobierno limita las importaciones. Pero si un empresario necesita restricciones a las importaciones para producir, una vez que estas se establecen, aumenta los precios... y se acelera la inflación: aumenta el tamaño de la bomba.
Para tener una idea del peso de los subsidios: entre el 2009 y el 2010, crecieron un 47%, el doble de la inflación real, y más de cuatro veces la inflación del INDEC. Llegaron al 12% de la recaudación fiscal. Y a este ritmo, van a llegar al 14% hacia fin de año. El próximo gobierno -sea quien sea la víctima- va a recibir más consejos, por ejemplo: tratar de que la bomba no siga aumentando. Mantener los actuales desequilibrios, sin que crezcan más: o sea, aumentar el dólar y las tarifas "nada más" que en el nivel actual de la inflación. ¿Pero el lector se imagina cuanto sería la inflación si las tarifas y el dólar aumentasen "nada más" que el 23%? La otra opción sería parar de golpe los aumentos de precios y salarios, sin tocar el dólar y las tarifas. ¿Pero el lector se imagina la reacción sindical a una interrupción de las paritarias, cuando nadie se siente cómodo con su lugar en la puja distributiva? Lo más probable es que la tragicomedia termine igual que la película bosnia.