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La anatomía de una fábrica de cultura

* Por Gustavo Basso, Ingeniero y asesor en acústica. Un escenario de 144 metros cuadrados con tramoya a tres pisos de altura. Experto dice que su acústica es similar a la del Teatro Colón.

Después de quince días de su apertura, El Territorio emprendió una visita guiada por el Teatro de Lírica, un imponente ícono cultural que despertó la curiosidad hasta que fue inaugurado con La Traviata y la actuación estelar de Iñaki Urlezaga.

Desde unos veinte metros de altura hasta el escenario y descendiendo al último subsuelo del edificio donde operan los talleres se pudo observar cómo es la anatomía de este universo artístico.

Esperando la ópera

Durante estos días en el Teatro de Lírica se ensaya la ópera  Dido y Eneas, que será estrenada el jueves y que tiene un elenco aproximado de 60 personas.

Más de treinta artistas pertenecen al Coro del Centro del Conocimiento y para este espectáculo - basado en la versión de Henry Pursell- tomaron clases intensivas de actuación, sumando hasta el momento seis meses de preparación para una puesta muy prometedora. Sin embargo, muchos de los cantantes tienen experiencia en lírica, tanto en Argentina como en Paraguay.

Al espectáculo se sumaron bailarines y la música en vivo de la Orquesta de Cámara del Centro del Conocimiento, logrando así una ópera íntegra.

Mientras todos interpretan la conmovedora música teatral de Dido y Eneas, los técnicos movilizan otros engranajes de la obra.

Por ejemplo, una persona subtitula en tiempo real. Traduce al español las interpretaciones del elenco, que canta en inglés.

Paralelamente, otros mueven pesadas estructuras para que el espacio, adonde recién se representaba un barco en navegación, se transforme rápidamente en un palacio.
Es que Dido y Eneas tendrá unas seis escenografías diferentes y con varios cambios de telones, algunos de ellos creados por el artista plástico Ernesto Engel.

Sin embargo, otra distinción de esta obra es la pureza de la ópera que fácilmente puede ser apreciada en todo el Teatro de Lírica. Es que habita allí una acústica similar al Teatro Colón o el Argentino de La Plata.

Así lo ratificó a este diario Gustavo Basso, responsable de la acústica en la última reforma del Teatro Colón de Buenos Aires y que asesoró en el mismo tema para la terminación del Teatro de Lírica (Ver Como si fuera más grande).

En una visita guiada por el director de teatro Benito del Puerto y el Jefe de Técnicos Gustavo Prokopio, este diario pudo observar de cerca los detalles de la mole arquitectónica.
La travesía demandó más de una hora por pasillos y escaleras, adonde se pudo conocer los espacios funcionales del Teatro de Lírica.

La sala está terminada con un moderno y cálido diseño, con revestimiento de madera en pisos y butacas acolchadas.

El teatro está compuesto por 574 butacas y es notable cómo desde la platea preferencial o pullman se obtiene no sólo un panorama privilegiado sino también una apreciación más sutil de la música. Es el cuarto piso del edificio.

Allí se hallan ubicadas 173 butacas. "De acá se pueden ver las manos del pianista", aseguró Del Puerto en el recorrido.

Abajo, en la platea baja, se encuentra la mayoría de las butacas: unos 374 asientos, de donde se puede vislumbrar cómodamente  el espectáculo.

La fosa de la orquesta no está  terminada, por eso se oculta sutilmente con el escenario del teatro. Por la falta de espacio - para que actúe, por ejemplo, medio centenar de músicos- se deben quitar dos hileras de asientos en la platea baja.

Así ocurrió para la majestuosa presentación de La Traviata  días atrás. Una corta distancia separa la primera fila de un espacio que impresiona: el escenario.

Son doce metros de largo y otros doce de ancho. Desde su plataforma y mirando hacia arriba  se observa cómo es el entramado de los telones, que se despliegan a vertiginosos veinte metros de altura.

Desde la altura, varios técnicos se ubican para tareas que son imprescindibles, pero nada aptas para los que padecen vértigo.

Allí hay espacio para bajar o subir más de veinte telones distintos, movidos a tracción humana algunos, otros empleando motores. "Es una estructura que existe en los grandes teatros argentinos", según observa Prokopio en el recorrido.

"Organicé un grupo pequeño para que nos den un curso de tramoyista, de teloneros, de maquinistas que le dicen. Fuimos cinco, ahora se agregaron más chicos, todo de nuestro personal. No hay ninguno de afuera, todos de Misiones, del Centro del Conocimiento", contó Prokopio.

Otro universo en la profundidad

Desde los dos subsuelos y hasta el escenario del Teatro de Lírica se puede trasladar la escenografía y utilería más pesada a través de un montacargas, adonde también cabe el exquisito piano de cola, una de las mayores perlas de este centro artístico.

Además, el escenario del Teatro de Lírica cuenta con un ascensor por donde pueden arribar los artistas más selectos desde cómodos camarines vip, ubicados en la planta baja.

Allí permaneció el pianista Bruno Gelber hasta que llegó la hora de sus funciones, que tuvieron lugar el jueves y el viernes.

Bajo el imponente escenario del Teatro de Lírica se encuentran los camarines comunes, con paredes móviles de madera, donde decenas de artistas se visten y maquillan para cualquiera de las obras, como en Estirpe Nacional, que ayer se estrenaba.

En esos camarines colgaba una veintena de trajes aunque Prokopio se encargó de aclarar que se trataba sólo de una parte de la indumentaria del elenco.

De esa planta, otra escalera conduce hacia la Capilla de Prosa, que se ubica justamente detrás del Teatro de Prosa.

En este sector se guarece el piano de cola y se reparten salones con paredes de madera, espejos y suficientes asientos como para el dictado de clases.

Una cosa es evidente: cualquiera que no conozca bien los pasillos bien puede extraviarse.
Por esos pasillos están las habitaciones de la escuela de danzas, en la que se reparten aulas, atriles y pianos, según se puede observar en la travesía.

Abajo, ensayan los mayores, es decir la academia de danzas. El  espacio permite lograr despliegues importantes para grupos de bailarines, ante la ventaja de un techo alto y espejos extensos.

En el primer y segundo subsuelo se encuentran los talleres de utilería y escenografía, donde se fabrica - también con mano de obra de Misiones- gran parte de los materiales indispensables en las obras.
En el último subsuelo - además de contar con un garage que permite la entrada y salida de vehículos con privacidad - se dictan clases de cerámica y pronto se emprenderán talleres de vitrofusión, según adelantaron los técnicos del Teatro de Lírica.

Luz y sonido
Músicos talentosos como Osvaldo de la Fuente, Maximiliano Gruber y Matías Ortiz trabajan en el área de sonido del Teatro de Lírica. Operan desde una cabina especial que se ve apenas se atraviesa la entrada del Teatro de Lírica.

Mientras el elenco de Dido y Eneas canta, Ortiz aclara: "La sala está preparada para que esto suene naturalmente. Lo único que se está amplificando son los micrófonos de la orquesta. Se está escuchando así tal cual toca la orquesta, sólo hay un retorno (parlantes) para los cantantes".

La moderna consola que opera Matías desde su cabina es "como una especie de control remoto", dice, aclarando que el equipo prinicipal se encuentra detrás del escenario.  "Cuando necesitamos un monitoreo manejamos todo vía Wi-Fi", precisó. Matías se encarga de despejar dudas - como otros operarios del Teatro de Lírica- que "todos estamos aprendiendo".

Justo al lado de su cabina pero dividido por una pared de vidrio se encuentra el operador de luces. "Digan que soy de El Soberbio", dice Aldo Pérez, uno de los técnicos de luminotecnia y que también - como Matías- maneja una consola gigantesca.

"Contamos con más de cien artefactos (luces), dependiendo de la utilidad que se quiera dar o el tipo de enfoque. Pueden ser puntuales o generales. Se ponen filtros cálidos o fríos. Cada producción requiere algún registro específico de luz. Tenemos varias opciones. Tenemos cabezas robóticas, ocho móviles", precisa Aldo, quien debe seguir un guión técnico de la obra en escena.

Si bien aún se deben ajustar algunos detalles, como la repartición de entradas para los espectáculos, el Teatro de Lírica representa un indiscutible polo cultural, donde es posible soñar con obras de gran escala y con trabajadores locales que pueden vivir de lo que más aman: el arte.

 Opinión

"Como si fuera más grande"

Nosotros trabajamos en el Colón, hicimos toda la restauración nueva. Uno siempre va sacando ideas y se va inspirando en los nuevos diseños. Este teatro tiene como característica que es relativamente chico, pero con una tecnología acústica muy moderna. Fue concebido con un modelo digital, matemático, en computadora. Y en base a eso se decidió colocar todas las superficies internas. Cuando hicimos la medición antes de la inauguración, correspondía muy bien a lo que habíamos modelado previo a la obra, así que estamos muy contentos en ese sentido. Lo que sí tiene el teatro, a pesar de ser relativamente chico -uno podría decir de cámara, lírico-  funciona acústicamente como si fuera un teatro mucho más grande. En ese sentido quizás tenga una comparación con un teatro como el Colón o el Argentino de La Plata. Tiene elementos de acústica que imitan a los teatros grandes que son muy buenos para este tipo de música. Los que estuvieron a cargo de la obra fueron muy cuidadosos y respetuosos de lo que decidíamos.