La "amiga" de Cristina que pisa fuerte en YPF
El pasado jueves, en el acto que tuvo lugar en la refinería de YPF en La Plata, la presidente de la Nación, mencionó a Doris Capurro con una sonrisa. ¿Quién es ésta mujer?
En el acto que tuvo lugar en la refinería de YPF en La Plata, la presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner mencionó como "amiga" a Doris Capurro y todas las miradas se dirigieron a ella. ¿Quién es ésta mujer?
Doris Capurro es la mujer que pisa fuerte en YPF. Su poder creció por el simple hecho de que la número uno había posado su atención sobre ella y lo hacía saber a todo el país por cadena nacional. Habando seriamente no son amigas de contarse intimidades pero Capurro ha participado en más de una reunión con la Presidente y su voz es escuchada.
Miguel Galuccio, el titular de la petrolera estatizada, ya la conocía desde sus tiempos en Schlumberger y por eso no tardó en convocarla para hacer cirugía mayor sobre la imagen de la compañía.
Capurro quiere llevar adelante una "reingeniería revolucionaria". Cuando le preguntan qué porcentaje de su tiempo invierte ahora en la petrolera, suele responder más en serio que en chiste que "un 140 por ciento".
Otra de sus movidas importantes fue convencer a Galuccio en elegir juntos un consejo consultivo para dirigir la Fundación YPF, que antes manejaban los Esquenazi. Por ejemplo, los 3.600.000 pesos que se aportaban para mantener florido el Rosedal ya forman parte del pasado.
Nacida como Dorotea Gompertz, hija de alemanes (padre judío, madre aria, suele recordar, que escaparon hacia aquí en 1939, cuando Adolf Hitler incendiaba Europa y estaba a pleno el genocidio), quedó huérfana antes de los diez años y vivió, desde los catorce, sola con sus dos hermanas mayores.
Estudió sociología en la UBA, hizo un poco de periodismo de muy joven y asesoró mucho a las principales marcas del país. Le vendió su agencia de publicidad -Capurro y Asociados- a una empresa extranjera, se reinventó como encuestóloga, con Ibarómetro, y fundó la consultora Capurro, especializada en asuntos públicos y comunicación institucional, hoy con cerca de sesenta clientes de primera línea.
Antes de abrazarse al kirchnerismo trabajó para dos Macri: Mauricio (en Boca y en su primera campaña para jefe de gobierno, cuando perdió con Aníbal Ibarra) y para el fundador de la dinastía, Franco, con el que simpatizó más e, incluso, le consiguió un ghostwriter para que lo ayudase a escribir su autobiografía.
Doris Capurro es la mujer que pisa fuerte en YPF. Su poder creció por el simple hecho de que la número uno había posado su atención sobre ella y lo hacía saber a todo el país por cadena nacional. Habando seriamente no son amigas de contarse intimidades pero Capurro ha participado en más de una reunión con la Presidente y su voz es escuchada.
Miguel Galuccio, el titular de la petrolera estatizada, ya la conocía desde sus tiempos en Schlumberger y por eso no tardó en convocarla para hacer cirugía mayor sobre la imagen de la compañía.
Capurro quiere llevar adelante una "reingeniería revolucionaria". Cuando le preguntan qué porcentaje de su tiempo invierte ahora en la petrolera, suele responder más en serio que en chiste que "un 140 por ciento".
Otra de sus movidas importantes fue convencer a Galuccio en elegir juntos un consejo consultivo para dirigir la Fundación YPF, que antes manejaban los Esquenazi. Por ejemplo, los 3.600.000 pesos que se aportaban para mantener florido el Rosedal ya forman parte del pasado.
Nacida como Dorotea Gompertz, hija de alemanes (padre judío, madre aria, suele recordar, que escaparon hacia aquí en 1939, cuando Adolf Hitler incendiaba Europa y estaba a pleno el genocidio), quedó huérfana antes de los diez años y vivió, desde los catorce, sola con sus dos hermanas mayores.
Estudió sociología en la UBA, hizo un poco de periodismo de muy joven y asesoró mucho a las principales marcas del país. Le vendió su agencia de publicidad -Capurro y Asociados- a una empresa extranjera, se reinventó como encuestóloga, con Ibarómetro, y fundó la consultora Capurro, especializada en asuntos públicos y comunicación institucional, hoy con cerca de sesenta clientes de primera línea.
Antes de abrazarse al kirchnerismo trabajó para dos Macri: Mauricio (en Boca y en su primera campaña para jefe de gobierno, cuando perdió con Aníbal Ibarra) y para el fundador de la dinastía, Franco, con el que simpatizó más e, incluso, le consiguió un ghostwriter para que lo ayudase a escribir su autobiografía.