¿Kirchnerismo sin Kirchner?
*Por Rogelio Alaniz. No hace falta ser "Mandrake el mago" para predecir que si hoy hubiera elecciones Cristina Fernández ganaría en la primera vuelta.
Si esto es lo mejor o lo peor que le puede pasar a la Argentina es una pregunta irrelevante, porque no tiene respuesta práctica. Y si la tuviera, no sería porque los periodistas la elaborasen, sino porque la propia política, en su devenir, se encargaría de hacerlo. En este sentido, necesidades, intereses y azares se suelen confundir para provocar resultados a veces imprevisibles, a veces previsibles.
Por lo pronto, lo que puede decirse es que en las actuales condiciones lo más probable es que la presidente sea reelecta. De todos modos, para las elecciones nacionales faltan cincuenta días, un lapso que en la Argentina suele ser enorme y en el que pueden pasar muchas cosas, incluso que la popularidad de Cristina se venga abajo con la misma facilidad que subió en octubre del año pasado.
También puede ocurrir que amplíe su ventaja electoral, sobre todo si la oposición persiste en no dar pie con bola o el gobierno toma algunas iniciativas políticas de impacto, iniciativas que en los últimos meses han brillado por su ausencia.
Así y todo, convengamos que si el peronismo hoy es la fuerza política que se perfila ganadora, lo es, entre otras cosas, porque ha hecho los méritos necesarios para estar en ese lugar. A la señora Cristina la muerte de su marido seguramente le destrozó el corazón, pero políticamente la benefició. De todos modos, sería una simplificación burda suponer que su posicionamiento se produjo solamente por el llamado "efecto luto". Conviene recordar que después de la derrota en el campo y en las urnas Néstor Kirchner desarrolló una frenética actividad política cargada de iniciativas y logros. Al momento de su muerte, Kirchner había equilibrado la balanza y la estaba inclinando a su favor. Su muerte no operó en el vacío. Y además le otorgó a su increíble muñeca política un aura emocional que benefició a su esposa, mientras la oposición se quedaba hablando sola o haciendo señas como el célebre "Penado 14".
Si hoy la presidente se insinúa como ganadora de las elecciones es gracias a la construcción política creada por su marido, a lo que hay que agregarle el aporte decisivo de la "compañera soja", la militante más abnegada que ha tenido este gobierno, militante que le ha otorgado inusitados beneficios sin que la ingratitud de los beneficiados -distintos voceros del gobierno se cansaron de hablar pestes contra la soja- alterara su generosidad.