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Kicillof sacrifica las reservas

Por Marcelo Zlotogwiazda. Es absolutamente irrelevante lo que Cristina, el ministro de Economía o el titular del Banco Central declaran sobre una devaluación.

Es una medida que nadie va a adelantar y todo funcionario, indefectiblemente, va a negar en público. De hecho, Cristina había dicho el año pasado que "los que quieren ganar plata a costa de la devaluación y del pueblo van a tener que esperar a otro gobierno", y en enero impulsó un fuerte aumento del dólar oficial.

Tampoco es demasiado importante lo que cuentan entre cuatro paredes a gente de afuera, a menos que estén traficando información privilegiada.

Pero sí vale prestarle atención a lo que Axel Kicillof habla con su entorno más cercano. En confianza, el ministro está diciendo que hasta tanto lleguen nuevos dólares está dispuesto a seguir perdiendo reservas. Lo dice así de claro y sin dramatismo. Explica que esa es la única manera de evitar en la coyuntura que empeore la actividad económica: las otras dos alternativas son la devaluación o una mayor restricción en la entrega de divisas, y ambas generan más recesión.

En privado, el ministro se burla de los que proponen subir la tasa de interés para desarmar las expectativas de devaluación. Su razonamiento es que las expectativas han llevado al dólar negro, al contado con liqui y al dólar Bolsa a niveles tan delirantes, que para competir con esos precios deberían elevar la tasa a niveles estratosféricos. Opina que a las expectativas se las combate de dos maneras: con señales macroeconómicas como fue el aumento de la tasa de interés pasiva y el control de las activas; y ajustando los controles y metiendo presión para que afloje la especulación y las maniobras desestabilizadoras.

El relato conspirativo no es sólo parte del discurso público kirchnerista. Están convencidos de que hay sectores del poder interesados y activos para que el gobierno no termine bien, de modo de minimizar la chance de que en el futuro se intente aplicar un modelo similar.

Lo vieron confiado de que los dólares van a llegar, mientras la espera se paga sacrificando reservas. Dólares chinos; dólares rusos...

En economía no sobran pero tampoco faltan carpetas acercadas por bancos, fondos e intermediarios diversos, con ideas y propuestas para obtener financiamiento en el mercado.

Al respecto, es interesante observar qué está sucediendo en el mundo. España, país que atravesó hace muy poco serios problemas, colocó la semana pasada 3.500 millones de euros a cinco y diez años de plazo, a tasas por debajo del 1 y 2% respectivamente.

Portugal, otro de los que hasta no hace mucho formaba parte del defenestrado grupo de los Pigs junto con Italia y Grecia, colocó esta semana 1.000 millones de euros a una tasa del 1,8%, muy inferior al 4,6% que le exigieron a principios de año.

Si alguien objeta que se trata de países de la Unión Europea, desarrollados, y asistidos por el Banco Central de Mario Draghi, preste atención. Kazajistán acaba de colocar títulos por u$s 2.500 millones a diez y treinta años de plazo. Consiguió tasas muy bajas y recibió ofertas por el cuádruple de lo que pedía.

A los que desestimen el dato porque se trata de un país riquísimo en petróleo y gas, tal vez los haga reflexionar lo siguiente: la emisión de eurobonos por parte de países del Africa subsahariana está viviendo un boom. En lo que va del año las colocaciones ya superaron los u$s 10.000 millones de 2013. El proceso comenzó hace un par de años cuando Zambia tomó 750 millones a diez años a un rendimiento inferior al 6% anual. Lo siguieron Angola, Ruanda, Mozambique, Nigeria, Gabón, Ghana, e incluso Kenya, pese a que había defaulteado deuda por 2.300 millones hace poquitos años.

No va a faltar quien piense: "Lo de Africa es excepcional y se explica por el copamiento chino". Tenga en cuenta entonces que, más cerca de aquí, y dejando de lado el fácil acceso al mercado de los países market friendly como Perú, Chile y Colombia, el mercado de capitales le prestó dinero al populista Rafael Correa, y el mes pasado El Salvador obtuvo u$s 800 millones a más de veinte años y a una tasa algo superior al 6% anual. Cierto es que se trata de un país dolarizado, con política liberal y hasta calificado con investment grade por alguna agencia de riesgo. ¿Pero El Salvador puede y la Argentina no?

Parece mentira o increíble que, dado ese contexto, la Argentina esté sudando por falta de dólares. Hay dos razones que lo explican. Una es el gran pecado del kirchnerismo, que no supo aprovechar una oportunidad inmejorable para poder seguir creciendo sin que el país vuelva a chocar tan rápido con la restricción externa. Ahí se inscriben los errores que condujeron al agujero energético, la demora en mejorar el entramado industrial y bajar la dependencia externa, y la dogmatización del desendeudamiento, que los llevó a financiar obras de infraestructura con recursos corrientes.

La otra razón es el fallo descabellado de la justicia estadounidense a favor de los fondos buitres, que cerró el camino que, tardíamente, había emprendido el gobierno para tomar dinero en un mercado que está muy líquido y barato.

Nota extraída del diario El Cronista