Karina Rabolini: "Ayudar a los demás es una responsabilidad moral"
*Por Ana van Gelderen. La empresaria habla sobre su trabajo en la fundación Banco Provincia, la búsqueda de un embarazo y los vaivenes de la vida política.
Con paso decidido -algo que dice haber aprendido de su marido-, Karina Rabolini (44) entra sola al restaurante del Malba y pide una mesa en la que no haya demasiado ruido. La primera dama bonaerense, ahora "reelecta", está (¡vaya novedad!) elegantísima, con una cartera Hermés envidiable y el pelo suelto. Se ve definitivamente más joven que con su clásico rodete sesentoso, y además tiene puesta en la mano derecha una de esas pulseritas coloradas que alguna vez tuvo la inscripción "lembranga do Senbor do Bonfim da Babia", que en castellano alude al "buen fin". La consulta pasa por hace cuánto que la tiene. "¿Vos sabes que no se me corta más? Ni siquiera pedí un deseo. Me la ató hace años la gerente de la empresa cuando volvió de Brasil, y ahora todo el mundo me dice que no me la desate, porque trae mala suerte. Morirá en mi mano...cuenta risueña la dueña de la marca que lleva su nombre y presidente de la fundación Banco Provincia.
-¿Te llena la actividad en la Fundación?
-Mirá: he trabajado toda la vida en el área social. Pero recién ahora, con la Fundación, asumí un rol ejecutivo. Hago lo que me gustaría que hiciera la mujer de cualquier gobernador.
Ayudar a los demás, para mí, es una responsabilidad moral. Estamos a punto de terminar de recorrer toda la provincia ofreciendo ayuda en salud, educación y desarrollo social. Nos quedan sólo dos municipios. Además, la semana que viene estoy yendo a Avellaneda y Lanús, para repartir anteojos entre chicos que los necesitan. La gente nos recibe agradecida. Me dan satisfacción casos como el de Alexander, que ahora tiene sus lentes y que antes leía sólo en letra grande o pegándose al pizarrón.
-Podrías no hacerlo.
-Es que tengo acceso a lugares a los que a otra gente le resulta difícil llegar. No puedo desaprovechar la oportunidad.
Me pesaría más la mochila de no ocuparme que la de hacerlo. A pesar de que a veces tengo mis propios problemas y siento que no tengo la fortaleza.
-Deja la modestia de lado: ¿qué responsabilidad tenés en la arrasadora reelección de Scioli?
-(Piensa) Mi aporte a Daniel fue darle libertad y acompañarlo siempre. Muchas veces desde el silencio.
-¿Siendo una esposa no demandante, por ejemplo?
-Exactamente. Muchas veces he tenido una lista de temas de pareja o cotidianos para plantearle y discutir, pero al verlo llegar cansado y cargado de cuestiones políticas para
resolver, me los guardé. Decía: "Será en otro momento".
-¿Nunca te dan ganas de que vuelva a ser un empresario, alguien más anónimo?
-Es que hace tantos años... Tal vez sí, desde que Daniel es gobernador siento el peso de la política como nunca antes. Con todo su rigor. No lo sentí cuando era vicepresidente, diputado o secretario de Turismo.
-¿A qué no te acostumbrás de la política?
-Daniel es una persona muy leal. Está convencido de que hay que trabajar en equipo y tiene palabra. Me duele la falta de lealtad. Yo no tengo la tolerancia, la paciencia ni el corazón de él.
Despierta admiración en mí. Muchas veces, cuando algo se me complica, para no enojarme pienso: "A ver, a ver... ¿cómo reaccionaría él?". Trato de tener temple, calma y de ordenar los problemas según su prioridad. Porque a diferencia de Daniel, yo soy muy insegura. Aunque tal vez yo sí tenga una tendencia al consenso. Soy una buena segunda.
-Se cumple el "detrás de todo hombre hay una gran mujer".
-Escucha mi opinión como escucha la de otros. Ya sea en cuestiones políticas -de lo que más se habla en casa- como en otros temas. A veces le digo: "Guarda acá, guarda allá". Somos compañeros de vida más allá del amor. Tenemos muy buena convivencia.
Mi casa es muy armónica, a pesar de que siempre hay gente circulando. Y a pesar de trabajar tanto, si a Daniel lo llamo por algo importante, esté donde esté me responde. Es muy contenedor.
-¿No se angustia?
-¿Sabés que no? Le pregunto: "¿Cómo puede ser que seas tan feliz?". Yo tengo altibajos. El siempre fue un tipo distinto. Lo conocí cuando tenía 28 años, y yo 18. Ya desde esa época era raro... pero siempre muy afectuoso.
-¿Cómo seguís llevando la búsqueda del embarazo?
-A veces bien, a veces mal. Son épocas. Depende el día.
-¿Los médicos te ponen plazos?
-Sí. Y sé que cuanto más pasa el tiempo, menores son las probabilidades. Pero no tengo una fecha cierta.
-¿Y vos te ponés plazos? -Me los he puesto, pero los sigo rompiendo y vuelvo a intentar. Es muy
difícil ser determinante.
-¿Pensás en adoptar?
-Todavía no. Conservo esperanzas de ser madre biológica. Aunque admiro a quienes toman la decisión de adoptar. Hoy no estoy preparada. Mañana por ahí lo esté.
-¿Por qué tenés tanto deseo de ser madre biológica?
-Todo el mundo me dice que es lo mismo, que el tema es ser madre. No sé... Supongo que por algo cultural...
-Llegado el caso, sería un lindo mensaje que adopten.
-Es lo que menos me importa. Si me tengo que guiar por el calendario político, me muero.