Justificado reclamo de los comerciantes por la ola delictiva que los perjudica
Una extensa crónica publicada recientemente en este diario ofreció datos, testimonios y detalles de la inseguridad que se abate sobre nuestra región, deteniéndose especialmente en la ola de robos y asaltos que castiga en los últimos meses, con inusitada frecuencia, a cientos de comercios minoristas, al extremo de que los propietarios damnificados ya calculan esa alternativa como un "costo fijo" a tener en cuenta en sus balances.
Esta situación habla de un resignado desaliento por parte de quienes -al igual que el resto de la población, pero acaso más expuestos por las características de su actividad- no encuentran respuestas frente a la persistencia de un flagelo que es muy conocido, pero que, pese a ello, parece acentuarse sin que las autoridades atinen a ofrecer soluciones.
Comerciantes que ya perdieron la cuenta de las veces en que sus establecimientos fueron asaltados -algunos suman más de veinte asaltos contra sus comercios- y que, ahora, pese a los perjuicios económicos que sufren, ni siquiera concretan las denuncias correspondientes; negocios que soportan a veces dos robos en un mismo día, o varios en pocas jornadas; empresarios que abrieron tres locales a la vez, en distintos puntos de la Ciudad y que fueron asaltados a poco de ser inaugurados, son algunas de las historias comunes que se suman con facilidad y que concluyen en la angustia y el miedo de los comerciantes, como sensaciones inevitables luego de cada asalto. Ello en el mejor de los casos, ya que se registran episodios mucho más graves, por la creciente violencia de los asaltos, como bien lo refleja la crónica cotidiana.
Los testimonios no dejan dudas: la mayoría de los comerciantes perjudicados ya no sabe cómo reclamar frente a esta ola de inseguridad. Pocos años atrás un empresario platense ideó un llamado "brindis de conmemoración", a raíz del décimo asalto sufrido en su comercio en poco tiempo.
De algún modo, tal como se señaló en su momento, aquel brindis -al que asistieron dirigentes de entidades empresarias de la Provincia- fue, en realidad, un intento de que se prestara atención a la ola de delitos que cotidianamente afecta a nuestra región y que actúa, con la misma frecuencia y la misma impunidad, en los comercios, las viviendas y la vía pública.
Es verdad también que son muchas las reuniones vecinales y movilizaciones callejeras, a las que se convoca a las autoridades judiciales y policiales, que intentan llamar la atención sobre esta problemática. En algunas localidades, como las de Gonnet, City Bell y Villa Elisa, las asambleas vecinales se tornaron periódicas, organizadas tanto por los vecinos en forma particular como por el Foro de Seguridad de cada zona. Pero estos son apenas algunos ejemplos, porque en la mayoría de los barrios se registran distintos formatos de reclamos por la inseguridad.
Sin embargo, está claro que el cuadro de inquietud de comerciantes y vecinos ante semejantes avances de la delincuencia se agrava definitivamente cuando se verifica que las protestas e, inclusive, las sugerencias que se presentan no son atendidas ni experimentadas, contribuyendo a la desazón y el temor. La presencia policial en las calles de la Ciudad sigue siendo visiblemente insuficiente y para medir la ineficacia de todo el accionar preventivo de Seguridad basta con atenerse a los resultados.
Es imprescindible, por consiguiente, que las autoridades tomen más cartas en el asunto y asuman que es imprescindible y urgente replanificar la seguridad, aportándole además todos los recursos necesarios para que se vuelva efectiva.