Justificada alarma por la crisis que atraviesan los médicos terapistas
Una preocupante alerta sobre la creciente falta de médicos terapistas en nuestra ciudad motivada, entre otras causas, por las bajas remuneraciones y el alto nivel de estrés que sufren los profesionales, formuló jornadas atrás la Agremiación Médica Platense, dejando así a la vista una situación que implica la existencia de un serio riesgo para la calidad de la atención que deben recibir los pacientes críticos y que, además, afecta la excelencia en la prestación que brindan muchos hospitales.
Hace algo más de un mes se había hecho pública la inquietud existente en el Hospital de Niños de La Plata que, según se dijo, enfrenta en estos días una acuciante crisis de recursos humanos en el área de terapia intensiva, ya que en el término de un año seis de sus médicos renunciaron para irse a trabajar a un hospital de Florencio Varela en busca de mejores sueldos.
Sin embargo, ahora la agremiación local amplió la magnitud del problema al indicar que el 40 por ciento de las salas de terapia intensiva de adultos, niños y recién nacidos de la Ciudad registra un pronunciado déficit de médicos terapistas. Corresponde consignar que una situación similar se plantea en todo el país.
El problema afecta tanto a terapistas del sector público como del privado, quienes describen una situación laboral signada por las malas remuneraciones, el alto nivel de estrés propio de la especialidad y la necesidad de afrontar una rutina desgastante de hasta tres guardias semanales para completar un salario que les permita subsistir.
Tal panorama fue corroborado por el testimonio brindado a este diario por médicos de los hospitales Español, San Martín y San Roque, todos de nuestra ciudad, que ofrecieron no sólo un diagnóstico de la situación planteada, sino que sugirieron algunas de las medidas que debieran adoptarse en el área sanitaria, partiéndose siempre de la necesidad de que se respete la cantidad de profesionales por cama necesaria para garantizar una atención óptima del enfermo.
No obstante, no faltaron algunos pronósticos pesimistas, el primero de ellos basado en que ni la formación profesional ni el sistema de salud prevén el futuro del terapista, según se aprecia desde la agremiación. Los nuevos médicos, se advirtió, no eligen esta especialidad y otros la abandonan, porque entienden que no van a poder resistir ese nivel de estrés toda la vida con una remuneración escasa. Ello permitiría avizorar, a un plazo relativamente breve, una desaparición de estos profesionales.
En la mayoría de las terapias del sector privado, los especialistas son contratados como médicos de guardia: si bien facturan sus prestaciones a la clínica no forman parte del staff permanente. Esto implica que no gozan de las condiciones laborales básicas de cualquier trabajador, es decir que el empleador no les realiza aportes provisionales, no tienen vacaciones pagas, ni aguinaldo, añadieron.
Se sabe que muchas disciplinas profesionales sufren períodos declinantes o se ven obligadas a enfrentar circunstancias muy adversas. No son, en este caso, los propios médicos terapistas quienes pueden superar tal contingencia. Son, en cambio, las autoridades del área de salud las que deben hallar fórmulas superadoras, profundizando todas aquellas políticas e impulsando aquellos incentivos que sirvan para defender y jerarquizar a esta valiosa e imprescindible rama de la medicina.