Justicia y poder político
Lo que en un juicio normal sirve para dictar sentencia justa, parece ser dejado de lado cuando está de por medio el poder político, en cuyo desarrollo juegan otras valoraciones y especulaciones.
¿Podía esperarse algo diferente? Es verdad que, violando todos los tratados a que está obligada, la República Argentina vendió 6.500 toneladas de armas y municiones entre 1991 y 1995 a Croacia y Ecuador, países sobre los cuales pesaban embargos internacionales, porque ambos se hallaban en guerra; Croacia contra Serbia y Ecuador contra Perú.
Esto, con el agravante de que nuestro país era garante del mantenimiento de la paz entre los dos países sudamericanos. Es verdad, también, que quedaron probadas de manera plena e irrefutable esas ventas clandestinas, como lo es que el estallido de la Fábrica Militar de Río Tercero (3 de noviembre de 1995, siete muertos, más de 300 heridos y la destrucción de numerosos inmuebles) fue intencional y tuvo por finalidad destruir las pruebas de ese contrabando calificado.
Y es verdad que todas las evidencias incontrovertibles fueron finalmente desestimadas por la Justicia, porque espurios acuerdos protegerían al ex presidente Carlos Menem y a las otras 17 personas que intervinieron en esos episodios.
¿Podía esperarse algo distinto de una administración de justicia que sigue siendo una dependencia del poder político? Menem ya estaba protegido de un eventual encarcelamiento, porque disfruta del fuero que le otorga su condición de senador de la Nación.
Pero el kirchnerismo y el menemismo –que históricamente se acusaron en forma mutua– se necesitan ahora. El voto del legislador riojano, por caso, es imprescindible en la actual integración de la Cámara Alta, porque sirve para evitar una derrota del oficialismo en instancias riesgosas para su proyecto hegemónico. Lo demuestra su voto a favor cuando se trató el pliego del nombramiento temporario de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central.
Ya existía otra irrefutable verdad: en 1994, Cristina Fernández de Kirchner era senadora nacional cuando votó a favor de la reforma de la Constitución Nacional para permitir la reelección de Menem, prohibida por la Carta Magna desde 1853. Menem agradece ahora no sólo con su voto, sino también con sus ausencias.
Ese es el sentido y estilo de la política nacional, que se consolidará en las elecciones del 23 de octubre próximo, cuando el ex presidente intente nuevamente revalidar sus pergaminos. Esta candidatura ya fue acordada con el kirchnerismo, aunque ahora ya no necesita del blindaje del fuero parlamentario para evitar el encarcelamiento en la causa del contrabando de armas.
¿Podía esperarse justicia de la Justicia, tal como se la conoce y practica en nuestro país desde hace demasiado tiempo? Todo lo que en un juicio normal sirve para dictar sentencia justa queda de lado cuando está de por medio el poder político. No vale la pena dar vuelta la página, porque la que siga será igual o peor que la que acaba de escribirse.