Justicia social plena, una deuda más que pendiente
La desigualdad es el fantasma que recorre América latina, la gran amenaza al bienestar de sus pueblos y comunidades.
La desigualdad es el fantasma que recorre América latina, la gran amenaza al bienestar de sus pueblos y comunidades. La nuestra, es la región más desigual del planeta, con países donde los sectores más ricos poseen una renta a veces más de 20 veces superior a la de los sectores medios.
La desigualdad es una afrenta al sueño democrático, el rostro más oscuro de nuestro fracaso social. Allí donde hay desigualdad hay hambre, pobreza, marginalidad, exclusión y por ende, violencia. La violencia nace ante el atropello que genera un orden injusto que crea y reproduce sin descanso humillados y expulsados del estado de bienestar. Las primeras páginas de los diarios son la prueba elocuente de este escándalo social.
De Santiago de Chile a Haití, pasando por Guatemala o El Salvador, la mirada arroja un panorama más que preocupante. También la Argentina, otrora granero del mundo, no deja de “producir” pobres y excluidos cuyos nombres y rostros, tantas veces, no vemos ni conocemos.
La desigualdad no puede ni debe naturalizarse, por el contrario, la lucha contra ella debiera ocupar el primer lugar de las agendas y los programas de gobierno.
Por eso hoy, 20 de febrero, Día Mundial de la Justicia Social nuestro pensamiento y nuestra acción deben estar puestas en tratar de imaginar de qué modo contribuimos a revertir un escandaloso estado de situación que nos debiera avergonzar como miembros de la comunidad humana.
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