Julio Iglesias: un cantante maduro y carismático
Por Julieta Nassau* Entrevista con el compositor, a días de haber lanzado 1. Vol. 1, un disco que reúne 14 temas de su larga carrera.
"A ver cómo me conquistas", dice con su tonada española y la voz carrasposa que le dejó una gripe. Julio Iglesias está sentado desde el mediodía en el sillón de un salón de conferencias de un lujoso hotel de South Beach. Desde allí, ve desfilar frente a él a una decena de periodistas. Cada una de ellas, en algún momento del encuentro con el cantante, no puede evitar sonrojarse ante la proliferación de elogios en los que el músico incurre cada vez que se presenta ante una mujer.
Ni las líneas de fiebre con las que amaneció ni la seguidilla de entrevistas que lo mantienen hace horas encerrado y hablando de su nuevo disco, Julio Iglesias 1, impiden que el cantante de 68 años se destaque como el más enérgico del lugar. "A ver cómo me conquistas", desafía al comienzo de la entrevista con LA NACION. Es un reto difícil. Sale de la boca de un hombre que hizo su carrera de 43 años sobre la base de esa fama de conquistador que ratifica a cada minuto. Sin embargo, él rechaza rápidamente ese mote y lo reemplaza por otro: "Seductor, porque un seductor tiene un don natural -explica-. Si yo no lo fuera, ya estaría fuera del mercado, porque seducir es cansador si no es natural", asegura, y da cátedra en la siguiente media hora.
Hay una certeza que Julio Iglesias repite constantemente y que demuestra cuál es el origen de esa necesidad de cautivar con la actitud. "Yo cuando escucho mis primeras canciones, digo: «No puedo creer que cantara tan mal», pero, tal vez, tenía el encanto de una identidad y de un estilo", reflexiona. Ese fue, a su vez, el impulso para grabar el nuevo disco. "Yo antes era un cantante muy mediocre. No es que esté insultando a la gente que ha comprado tantos discos; lo que canté en esos primeros veinte años, las canciones mías, le gustaban más a la gente. Entonces, las he vuelto a cantar, y mucho mejor", destaca, sobre todo, temas como "Hey", "Un canto a Galicia" o "Me olvidé de vivir". El cantante es muy gráfico cuando concluye, con humor, con la idea: "Mi hijo menor [Guillermo], de cuatro años, ahora por lo menos resiste un minuto y medio con el auricular; antes, a los dos segundos, lo quitaba".
Según el cantante, esta evolución se debe a su experiencia y, principalmente, al haber compartido canciones con artistas de la talla de Frank Sinatra y Stevie Wonder. Además, hace gala de los resultados positivos que las nuevas tecnologías llevaron al estudio de grabación, aunque demuestra ser un renegado de éstas. "Yo no sé entrar a Internet, ni quiero saber hacerlo. Si entrase, estaría siete u ocho horas diarias metido, porque soy un buscador de vida y de ideas. Entonces, prefiero decirle a mi gente que me busquen las cosas; total, yo siempre estoy con gente y cuando esté solo, que va a ser nunca, no lo voy a necesitar, porque estaré muerto", señala el hombre que tiene ocho hijos.
ENCUENTRO PARA TODA LA VIDA
"Yo no nací cantante. Hay futbolistas que empiezan a jugar al fútbol a los 16 años, y hay cantantes que empiezan siendo abogados o jugando al fútbol, como yo." Así, Iglesias recuerda su primer contacto con la música. Su vida se dividía entre las últimas clases de la carrera de Derecho y sus horas como arquero en las divisiones inferiores del Real Madrid. El día anterior a su vigésimo cumpleaños, un accidente lo dejó postrado en una cama por un año y medio.
Entonces, un enfermero le acercó una guitarra y desde allí encontró el amor más duradero de su vida. La guitarra fue la manera más placentera para lograr que los dedos de su mano volvieran a moverse y la composición de las letras fue su canal de desahogo. "La vida sigue igual" fue el resultado. La canción tuvo éxito primero en la habitación de rehabilitación entre su círculo más íntimo. Después, en Londres, adonde viajó a estudiar inglés y, por las noches, cantaba en los bares. El siguiente paso fue el Festival Internacional de Benidorm, en 1968, al que afirma ganó "por casualidad". De ahí, su primer contrato discográfico, con el que lanzó Yo canto, el primer disco de los ochenta que tiene en su haber. "Ahí me convierto en un artista que se llama popular, y digo: «Bueno a lo mejor esto es mi vida»", completa su historia.
Desde entonces, pasaron los recitales, los contratos, los discos de oro, de platino, e incluso de diamante, lo que le valió el ingreso al Libro Guinness. "Nací en la música por casualidad y no estoy en la música ya por casualidad. Hoy la música es mi vida entera", concluye, mientras piensa cada palabra.
DE MARBELLA A MIAMI
Tiene su flor propia en París, hay una avenida con su nombre en Marbella y un "día Julio Iglesias" en Las Vegas. Además, tiene una casa en Miami, otra en España y una más en Punta Cana. Se le nota el español, se le escapan palabras en inglés y, con irreverencia, imita los modismos argentinos. La canción "No soy de aquí", aquella de Facundo Cabral a la que le vuelve a poner la voz en este disco, cobra sentido cuando él habla. "Yo no tengo un lugar", asegura. Inmediatamente, su discurso oscila entre la demagogia y la confidencia. "Pertenezco a donde canto. Cuando un artista va a cantar a un sitio al principio de su carrera, una de las imágenes que tiene siempre es si va a volver o no. Cuando pienso que puedo volver a cantar a tu país o a China, es una emoción", se sincera. Así, mientras define cuáles serán los próximos destinos de su gira, hay algo de lo que está seguro: "Yo pienso cantar, si la gente me deja, hasta que me muera. Y este disco va a hacer que siga apasionado con lo que hago, que es cantar".
UN DON JUAN DEVENIDO EN HOMBRE DE FAMILIA
Julio Iglesias parecía un mujeriego incurable. Incluso fue señalado como uno de los cinco artistas con más amantes en su historial. Sin embargo, desde que apareció Miranda Rijnsbrurger, la modelo holandesa con quien se casó el año pasado tras quince años de noviazgo, eso cambió. Cuando habla de ella, no quedan rastros de ese Don Juan. "Estoy casado desde que conocí a mi mujer. La amo como no se puede amar a una persona más.
Porque tenemos una vida, en la que están también mis hijos, que me han llenado de fuerza, de aliento y de tantas cosas. Entiendo mucho más la vida ahora de lo que jamás podía entenderla antes", expresa. Junto con Miranda, Julio tuvo cinco hijos, que tienen entre cuatro y catorce años. A ellos decidió criarlos de una manera distinta que a los tres que tuvo con su primera esposa, María Isabel Preysler: Chábeli, Julio y Enrique. "Los chicos pequeñitos viajan conmigo y estudian con profesores. No puedo estar sin ver a mi familia siete, ocho días. No, eso se acabó." No obstante, no escatima en elogios hacia su hijo más famoso, Enrique. "El no necesita consejos porque es un campeón. Lo que pudo haber aprendido de mí es el amor profundo que tiene por su carrera, como lo tengo yo, es un profesional del carajo."
SU CARRERA, EN CANCIONES
En su nuevo disco 1 Vol. 1, lanzado el 9 de este mes en América latina, Iglesias da cuenta de su trayectoria: con 14 canciones elegidas cautelosamente, recrea muchos de los temas que lo han convertido en uno de los grandes artistas de la música latina. Después de tres años de trabajo, le puso a cada uno de sus temas actualidad. Este ambicioso proyecto tendrá una segunda parte, con Vol. 2, que saldrá a la venta, en 2012.