Jubilarse hoy es más un castigo que un beneficio
La situación de los adultos mayores es penosa, cuando toda una vida de trabajo debería premiarse con un buen descanso.
El país está en emergencia y, en consecuencia, la situación de millones de jubilados es desesperante. Pero la paradoja indica también que son los primeros en ser perjudicados y en recibir el ajuste cuando los números no cierran.
En Argentina hay más de 5 millones de jubilados, y más de la mitad de ellos cobran el haber mínimo. Las últimas medidas de Alberto Fernández son bien recibidas para este sector, pero los que cobran tan solo un poco más son los grandes perjudicados, en pos de seguir la idea de “achatar” la pirámide de ingresos de los adultos mayores.
La lógica debería afirmar que una persona que aportó por 30 años de trabajo debiera tener una jubilación necesaria para poder sustentar su nueva vida de descanso sin muchas preocupaciones, sea cual fuera su ingreso como trabajador activo. Debería tratarse de un beneficio luego de haber cumplido con sus obligaciones durante tres décadas de su vida o más.
Pero no: ser jubilado resulta ser un castigo, en el que los ingresos y la capacidad económica disminuyen sustancialmente, mientras que la vida cotidiana es igual o mucho más costosa que durante su época de trabajador activo.
A esto podemos sumarle la penosa situación del PAMI: imposibilidad de poder sacar un turno para cualquier especialidad en un corto período de tiempo, maltrato de parte de los trabajadores que atienden a los jubilados, la cancelación de fechas de consultas médicas sin justificación… y todo esto sin tener en cuenta los enormes gastos económicos que conllevan los tratamientos médicos.
Pasar por el PAMI es una diferencia sustancial con respecto a lo que puede ofrecer cualquier obra social, por más mala que sea. El que va en busca de salud termina perdiéndola. Y todo conlleva a la muerte. Y en ese caso tampoco el PAMI te sirve de mucho: solo te cubre una mínima parte de lo que cuesta llevar a cabo un velatorio con entierro o cremación.
Lo primordial sería poner en estudio un proyecto para modificar el sistema previsional. No puede ser justo que la suma de casi tres jubilaciones mínimas no alcance a cubrir las necesidades que establece la canasta básica de alimentos, sin tener en cuenta otros gastos accesorios como medicamentos y los propios de la vivienda.
Pero más necesario es saber qué plan económico tiene el Gobierno para poder bajar los costos de vida de todos los estratos de la sociedad. Y también es necesario saber quiénes son los responsables de haber saqueado los fondos de la caja de los jubilados durante los últimos años, lo que ha conllevado a esta grave situación, en la que el Estado parece estudiar y llevar a cabo la mejor forma de repartir la miseria que han dejado.
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