Jorge Ríos, el jubilado que mató a un ladrón, volvió a hablar: "Estaba enceguecido, no me acuerdo lo que hice"
El hombre de 71 años manifestó que le arruinaron la vida y que él no nació para matar. El hombre cumple con arresto domiciliario.
Jorge Ríos, el jubilado de 70 años cumple con arresto domiciliario por el homicidio agravado por el uso de arma de fuego en perjuicio del asaltante Franco "Piolo" Moreyra, en Quilmes, habló con Mauro Viale en A24 junto con sus abogados: "Yo tengo toda la tranquilidad del mundo encima y las cosas que ocurren, ocurren bien o mal, con errores, con apuros".
Actualmente el jubilado se encuentra recuperándose de algunas heridas que sufrió, pero puso énfasis en la parte anímica: "La estamos piloteando, no es fácil. Ahora se me viene toda una película encima donde imagínese que tengo que seguir viviendo, pero dónde, con quién, de qué manera".
Ríos contó que ya habían entrado dos veces a su casa y allí comenzó la secuencia: "Estos desgraciados no me van a agarrar otra vez". Y agregó: "Entonces prendí el televisor de la cocina, me senté en una reposera y ahí fui y agarré el arma (una Bersa Thunder calibre 9 milímetros), que estaba con seguro, y me la puse en la parte de atrás de una especie de repisa en un esquinero, apoyando el codo en la mesa, y no sé cuánto habrá pasado hasta que los delincuentes volvieron por tercera vez".
"En una de esas sentí ruido, vi que se abría la puerta. Me estaba incorporando cuando sentí el picaporte, (el ladrón) vio que estaba abierta y se me mandó con todo. Me di vuelta, agarré el arma y ya lo tenía encima. Ahí con la luz del televisor vi que algo le brillaba en la mano, pensé que era un cuchillo, ahí ya nos trenzamos, voló la mesa a la miércoles, lo que estaba arriba y ahí lo que quería era sacarlo afuera", continúo el relato.
"Me dio un galletazo por acá (se señala el rostro). Yo no tenía forma de pegarle, le tenía la mano, porque tenía miedo de lo que para mí era un cuchillo y no podía hacer nada con el arma", explicó.
"Tirate al piso, tírate al piso, que no te quiero tirar", le advirtió Ríos al ladrón que rápidamente cruzó a la casa del vecino. "Ahí me volví loco porque entré a los gritos. '¡Comadre, se te meten adentro, encerrate!"... Cuando me asomé por el tapial, que hay como un cantero, lo vi que estaba trepando el techo por una enredadera y yo, iluso, le dije: 'parate, parate'... Tiré como tres o cuatro tiros para el lado ese, sin apuntar, era de noche, y ahí se perdió", añadió.
Luego, el jubilado confesó cuando decidió salir a la calle: "Tenía una calentura, no veía nada, estaba enceguecido, con bronca. Si a uno le entraron tres veces, lo cagaron a palos y le pasó lo que pasó, no le agarra un poco de bronca en ese momento... Salí como un zombie, porque yo no salí ni corriendo ni como loco, salí caminando nada más, y me fui hasta la esquina, cuando llegué lo vi ahí, después se me nubló todo, ni me acuerdo lo que hice".
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