Jorge + Jorge
*Por Escritas por Héctor Mauriño vasco@rionegro.com.ar. Otra vez Jorge y Jorge se han puesto de acuerdo. El motivo: existe una posibilidad real de recuperar la capital para ese haber común que es el MPN.
La divisa que promete alumbrar la proeza no es la azul sapagista ni la blanca sobischista sino una mezcla de las dos: la celeste de José Brillo, el único de los precandidatos que mueve en serio la aguja en las encuestas.
El viejo adagio de la política local advierte que sólo una oposición unida puede derrotar al MPN. Pero el MPN ha aprendido en los últimos años, a fuerza de perder ciudades y a veces ganar con lo justo, que su hegemonía está en crisis y que sólo férreamente unido puede resistir con éxito el asedio opositor.
Por eso los Jorges se aman y se odian, se rechazan y se buscan; se necesitan, los une la supervivencia. De ahí, también, que el partido provincial trabaje en dos planos concurrentes: mantenerse cohesionado y dividir a la oposición.
Claro que en esta última labor no pocas veces cuenta con la ayuda inestimable de las propias fuerzas opositoras. Las elecciones capitalinas del 23 de octubre en las que esas fuerzas insinúan presentarse fragmentadas confirman ese escenario.
Para hacer posible la receta inapelable de los Jorges era preciso disciplinar plenamente a la tropa, que los cinco precandidatos no tocados por la varita mágica de las encuestas se bajaran. Ayer por la tarde, cuando esta columna estaba todavía en elaboración, se sucedían las negociaciones para hacer posible el objetivo pero todo indicaba que habría "consenso".
Demás está decir que nada es gratis y que hasta último momento los desairados pugnaban por obtener una compensación. Los más sólidos en la lista de concejales, el resto en el hipotético pero para nada imposible futuro gabinete municipal. Algo nada sencillo, porque después de asignarse los puestos expectables entre los incondicionales del sobischismo y del sapagismo no quedaba mucho por repartir.
Curioso: la resistencia más cerrada la oponían hasta último momento los precandidatos 'del palo' del gobernador, sorprendidos una vez más por su pragmatismo. Brillo no era el candidato que llevaba 'in péctore', entre otras cosas porque considera que el ex jefe de Gabinete de Sobisch le hizo un pagadiós después de su reelección como diputado. Pero Sapag se allanó ante la evidencia de su oráculo preferido: las encuestas.
También lo hizo por lo dicho al principio: el gobernador tiene muy claro que hay que mantener unido al partido y si para Sobisch Brillo es caballo ganador y los suyos no miden lo suficiente, santas pascuas.
Después de todo, cuando perdió la interna el otro Jorge, lo apoyó sin reservas en la general. Más aún, se tragó sin chistar el sapo de llevar a Cristina en la boleta.
Claro que de esta forma el sobischismo, golpeado y maltrecho, encuentra una brecha para volver al ruedo. Si sus cuadros hacen pie en un futuro gabinete municipal, su participación en la puja por la sucesión en el 2015 está garantizada.
Acaso Sapag hubiera preferido otro escenario, pero le queda la carta a favor de haber privilegiado la unidad. También, el consuelo de que en cuatro años puede inventar un delfín. O, si está lo suficientemente fuerte, reformar la Constitución y meter la reelección indefinida. El gobernador no alienta vagas pasiones ni desafía el cálculo estadístico, se mueve únicamente con datos de la realidad.
Hasta ayer, mientras los Jorges pugnaban por encolumnar a la tropa, la oposición no lograba conjurar la fragmentación que siguió a la derrota electoral del 12 de junio.
La semana que culmina fue testigo del divorcio a medias de Farizano con Une. Desde que el intendente manifestó su intención de ir por la reelección, con el argumento de que a pesar del revés electoral continuaba siendo el único capaz de aglutinar con éxito al conjunto, se sucedieron las tratativas, hasta ayer infructuosas, para encontrar una fórmula de acuerdo.
Mansilla encajó la sorpresa por la decisión del intendente –había declarado que, de perder, no buscaría repetir– y propuso rápidamente una interna. Pero el Frente para la Victoria no quiso y Farizano tampoco se mostró seducido por la oferta. Surgió entonces la idea de realizar un sondeo que sirviera de base para una fórmula de consenso, pero eso tampoco parece haber caminado.
Lo cierto es que esta semana Mansilla retomó su campaña como candidato de Une y, además de señalar que Farizano todavía tiene por delante la interna de su propio partido con Burgos, no se privó de criticar al gobierno del que sigue siendo parte. La actitud mereció la respuesta airada del principal operador de Farizano, el presidente de la UCR, Alejandro Vidal. Pero cuando la sangre parecía llegar al río unos y otros salieron a poner paños fríos.
Conclusión: ahora dicen haber acordado que cada uno trabaje por su cuenta y en un lapso razonable, un mes o algo más, verían la posibilidad de que los más rezagados depusieran su candidatura para apoyar al que mida mejor.
"El culebrón venezolano", como algunos han dado en llamar la interminable serie de idas y vueltas de la oposición, además de cansar no encanta. Y tiene la desventaja de sumir en la incertidumbre al electorado que aspira a mantener la ciudad lejos del alcance del MPN. Todo, mientras el tiempo sigue corriendo.
Mientras se divierte con las vacilaciones de sus antiguos correligionarios Quiroga, el otro protagonista en pugna, no pudo sino recibir como una mala noticia el nuevo acuerdo entre los Jorges. Es lo que puede ocurrirles a todos los que contaban con la posibilidad de embolsar el saldo de una pelea interna en el MPN.
Quiroga prefiere pensar en positivo. "Me puede ganar el MPN, pero soy el único que le puede ganar al MPN", se jacta con ironía. Lo segundo es una aspiración legítima, pero lo primero se abre paso como un horizonte pertinaz. Lo mismo vale para toda la oposición.
HéCTOR MAURIÑO