Jaime: el enriquecido que se declara insolvente
Resulta violento e inaceptable que quien está acusado de 51 muertes por la tragedia de trenes de Once no asista a las audiencias por el costo de los traslados.
Nota extraída de La Nación
La autorización del Tribunal Oral Federal N° 2 a Ricardo Jaime para no presentarse semanalmente en las audiencias del juicio por la tragedia ferroviaria de Once representa otra enorme afrenta para los deudos de las 51 personas que perdieron la vida y para los más de 700 heridos que arrojó ese hecho, en el que el ex secretario de Transporte está siendo juzgado como uno de sus principales responsables.
El permiso otorgado por dos de los jueces de ese tribunal, Jorge Alberto Tassara y Jorge Luciano Gorini -Rodrigo Giménez Uriburu firmó en disidencia-, resulta, además, absolutamente reprochable, pues Jaime, quien reclamó faltar a esas audiencias porque adujo que no cuenta con dinero suficiente para viajar periódicamente de Córdoba a Buenos Aires, es el mismo ex funcionario que el mes pasado fue procesado por el juez federal Sebastián Casanello por el delito de enriquecimiento ilícito, medida que el magistrado extendió a un hermano, a la esposa y a un asesor privado del ex secretario de Transporte.
Quien ahora se declara insolvente para costear pasajes que, según el medio de transporte que se tome, van desde los 56 pesos a los 6000 pesos, es investigado por un patrimonio de 12 millones de pesos que habría obtenido de manera ilegal entre 2003 y 2009, cuando se desempeñó como secretario de Transporte de Néstor Kirchner, primero, y de Cristina Kirchner, después. Entre los bienes que el fiscal Carlos Rívolo imputa a Jaime se encuentran un yate, un avión Lear Jet y propiedades en Córdoba y en countries, que el acusado habría puesto a nombre de testaferros. Por esa razón, Casanello ordenó embargarlo por 40 millones de pesos.
Además, durante un allanamiento realizado en 2010, la Justicia halló documentación en Córdoba de una casa que Jaime habría comprado en Florianópolis, Brasil, y puesto a nombre de su esposa. Y en junio de 2013, imputado en un caso de corrupción en el ferrocarril Belgrano Cargas, el ex funcionario había declarado ante la Justicia que ganaba entre 30.000 y 40.000 pesos por mes.
Pero hay más, Jaime ya cuenta con una condena a seis meses de prisión dictada por la justicia cordobesa, por haber intentado sustraer unas tarjetas personales en las que figuraba como director de una empresa, durante un allanamiento en su casa como parte de la causa en la que se lo investiga por haberse enriquecido ilegalmente.
Frente a todos esos antecedentes, que además constituirían la punta de un enorme iceberg, increíblemente dos jueces acaban de darle la razón eximiéndolo de su obligación de concurrir a las audiencias por el choque mortal de trenes en Once. También resultó beneficiado en el mismo sentido el amigo de Jaime y ex interventor en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) Pedro Ochoa Romero. Los abogados de ambos habían argumentado en su pedido ante el tribunal que la presencia de Jaime y de Ochoa Romero mientras duren las audiencias testimoniales resultan "superfluas" y que era muy oneroso el costo que ambos debían afrontar para trasladarse semanalmente desde Córdoba, donde viven, a la Capital Federal.
El juez Rodrigo Giménez Uriburu, en su disidencia, consideró que esos argumentos no son "sustanciales" para justificar la ausencia de ambos, ya que entiende que no está claro que esos traslados impliquen un costo tan grave, siendo que las audiencias se realizan los lunes y martes.
La impotencia y el malestar ciudadanos ante las "ventajas" judiciales con que personas como Jaime siguen contando en nuestro país se profundiza cada vez que sucede un hecho como éste. Con diversas notas periodísticas se han sugerido, socarrona aunque acertadamente, distintas tarifas para viajar de Córdoba a Buenos Aires en ómnibus, tren, remise, auto particular o avión. Y hasta un oyente de una radio se ofreció, con un grupo de amigos, a costear el pasaje para que Jaime enfrente y se haga cargo como corresponde de escuchar los dolorosos testimonios de sobrevivientes de la tragedia, quienes describen el estado deplorable de la mayoría de las formaciones y la inhumana forma de viajar, con las puertas abiertas y con gente hasta en los techos, a lo cual se suman la falta de controles y de medidas de seguridad.
Jaime ya ha dicho públicamente que no siente cargo de conciencia por la tragedia ferroviaria de Once. Ahora ni siquiera tendrá la obligación de asistir a las audiencias en las que se lo juzga por 51 muertes.