DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Iván Heyn y Guillermo Moreno

*Por Marcelo Zlotogwiazda. La primera resolución del año de la secretaría de Comercio Interior a cargo de Guillermo Moreno señala que la nueva obligación de presentar una Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) es una medida "tendiente a impedir que el mercado interno se vea afectado negativamente" por el impacto de la crisis internacional.

Ya lejos de simular que la economía argentina está blindada y desacoplada de lo que sucede en el resto del mundo, ahora el Gobierno está actuando de manera preventiva para proteger la actividad local de un probable redireccionamiento de excedentes de producción que no puedan ser absorbidos por los países en retracción. Lo bien que hace. Basta considerar la situación que está atravesando Europa, y, además, el hecho de que ese continente sea el principal cliente de China, es decir, de nuestro tercer comprador.

Pero se sabe que el camino del infierno está lleno de buenas intenciones, y como en este caso el encargado de aplicar la dosis de proteccionismo es nada menos que Moreno, corresponde advertir sobre el riesgo de que una eventual mala praxis transforme lo apropiado en contraproducente.

Aunque la flamante secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, lo niegue, todo indica que las DJAI son la generalización de las Licencias No Automáticas de Importación (LNA), que no son otra cosa que un permiso que tienen que solicitar los importadores de bienes clasificados en determinadas posiciones arancelarias, y que el Estado debe autorizar o rechazar dentro de los sesenta días. Las LNA se aplicaron por primera vez en 1999 luego de la maxidevaluación brasileña para evitar la inundación de calzado barato desde el país vecino, y hoy se aplican a los bienes abarcados por seiscientas posiciones arancelarias que representan el 14 por ciento del total de importaciones, y entre los que sobresalen textiles, calzados, motocicletas, juguetes, cosechadoras, tractores, bicicletas y artículos para el hogar.

A pesar de que todavía no se conocen todos los detalles del procedimiento de las DJAI que regirá a partir de febrero, ¿qué otra función podrían tener que dotar al Estado de la posibilidad de impedir la importación rechazando la documentación? Como mecanismo de información sobre lo que se importa es innecesario por redundante, dado que Aduanas cuenta con todos los datos. Podría ser que haya sido pensado como un trámite más que apunta a disuadir a importadores eventuales. Habrá que ver cuando aparezca la reglamentación, pero por el momento da toda la impresión de que es una extensión mal disfrazada de las LNA.

El mejor trabajo de investigación sobre la teoría y práctica de las LNA lo escribió Iván Heyn, el joven economista que murió recientemente a los pocos días de haber asumido como subsecretario de Comercio Exterior, precisamente el área de Gobierno con atribuciones sobre el tema. Se titula "La política comercial en las estructuras productivas desequilibradas: el caso de las licencias no automáticas de importación", fue escrito junto con Pablo Moldován, y publicado en los Ensayos en honor a Marcelo Diamand, un libro editado el año pasado por Miño y Dávila y la Universidad Nacional de Moreno. Fallecido en 2007, Diamand fue el principal ideólogo del sector fabril desarrollista, cuyo aporte más citado fue un artículo publicado en la revista Desarrollo Económico en 1972 titulado "La estructura productiva desequilibrada de la Argentina y el tipo de cambio". El desequilibrio aludía a la existencia de dos sectores con realidades muy diferentes: el agropecuario, que goza de ventajas naturales y una productividad particularmente alta, y un sector industrial con una productividad mucho menor. En base a esa premisa, Diamand sostenía la necesidad de adoptar tipos de cambios diferenciales, con un dólar más alto para la industria que la proteja razonablemente e incentive su desarrollo exportador.

Dentro de ese marco teórico, Heyn sostuvo que las LNA son una herramienta eficaz para focalizar políticas de protección sobre actividades vulnerables, sin necesidad de recurrir a devaluaciones que generan transferencias de ingresos regresivas, y eludiendo los límites que la Organización Mundial de Comercio impone al uso de medidas arancelarias. Además de ser un instrumento defensivo para tiempos de crisis, Heyn también concebía a las LNA como un modo de neutralizar el sesgo a favor de la importación y en contra de la inversión, que constituye un comportamiento muy difundido que el empresariado local suele activar en momentos de aumento de la demanda. A lo que agregaba que la percepción empresaria de que el Gobierno pudiera tener arbitrariedad en la resolución de los trámites podría favorecer la extensión de los beneficios de las LNA hacia actividades que no están efectivamente incluidas.

Por todo su conocimiento del tema, y por todas las reservas que provoca Moreno cada vez que interviene, vale prestarle atención a las advertencias que Heyn expuso sobre el uso de una herramienta que él consideraba muy útil y que bien puede hacerse extensiva a las DJAI. Escribió: "El establecimiento de licencias debe lidiar con una serie de problemas. El primero de ellos refiere a los riesgos de afectar actividades productivas locales de forma negativa. Si las licencias se aplican sobre insumos, partes o piezas con escasa capacidad de sustitución de importaciones, el efecto del trámite podría ser el contrario al deseado. En este sentido, la protección y los trámites de licencias deben ser administrados de forma razonable y de manera tal que los objetivos planteados desde el sector público sean alcanzables para el sector privado. Esta situación puede ser particularmente grave en el caso de afectar actividades de exportación, que pueden ver reducida su competitividad internacional por el aumento en el costo de insumos importados insustituibles. Las licencias de importación presentan así ciertas limitaciones para promover por sí solas actividades de perfil exportador".

A propósito de la problemática del sector externo, es interesante refrescar lo que Heyn escribió en ese mismo ensayo: "Pese a los buenos resultados y el cambio trascendental que implicó la resolución del problema de la deuda externa, la dependencia que mantiene el resultado comercial respecto de la evolución de unos pocos productos de base primaria, la elevada elasticidad ingreso de nuestras importaciones y la vulnerabilidad de algunas actividades económicas frente a la competencia extranjera hacen que la amenaza de la restricción externa se mantenga latente sobre la economía argentina".

Más allá de sus advertencias y observaciones críticas, Heyn estaba absolutamente convencido de la necesidad de contar con políticas de control de importaciones, algo que, él sostenía, es "un tópico tabú para el pensamiento económico convencional". Vaya como ejemplo la nota editorial sobre las DJAI que el diario La Nación publicó el pasado domingo 15 con el título "Intervencionismo asfixiante".