Israel-Irán, un duelo que tiene intereses cruzados
El peligro de una amenaza atómica iraní resulta funcional tanto al régimen de ese país como a los "halcones" occidentales que siguen la línea del ataque preventivo. PorMarcelo Cantelmi.
La amenaza de una guerra de Israel, EE.UU. o ambos y hasta algún país europeo contra Irán es un espectro que se ha venido corporizando y manoseado con exageración en estas épocas de creciente tensión global. Pero, atento a la coyuntura en la cual se produce, es posible que constituya un peligro menos temible que abiertamente utilitario .
Se trata en todo caso de un duelo que se alimenta en los intereses de los dos bandos pero por cuestiones que exceden largamente lo que se proclama. Esto que parece dar una idea de previsibilidad no lo es tanto. Ese tipo de juego es de los que van resignando control en tanto se avanza hasta que no queda sitio para el retroceso.
Esta nueva ofensiva comenzó con la denuncia en octubre último de un intento de atentado en Washington contra el embajador saudita que se achacó a un extravagante iraní revelado, según la historia oficial de la Casa Blanca, como un sofisticado espía bien oculto bajo sus ropajes de ganavida y oportunista. Y siguió con las supuestas claridades sobre el inminente debut de la bomba nuclear persa que el último informe de la Agencia de Energía Atómica de la ONU sugiere como posible, aunque en términos que requerirían de un largo esfuerzo para ser convincentes.
Para el régimen absolutista de Teherán esta amenaza de guerra que, por cierto, no ha hecho más que estimular con un discurso provocador y prepotente, surge como una oportunidad ideal para intentar cohesionar a un país con graves problemas sociales , y con su conducción política atrapada en feroces divisiones. Es la primera vez que la revolución islámica nacida en 1979 se enfrenta con la posibilidad de sucumbir en el mismo espiral de la crisis económica que esta taladrando los cimientos del resto del mundo. Si el régimen de los ayatollah no encuentra la forma de una renovación que rompa el aislamiento al estilo de la que los chinos le encontraron al callejón maoísta, capte inversiones y genere empleo, la economía mostrará los límites políticos a los halcones y el experimento acabará . Agitar el fantasma de una confrontación, sólo beneficia a los duros del régimen que apenas hacen pie en ese descalabro.
El escenario es tan complicado y sugerente que, meses atrás, un poco antes de que volvieran a escucharse los tambores de guerra, EE.UU. admitía que este Irán debilitado y desbordado de internas con su presidente Mahmoud Ahmadinejad enfrentado con los líderes supremos, era por esos motivos, menos peligroso que hace dos años.
La división en el seno de la revolución se debe a que la tensión social ha venido creciendo por el achicamiento de la caja que llevó a cortar subsidios sobre los precios de la energía entre otros beneficios lo que produjo un impacto en el costo de vida y el empleo. Ahmadinejad, corrido por la realidad, comenzó a operar para aliviar los cerrojos "culturales" de la revolución y producir algún apertura que modere el disgusto social. Pero los líderes religiosos, dueños del poder decisorio, se negaron a correr cualquier línea y recortaron la autonomía del presidente sosteniendo que la solución a la crisis es más de lo mismo.
Del otro lado, en las capitales occidentales, también sobrevuela un juego oportunista que no casualmente se gatilla en la cresta de una de las crisis más graves de la historia. El informe de la AIEA, con el que se intentaría justificar la guerra, se basa en un antiguo conjunto de pruebas que en parte fueron extraídas de una computadora portátil perteneciente a altas jerarquías iraníes obtenida por el espionaje norteamericano. Pero el anterior jefe de esa oficina de la ONU, el egipcio Mohamed ElBaradei, quien ganó fama mundial por destruir la pista de la Casa Blanca de George Bush sobre las armas de destrucción masiva iraquíes y ganó un premio Nobel de la Paz por esa gestión, puso públicamente en duda en más de una ocasión la autenticidad de esos documentos . Es interesante recordar que en 2007 el conjunto de la comunidad de inteligencia norteamericana afirmó que ya en 2003 Irán había abandonado por impericia y falta de recursos el programa de armamento nuclear, informe que fue duramente repudiado por Israel.
Por cierto, el año pasado gran parte de las centrifugadoras iraníes que enriquecen el uranio, fueron destruidas por un sofisticado virus informático Stuxnet creado aparentemente por EE.UU. e Israel y que desnudó, de paso, la debilidad en los sistemas de seguridad del régimen. Según The Guardian de Londres, el espionaje británico sostiene que el país persa se habría ya recuperado de ese golpe y ha ocultado en sitios dispersos su estructura atómica. Esa teoría choca con la que se venía meneando en Washington respecto a que las divisiones políticas y la pérdida de autoridad del presidente llevaron al régimen iraní a perder acceso a materiales y a técnicos de otros países que no puede compensar con sus escasos recursos domésticos.
Es una misión complicada para quien lo intente desarmar las dudas y sospechas respecto a los verdaderos objetivos de los laboratorios nucleares iraníes. Ahmadinejad se ha ocupado de desmentir constantemente que el propósito del avance atómico de su país haya sido fabricar la bomba.
No es creíble . El islam prohíbe mentir, pero en la variante shiíta que es mayoría en Irán existe una herramienta, la simulación o Taquía que autoriza el embuste para proteger y confundir al enemigo.
Así, el cuadrilátero que construye esta arquitectura es una galería de espejos que devuelve deformada la imagen de unos con el rostro de los otros. Contra la pared, como efectivamente se encuentra, el régimen iraní mantiene sus formas provocadoras que incluyen la promesa obscena de la destrucción del Estado de Israel para cosechar la reacción previsible del otro bando y utilizarla, junto con la sutil amenaza nuclear, como el cemento que sostenga unida la estructura de la Revolución. En el otro rincón, desde las capitales occidentales, se agita el atajo del fantasma de un Irán vigoroso y fortalecido en su poderío atómico en momentos que la crisis económica desintegra los liderazgos y el mundo desborda de indignados, también en Israel, que ponen en definitivo riesgo la forma en que se pretende que funcionen las cosas.