Interrogantes sobre el nivel real de las reservas
* Por José Calero. La preocupación de la presidente Cristina Kirchner por cuidar hasta el último dólar atesorado en el Banco Central...
... desató en los últimos días un delicado debate sobre cuál es el verdadero nivel de las reservas en divisas extranjeras que tendría la Argentina; un interrogante que le suma ruido al problema del tipo de cambio y la creciente demanda de dólares de parte de los ciudadanos.
La mitad de los activos que tiene el Banco Central por un total de alrededor de 50.000 millones de dólares, son 'papeles'
La primera señal de alarma sonó porque a pesar de que el Banco Central es el casi único comprador de divisas, las reservas no crecen, por una combinación de pagos de deuda y salida de depósitos de los bancos a un ritmo que rondaría los 150 millones de dólares diarios.
Las reservas informadas por la autoridad monetaria ascendieron a 47.104 millones de dólares según datos al viernes último, pero esos números incluyen créditos tomados por el Banco Central en el 2011 por unos 10.000 millones. Con esos préstamos, entonces, las reservas internacionales caen en realidad a los 37.000 millones de dólares.
Como agravante, por el elevado nivel de emisión de moneda -que alcanzó un 35 por ciento anual- con el fin de mantener caliente el consumo pero sin preocuparse por promover de igual forma el ahorro, ya los 47.000 millones de dólares no cubrirían la base monetaria.
A esto se suma otro dato alarmante. Las reservas brutas representan menos de la mitad del pasivo total del Banco Central, que se convirtió en prestamista crónico para cubrir los déficits recurrentes del Tesoro y de distintas dependencias en las que se disparó fuertemente el gasto, especialmente durante la campaña electoral del 2011.
A diferencia de lo que ocurre en los principales países latinoamericanos, las reservas del país en monedas "duras" representan apenas el 10,5 por ciento del Producto Bruto Interno, el nivel más bajo de la mayoría de los países latinoamericanos.
PAPELES
Pero el dato que más sigue de cerca la City y que tal vez explique la acción oficial para tratar de impedir que se escape cualquier billete verde, es que la mitad de los activos que tiene el Banco Central, por un total de alrededor de 50.000 millones de dólares, son "papeles".
Esto incluye letras, títulos o adelantos transitorios del Tesoro prestados para pagar deuda o cubrir déficits fiscales, que se multiplican a medida que la inflación y el exceso del gasto complica a municipios y provincias.
En el mercado alertan por un deterioro de la situación patrimonial del BCRA, como lo hacen consultoras como Finsoport y el ex titular del Central Aldo Pignanelli.
La situación de deterioro del nivel de reservas se complica, justamente, aún más por los vencimientos de deuda, que a lo largo de este año ascenderán a algo más de 12.000 millones de dólares.
Con este escenario, será muy difícil que la Casa Rosada modifique, durante un tiempo prolongado, su actual política de restricciones a las importaciones, la prohibición de girar utilidades y dividendos al exterior y, en especial, la prohibición de comprar divisas por parte de empresas y particulares.
FUGA Y DESCONFIANZA
Más allá del voluntarismo y lo enérgico que se muestre Moreno cuando se siente con sus interlocutores de los más disímiles sectores, la compra con pesos de bonos dolarizados para su venta en el exterior, el desarrollo del mercado paralelo y el retiro de los depósitos en moneda extranjera, hacen que la fuga de divisas continúe.
A esto se suma un dato que altera los nervios de la Casa Rosada, que financió gran parte del "modelo" con los dólares de la soja pero que ahora se encuentra con que habrá una menor cosecha.
Es este escenario, combinado con una presidente del Banco Central desaparecida de la esfera pública, los que sostienen que el Gobierno no posee -en este materia- el poder de fuego que quieren hacer creer los operadores oficiales cuando aluden a los supuestos 47.000 millones de dólares en reservas, parecen haber convencido al mercado.
Un desconfiado operador de la city porteña que quiere poco al kirchnerismo lanzó en las últimas horas una frase inquietante: "A mí que me abran las bóvedas y me muestren dónde están los 47.000 millones de dólares, sólo así les voy a creer".
En su "sincericidio", el voluntarioso Aníbal Fernández admitió que liberar el mercado de cambios sería un "suicidio". El problema es que el esquema actual corre el riesgo de convertirse en una muerte lenta para múltiples sectores productivos.
La mitad de los activos que tiene el Banco Central por un total de alrededor de 50.000 millones de dólares, son 'papeles'
La primera señal de alarma sonó porque a pesar de que el Banco Central es el casi único comprador de divisas, las reservas no crecen, por una combinación de pagos de deuda y salida de depósitos de los bancos a un ritmo que rondaría los 150 millones de dólares diarios.
Las reservas informadas por la autoridad monetaria ascendieron a 47.104 millones de dólares según datos al viernes último, pero esos números incluyen créditos tomados por el Banco Central en el 2011 por unos 10.000 millones. Con esos préstamos, entonces, las reservas internacionales caen en realidad a los 37.000 millones de dólares.
Como agravante, por el elevado nivel de emisión de moneda -que alcanzó un 35 por ciento anual- con el fin de mantener caliente el consumo pero sin preocuparse por promover de igual forma el ahorro, ya los 47.000 millones de dólares no cubrirían la base monetaria.
A esto se suma otro dato alarmante. Las reservas brutas representan menos de la mitad del pasivo total del Banco Central, que se convirtió en prestamista crónico para cubrir los déficits recurrentes del Tesoro y de distintas dependencias en las que se disparó fuertemente el gasto, especialmente durante la campaña electoral del 2011.
A diferencia de lo que ocurre en los principales países latinoamericanos, las reservas del país en monedas "duras" representan apenas el 10,5 por ciento del Producto Bruto Interno, el nivel más bajo de la mayoría de los países latinoamericanos.
PAPELES
Pero el dato que más sigue de cerca la City y que tal vez explique la acción oficial para tratar de impedir que se escape cualquier billete verde, es que la mitad de los activos que tiene el Banco Central, por un total de alrededor de 50.000 millones de dólares, son "papeles".
Esto incluye letras, títulos o adelantos transitorios del Tesoro prestados para pagar deuda o cubrir déficits fiscales, que se multiplican a medida que la inflación y el exceso del gasto complica a municipios y provincias.
En el mercado alertan por un deterioro de la situación patrimonial del BCRA, como lo hacen consultoras como Finsoport y el ex titular del Central Aldo Pignanelli.
La situación de deterioro del nivel de reservas se complica, justamente, aún más por los vencimientos de deuda, que a lo largo de este año ascenderán a algo más de 12.000 millones de dólares.
Con este escenario, será muy difícil que la Casa Rosada modifique, durante un tiempo prolongado, su actual política de restricciones a las importaciones, la prohibición de girar utilidades y dividendos al exterior y, en especial, la prohibición de comprar divisas por parte de empresas y particulares.
FUGA Y DESCONFIANZA
Más allá del voluntarismo y lo enérgico que se muestre Moreno cuando se siente con sus interlocutores de los más disímiles sectores, la compra con pesos de bonos dolarizados para su venta en el exterior, el desarrollo del mercado paralelo y el retiro de los depósitos en moneda extranjera, hacen que la fuga de divisas continúe.
A esto se suma un dato que altera los nervios de la Casa Rosada, que financió gran parte del "modelo" con los dólares de la soja pero que ahora se encuentra con que habrá una menor cosecha.
Es este escenario, combinado con una presidente del Banco Central desaparecida de la esfera pública, los que sostienen que el Gobierno no posee -en este materia- el poder de fuego que quieren hacer creer los operadores oficiales cuando aluden a los supuestos 47.000 millones de dólares en reservas, parecen haber convencido al mercado.
Un desconfiado operador de la city porteña que quiere poco al kirchnerismo lanzó en las últimas horas una frase inquietante: "A mí que me abran las bóvedas y me muestren dónde están los 47.000 millones de dólares, sólo así les voy a creer".
En su "sincericidio", el voluntarioso Aníbal Fernández admitió que liberar el mercado de cambios sería un "suicidio". El problema es que el esquema actual corre el riesgo de convertirse en una muerte lenta para múltiples sectores productivos.