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Internas prescindibles

Pensadas para revertir la crisis de representación del sistema de partidos políticos fomentando la participación ciudadana en la selección de candidatos, el debut de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) exhibe cuán lejos está todavía tal objetivo.

No existe interna alguna. La única que intentó hacerse, entre el ex presidente Eduardo Duhalde y el gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá, terminó en escándalo, con los contendientes postulándose a la Presidencia cada uno por su lado.

Las confrontaciones reales –como la que protagonizan los tres precandidatos del FCS en Catamarca- son aisladas y responden menos a un criterio para dirimir candidaturas que al intento de resolver disputas de liderazgo con incidencias territoriales tan estrictas y características tan singulares que de ningún modo habilitan a postular un mecanismo general institucionalizado.

Lo que se advierte más bien son las dificultades para ordenar fuerzas políticas de alcance federal. Abundan los indicios en este sentido.

El jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, por ejemplo, consolidó su calidad de presidenciable sin necesidad de contar con una estructura en todo el país, a la cabeza de un partido distrital como el PRO y eludiendo atravesar las PASO.

José Manuel De la Sota también se ha asegurado un lugar en las mesas decisivas posteriores a octubre con el trámite de ganar la gobernación de Córdoba, sin meterse en las PASO. El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, igual. Hasta el santafesino Carlos Reutemann consiguió mantener algunas expectativas en torno a su figura con el sencillo artilugio de decir, poco antes de las elecciones para gobernador de su provincia y a favor del candidato macrista Miguel Del Sel, que él nunca había sido kirchnerista.

La proyección política de estos hechos es mayor que la que tendrán los resultados de las primarias de hoy, que no definen nada de relevancia salvo, quizás, el destino del gobernador bonaerense y también presidenciable, Daniel Scioli, quien compite con el intendente de José C.

Paz, Mario Ishii.

Fueron acontecimientos de orden local cuya onda expansiva creció en la ausencia de estructuras partidarias federales. Las excepciones a esta norma son las listas promovidas por Casa Rosada -obvio- y la UCR todavía vigente por la inercia de su historia, con cada vez menos gobernadores e intendentes y en busca de reciclar viejos laureles con Ricardo Alfonsín. Solamente la existencia de estas estructuras federales justifica la realización de primarias.

Pero como se ve, en los dos únicos casos en que las hay se optó por eludirlas.

Déficit

Eventualmente, podría hoy despejarse un tanto el panorama hacia las presidenciales de octubre si algunos de los candidatos no alcanza los votos del 1,5% del padrón general. Nada más.

Prescindibles, las PASO se hacen de todos modos en un contexto general de apatía y desinterés. Es decir, lo opuesto a lo que se buscaba con su instrumentación.

Todos dan por descontado que la presidenta Cristina Fernández obtendrá mayor cantidad de votos que cualquiera de sus rivales. Las expectativas pasan por saber si superará el 40% y si le sacará más de diez puntos de ventaja a quien se ubique en segundo término.

En rigor, esto es lo que más importa hoy: el nombre del segundo y las posibilidades ciertas de que haya un balotaje después de octubre. Cuestiones que podrían haberse resuelto sin deterioros para la calidad democrática en el mismo octubre.

Las primarias exponen, en cambio, los déficit oficialistas y opositores.

Por el lado del oficialismo, los inconvenientes de plantear alternativas a quienes manejan presupuestos públicos.

Esto ya venía constatándose en las elecciones provinciales que se realizaron hasta el momento. Con mayor o menor contundencia, los oficialismos distritales ganaron con la única excepción de Catamarca, donde el peronismo derribó a la coalición radical que llevaba 20 años en el poder a caballo de un respaldo decidido de la Casa Rosada y los yerros de una propuesta boinablanca re-reeleccionista que no supo espejar los cambios que venían produciéndose en la oposición provinciana ya desde 2003.

En este marco, nadie osó competir con Cristina de Kirchner dentro de la estructura que conforman el PJ y el Frente para la Victoria. Aparte de la administración de los recursos nacionales, la Presidenta está aliada a los gobernadores peronistas y los radicales K que todavía quedan, quienes manejan a su vez los erarios provinciales y comunales. Confrontar con semejante aparato en una interna hubiera sido suicida. Los peronistas Duhalde y Rodríguez Saá decidieron entonces fabricar sus propios sellos y aventurarse por fuera.

Por el lado opositor, ratifican las PASO una desoladora ausencia de imaginación. Los precandidatos opositores no fueron capaces de conformar una instancia institucional de competencia entre sí que le diera sentido a las PASO como mecanismo de construcción política. En este caso, hubieran competido entre sí -quizá no todos, pero alcanzaba con algunos-, y la confrontación hubiera alumbrado una propuesta más sólida y abarcativa para enfrentar al kirchnerismo en octubre. Pero los presidenciables prefirieron competir entre sí, eliminando la posibilidad de conjugar propuestas y candidaturas posteriormente. En otras palabras: habrá hoy segundos y terceros y cuartos, pero lo único que podrán hacer con esos resultados es, llegado el caso, bajarse de sus pretensiones, dejando huérfanos a sus candidatos legislativos.

El caso Catamarca

En Catamarca, el único misterio a develar pasa por el resultado de la interna del FCS que dirimen el intendente de Valle Viejo, Gustavo Jalile, el diputado provincial Renato Gigantino y el ministro de Salud, Mario Marcolli. Esta interna es resultado del vacío de poder que sucedió a la derrota del 13 de marzo. Impotente para imponer lista única, el Gobierno no pudo evitar la confrontación, aunque lo intentó hasta el final.

Después trató de mostrarse prescindente en la disputa, pero la línea renovadora, que lidera el gobernador Eduardo Brizuela del Moral, se pronunció orgánicamente a favor de Gigantino.

Jalile, por su parte, cosechó respaldos en el castillismo. En el acto de cierre de campaña del intendente se destacaron los agradecimientos al senador nacional Oscar Castillo y el intendente capitalino Ricardo Guzmán, horas después de que Brizuela compartiera un acto oficial con Gigantino.

La contienda por la candidatura a diputado nacional encubre el primer round de una pelea de largo aliento por la jefatura de la UCR, hoy acéfala de hecho. Esta disputa por la reconstrucción y construcción de liderazgos en el radicalismo local también se hará sentir en las generales de octubre.

Las PASO le vinieron al pelo a los radicales para empezar a resolver sus cuitas, a pesar de la resistencia de la conducción partidaria formal a dar el debate por las responsabilidades en la pérdida del Gobierno. Brizuelistas y castillistas se enfrentan indirectamente; otros sectores buscan su espacio. Todos se declaran convencidos alfonsinistas.

La elección catamarqueña tendrá una lectura adicional, ya por afuera de la interna del FCS, en función de los candidatos que consigan superar la barrera del 1,5% del padrón que la ley exige para poder pasar a octubre. Habrá costillas contadas cuando se cierren las urnas a las 18.

Prescindibles, las PASO se hacen de todos modos en un contexto general de apatía y desinterés. Es decir, lo opuesto a lo que se buscaba con su instrumentación.

Lo que importa hoy es el nombre del segundo y las posibilidades ciertas de que haya balotaje después de octubre, cuestiones que podrían haberse resuelto en octubre.