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Inflación, una Espada de Damocles sobre el "modelo"

*Por José Calero. El alza sostenida de precios, que el Gobierno trata de frenar con planes como los de "Carnes, cerdos y lácteos para todos", amaga complicar al "modelo productivo con inclusión social" y demuestra ser el principal problema, hasta ahora irresoluble, para la gestión de Cristina Fernández.

La necesidad de mantener a raya a los gremios más poderosos obligó a dar luz verde a aumentos de salarios que llegan hasta el 35 por ciento para este año, pero sumaron presión sobre las estructuras de costos de las empresas, que ya venían padeciendo el impacto del alza general de los commodities en el mundo.

Así, el mismo fenómeno que permite a la Argentina sostener su crecimiento a través de la venta a valores récords de sus productos al mundo, enciende luces de alarma sobre la sustentabilidad del modelo.

El alza salarial suma, además, otro problema, ya que los aumentos que acompañaron la inflación real dejaron afuera a los empleados en negro -un tercio de la masa laboral argentina-, que obtuvo ajustes muy inferiores.

Los incrementos de sueldos en el sector formal que lograron arrancar los sindicatos más poderosos son la prueba más palpable de que la inflación argentina no es del 10 por ciento como se pretende imponer a través del INDEC y a fuerza de una avanzada sin precedentes sobre la libertad de información que lidera el secretario Guillermo Moreno contra las consultoras.

LA PELEA POR LOS INDICES

Moreno viene sosteniendo que las consultoras que dicen que la inflación supera el 25 por ciento anual son "conspiradores" que atentan contra la Argentina y le hacen el juego a los especuladores.

Pero lo concreto es que las principales variables del mercado que ajustan por inflación lo hacen a través de los indicadores oficiales que confecciona el polémico INDEC, y no de las consultoras.

El secretario de Comercio, que el 10 de diciembre se iría finalmente del Gobierno, sorprendió a sectores empresarios cuando dio luz verde en la primera quincena de julio para que los productos premium subieran entre 9% y 9,9%, y permitió retocar valores a unas 30 marcas en tan sólo 10 días.

En junio, Moreno ya había permitido retocar precios a una decenas de marcas, en especial de electrodomésticos o artículos para el hogar.

El polémico funcionario empezó a abrir el grifo de aumentos ahora para que no se le encimen con las primarias del 14 de agosto próximo, cuando el Gobierno espera que Cristina saque una diferencia decisiva que la deje como candidata imbatible de cara a las presidenciales del 23 de octubre.

Así, tal vez Moreno habilite otro ajuste recién en septiembre, o directamente lo deje para después de los comicios presidenciales, como una forma de correr menos riesgos electorales.

Por las dudas, volvió a poner en marcha la estrategia de dividir el universo de productos en masivos, selectivos y prémium y otorgó autorizaciones de aumentos diferenciadas para cada escalón, para licuar su impacto.

OTROS ESCOLLOS

Pero si bien la disparada de precios es el principal foco de conflicto para el Gobierno, no es el único.

A pesar del crecimiento económico, la salida de capitales no se detiene, a pesar de que se ponen cada vez más trabas a la compra de dólares.

Con 51.700 millones de dólares en reservas del Banco Central, la Casa Rosada se sabe sólida para enfrentar cualquier aceleración en la salida de capitales.

Desde el Banco Central se dan señales de que la divisa se mantendrá en el rango de 4,15/4,20 pesos al menos hasta el día después de las elecciones presidenciales.

Igual, por las dudas, desde mayo se comenzó a exigir que aquellos que importen productos terminados deban exportar o traer dólares por el monto equivalente de la operación.

La decisión se ajusta al mercado automotriz que entrecruza compras y ventas con Brasil, pero guarda poca lógica para el resto.

Así, el Gobierno parece buscar que el mismo importador se convierta también en exportador, un objetivo que suena a quimera y que tal vez dé un marco adecuado a un hecho que el BCRA admitirá en los próximo días: en los primeros seis meses del año salieron casi 10.000 millones de dólares del sistema financiero, casi lo mismo que se había ido en todo 2010.