Inevitable insistencia
¿Tendrá sentido insistir en ciertos temas, no por una enfermiza inclinación a la repetición, sino porque tales asuntos son piedras duras de arrancar y deben eliminarse lo más pronto posible?
La respuesta podría ser diversa, porque no está escrito que la sola constancia de los conjuros alcance para terminar con raíces tan nefastas como profundas. Pero desde siempre se ha creído que la insistencia es taladro capaz de demoler toda dureza. El viejo poeta romano del Siglo de Augusto, Horacio, observa, en una de sus odas, que la gota horada la piedra, no por su fuerza, sino por estar siempre cayendo sobre un mismo punto.
Uno de esos temas, aquí de actualidad eterna, según podría creerse, es el comportamiento de los desconocidos que hallan placer en destruir lo que sus comunidades construyen con tanto esfuerzo y movidas por necesidades que no pueden dejar de cubrirse. Conductas inexplicables, bajo cuya piqueta sucumben los intentos por hacer más amable la vida de todos, más sana y dichosa y más humana. Se ensañan contra los servicios públicos esenciales, contra los espacios verdes y los juegos que se instalan allí para felicidad de los niños, contra las fachadas de los edificios del Estado, contra los monumentos que recuerdan hechos y personas que no deben olvidarse, contra la señalización de calles y caminos, contra lo que se hace para incrementar la belleza de la ciudad en que se vive. En fin, contra cuanto irrita a unos conciudadanos indeseables que, al parecer, querrían volver a los espacios desolados en los que se desarrollaron con lentitud de siglos las añosas capitales de provincia como la de San Fernando del Valle.
Como el lector sabe ya, por información difundida por todos los medios periodísticos locales, la Central Hidroeléctrica de La Carrera, Fray Mamerto Esquiú, se halla fuera de servicio desde el lunes por los destrozos perpetrados por malvivientes no identificados que con su irracionalidad dejaron, a considerable parte del departamento que lleva el nombre del ilustre frayle nacido en esa tierra, sin energía eléctrica, esto es, a oscuras y sin la posibilidad de defenderse del calor intenso de estas vísperas del verano.
Quienes atienden la planta distribuidora del servicio manifestaron que "el lunes, entre las 17 y las 18, el operador de la Central estaba trabajando cuando se dio cuenta de que había bajado el caudal de agua de la cámara de carga, que está a unos 600 metros hacia el norte, que es donde se encauza el agua", y que en el lugar hay "compuertas que funcionan mecánicamente, motores y tableros eléctricos, y cuando él llegó al lugar se dio con que eso había sido destrozado en su totalidad". Dijo, también, que "se hicieron daños sobre los tableros de comando, las llaves térmicas, arrancaron todo el cableado, dañaron los motores que levantan las compuertas, entre otros perjuicios, pero no se llevaron nada, por lo que nos parece extraño y pensamos que la intención sólo fue causar daño...".
La falta de energía, según lo declarado, se extenderá por no menos de 15 días, pero, además, queda el temor de que los causantes insistan en su repudiable conducta que, por lo que se ha dicho ya, no tuvo otro móvil que satisfacer una "necesidad" malvada.
Placería inmensamente que estas líneas fuesen la gota de agua de la oda de Horacio. Y podrían serlo, si la comunidad entera se decidiera a condenar explícitamente lo que no se sabría si juzgar barbarie o locura. Condenarlo cuantas veces sea necesario.
Considerable parte del departamento Fray Mamerto Esquiú quedó sin energía eléctrica por la acción de vándalos que provocaron destrozos que podrían repararse en el término de quince días.