Incomprensible distinción a Hugo Chávez
La distinción que la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata otorgó a Hugo Chávez, por su supuesto aporte a la comunicación popular y a la democracia, resulta incomprensible si tenemos en cuenta los antecedentes existentes en Venezuela sobre la libertad de prensa.
El reconocimiento que la Facultad de Periodismo de La Plata otorgó al presidente venezolano Hugo Chávez podría ser considerado un episodio grotesco y hasta gracioso, si no fuera por la gravedad de los acontecimientos que en estos momentos, además de Venezuela, también atraviesa la Argentina.
Chávez recibió el premio Rodolfo Walsh "por su aporte a la comunicación popular y a la democracia", según reza la resolución de la casa de altos estudios, mientras para la decana se trató de un reconocimiento "a su compromiso incuestionable y auténtico para afianzar la libertad de los pueblos".
Premiar al presidente de Venezuela por su aporte a la comunicación y a la democracia resulta incomprensible, más aún cuando las críticas en ese sentido hacia lo que ocurre en aquel país son permanentes. Años atrás, un informe sobre libertad de prensa, confeccionado por "Freedom of the press 2007" propuso una lista mundial de países categorizados de acuerdo a su respeto por la autonomía de los medios y allí apareció Venezuela como el segundo país con menos libertad de prensa en América, después de Cuba, asegurando el documento que "hay más libertad de prensa en Irak que en Venezuela".
Desde su asunción y esencialmente desde el momento en que buscó y reiteró sus reelecciones como jefe de Estado, Chávez avanzó en forma permanente sobre los medios de comunicación. En la gran mayoría de los casos, los hechos se producían cuando el Congreso se aprestaba a tratar leyes que jugaban a favor de su permanencia en el poder.
En mayo de 2007 decidió no renovar la licencia al canal de radio Caracas Televisión, ya que el Gobierno acusó a la cadena de haber apoyado un fallido intento de golpe de Estado.
Con posterioridad se produjo el avance sobre 34 emisoras de radio que recibieron la orden de cerrar, como parte de un proceso de revisión de 240 emisoras de todo el país, aduciendo que la intención central era la de democratizar los espacios radioeléctricos. Paralelamente, un grupo de partidarios de Chávez atacó el canal de televisión Globovisión con bombas, granadas y objetos contundentes; canal que ese mismo año había recibido al menos cinco procesos bajo la acusación de "conspirar" contra las autoridades y hacer "terrorismo".
Dentro de ese marco, el ministro de Obras Públicas y Viviendas de Venezuela aseguró que el gobierno no otorgará concesiones radiales a la oposición; que con los cierres -de radios y de canales- será más fácil construir el socialismo y afirmó que todo el mundo, entre los medios de difusión, están en revisión.
Aspectos a los que habría que sumar el anuncio que en su momento realizó Chávez en su programa semanal destacando la redacción de un proyecto dirigido a prevenir y sancionar las acciones u omisiones desplegadas a través de los medios de comunicación que puedan ser constitutivas de delitos, que incluyen aspectos tales como "atentar contra la paz social, la seguridad e independencia de la Nación, la estabilidad de las instituciones del Estado, la salud mental, moral o pública cometidas a través de un medio de comunicación", imponiendo sanciones económicas y penas de cárcel de entre seis meses y cuatro años.
Resulta incomprensible que una casa de altos estudios, destinada a formar periodistas, haya ignorado esos antecedentes, o peor -muchísimo peor- que el Presidente venezolano haya sido premiado precisamente por dichos antecedentes. De allí que resulten coherentes las críticas surgidas desde las federaciones universitarias, las bancadas políticas de la oposición y el silencio -quizás cómplice- de casi todos los dirigentes del oficialismo