Incoherencia en el alma
*Por Carlos Pagni. El peronismo lleva la paradoja en el alma. Los comicios de ayer volvieron a demostrar que su apego por el poder es capaz de disimular cualquier incoherencia.
En Chubut perdió Carlos Eliceche, el candidato de la Casa Rosada. Pero los ganadores, ahijados del antikirchnerista Mario Das Neves, se alinearon con la Presidenta antes de conocer el resultado. En La Rioja se impuso nuevamente Luis Beder Herrera, cuyo apostolado menemista se ha vuelto brumoso gracias al paso de los años. Pero otro detalle se encargó de recordar la plasticidad del movimiento. El propio Carlos Menem cantó ayer su voto a favor de Cristina Kirchner. Mientras la oposición está lanzada a una cariocinesis infinita, en el oficialismo se va imponiendo una sola ideología: la del triunfo.
En Chubut pasó lo que se preveía : Martín Buzzi sucederá a su promotor, Das Neves. Sin embargo, esta victoria abandonó el significado que hubiera tenido el 20 de marzo, cuando toda la provincia fue a las urnas. En estos dos meses, se fue desplomando el Peronismo Federal en el país. Entre las razones del derrumbe estuvo la capacidad del kirchnerismo para poner a Das Neves contra las cuerdas. El nuevo oficialismo chubutense está a la intemperie. Buzzi se ha preguntado -lo escucharon algunos radicales-para qué mantener la rebeldía frente al gobierno nacional.
Hubo algunas respuestas antes de lo que Das Neves hubiera pretendido. El nuevo vicegobernador, Gustavo Mac Karthy, adelantó hace dos semanas que adherirá a la reelección de la Presidenta. El titular del PJ en la provincia, José González, lo había dicho unos días antes. González tiene sus propios motivos: secunda a Armando Cavalieri en el Sindicato de Empleados de Comercio, organización que resiste la conquista de Hugo Moyano gracias al auxilio de Carlos Zannini.
La victoria no corrige para Das Neves su derrota política. Por eso ayer, en conversación con La Nacion, aclaró: "Buzzi está relevado de mantener las posturas que yo sostuve en público todos estos años". En los próximos días el gobernador deberá resolver una incógnita compleja: a qué candidatura presidencial anexar su lista de diputados nacionales. El kirchnerista Eliceche tal vez quiera colgarse de la boleta de su jefa. ¿Iría Das Neves, entonces, detrás de Ricardo Alfonsín? Es una aventura imposible, por más que se la haya propuesto Francisco de Narváez. Más allá de este ajedrez, Chubut imparte la lección que esperan en Olivos: en el peronismo Cristina Kirchner es, hoy por hoy, inevitable.
Los riojanos fueron más lineales. Reeligieron a Beder Herrera, que figuraba en casi todas las propuestas. Esa omnipresencia se hizo más evidente cuando en muchas mesas comenzaron a faltar las boletas de la oposición. La novedad en La Rioja fue la reaparición de la UCR como contrapunto del PJ. El segundo lugar lo disputaba anoche el radical Julio Martínez, superando al peronista disidente Angel Mazza.
Prestigioso diputado nacional, Martínez pertenece a una familia arraigada en su partido: su padre, Julio César, fue senador nacional en 1973. Sin embargo, en 2003, Martínez se unió con Jorge Yoma, candidato a gobernador del kirchnerismo. Se explica por la sangre: Martínez y Yoma son primos hermanos.
La UCR reseteará la geometría política de La Rioja. En estos años el PJ se desempeñó como gobierno y oposición al mismo tiempo. Si los radicales ayer no hubieran resucitado, el propio Yoma buscaría en octubre, con una lista propia, quedarse con la senaduría nacional reservada a la minoría. Tal vez para ese cargo se postule, ahora, el radical Martínez.
¿Qué hará Carlos Menem en este caso? ¿Insistirá en buscar la reelección en el Senado con el riesgo de salir tercero? ¿O asumirá, por fin, el ocaso? Tal vez sueñe con retener su banca atado a la papeleta de Cristina Kirchner. Su juicio sobre ella ha tenido cambios sorprendentes. Hace unos años le auguró el manicomio; pocas semanas atrás advirtió que sería reelegida; ayer dijo que la votaría porque "es la más capacitada". Sería bueno que, en defensa propia y de sus conciudadanos, modifique aquel diagnóstico psiquiátrico. Aunque tal vez sirva de poco. Al parecer, la Presidenta ha mantenido sus ideas y no lo acepta en la lista.
La conversión del dasnevismo y la kirchnerización de Menem fueron ayer los combustibles de la insaciable maquinaria electoral del peronismo. La carrera se asienta en una premisa: Cristina Kirchner, legataria del liderazgo de su esposo, es invencible. La Casa Rosada repetirá el axioma hasta el cansancio.
Allí planean una megafiesta para el 9 de Julio que reproduzca en la ciudad de Buenos Aires el clima de la celebración del Bicentenario con la Presidenta como figura central. Nadie tiene la culpa de que al día siguiente se celebren las elecciones porteñas.
El culto a la personalidad saltará también al cine. Se están rodando por lo menos dos films sobre Néstor Kirchner. Uno lo realizan alumnos del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda. En el otro interviene la hija, Florencia Kirchner. Es una obra providencial: gracias a ella la Presidenta logró retener a la joven, que pretendía radicarse en Nueva York. La resolución de ese conflicto habría sido crucial para que la señora de Kirchner organice su futuro.
Operación de marketing
La idea de que la elección está ganada es más que una operación de marketing. Con ella se pretende disciplinar al PJ. Néstor Kirchner lo conseguía con los recursos clásicos de un líder: celebraba treinta reuniones por día, dialogaba con dirigentes de todo lugar y condición, los escuchaba y, si hacía falta, los mandaba investigar. Era una máquina de percibir al otro, de registrarlo, de indagar en sus fantasías y temores. Alcanzaba de ese modo el sueño de todo caudillo: una pasable manipulación de sus seguidores.
Su viuda carece de esas destrezas. Como las reinas, no fue hecha para registrar, sino para ser registrada. Son cada vez más los adherentes que dudan de que una victoria de ella sea una victoria de ellos mismos. A gobernadores, intendentes, sindicalistas y ministros se les hace sentir, a diario, que son prescindibles. Lo expresó Gabriel Mariotto cuando dijo: "Los votos son de la Presidenta, y de nadie más". Se debe de haber ganado el cariño de todos los candidatos del PJ.
Mariotto dejó entrever el problema principal de Cristina Kirchner para conseguir la obediencia de su grupo: cómo hacer creer que siempre estará ganando; cómo producir la ilusión de eternidad. Los juristas del kirchnerismo piensan en una reforma constitucional para después de la eventual victoria de octubre. El juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni ya elaboró un diseño.
Desde hace tiempo Zaffaroni defiende la adopción de un régimen parlamentario. En tal caso, nadie podría impedir la reelección indefinida: el jefe del gobierno sería un diputado. ¿Cómo harían Eduardo Duhalde o el radical denarvaísta Leopoldo Moreau para oponerse a este evangelio que desde hace años vienen predicando? A Francisco de Narváez piensan tentarlo con eliminar la prohibición presidencial para extranjeros. En el Gobierno ya puntean un acuerdo.
La nueva consigna se parece a la del neokirchnerista Carlos Menem en el Pacto de Olivos: cambiar poder por tiempo. El packaging retórico sería la defensa de una gran descentralización del poder. Esta vez la paradoja es increíble. A esa descentralización se llegaría a través de una exaltación personal casi monárquica: eterna Cristina.