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Impulsan recuperar toda la ribera de Vicente López para uso público

La municipalidad trabaja para despejar toda la franja costera de modo que los vecinos puedan caminar, andar en rollers o en bicicleta; los clubes y las propiedades privadas, bajo la lupa

Desde la calle Laprida, apenas se cruza la General Paz, hasta Paraná y el río. Vicente López quiere recuperar todo el frente costero para los vecinos y convertirse en el primer municipio con un paseo ribereño de acceso ciento por ciento público por el que se pueda caminar, correr, andar en bicicleta o en patines. De punta a punta. Siempre mirando al agua. Unir esos cuatro kilómetros lineales, sin poner más asfalto del que ya existe, para que la gente se adueñe del río. Hasta ahora, y si uno mira el mapa desde arriba, los únicos tramos públicos están en los extremos.

El primero y el más accesible es el Paseo de la Costa, cruzando la General Paz desde la Capital. Unas 20 cuadras que comienzan en la calle Laprida hasta Hipólito Yrigoyen. La apertura de ese sector fue en 2010 y la cinta asfáltica que lo atraviesa, con rotondas cada 200 metros, la inauguró el exintendente Enrique García, un año antes de que Jorge Macri lo sucediera. "En todos estos años fuimos consolidando el parque para que la gente salga de la cinta asfáltica, se apropie de todo ese espacio verde y se acerque al agua. Recuperamos la zona del mirador por Yrigoyen, inauguramos la pista de BMX que ahora es un polideportivo gratuito y abrimos espacios de juego. La cinta asfáltica muere en Yrigoyen y el plan actual de recuperación del paseo ribereño hasta Paraná sigue una línea más agreste. No está pensado para los autos", dice el intendente Macri, parado en su despacho junto a un gran mapa del municipio para explicar el paso a paso de un proyecto en el que este año se invertirán unos $180 millones.

En el otro extremo, Paraná y el río, se tiende la Reserva Ecológica de Vicente López. Una zona menos conocida, y menos transitada, en la que hay un parque que bordea el río y unas tres hectáreas protegidas donde conviven distintos ambientes naturales como el pantano, el talar, el sauzal, el matorral ribereño y, por fuera, el juncal, con una gran diversidad de flora y fauna autóctonas. Allí, el Paseo de la Costa se interrumpe al llegar al barrio El Ceibo, un asentamiento que originalmente se formó con moradores de la costa, en casas elevadas, y que fue creciendo con construcciones precarias en los últimos 30 años. Un barrio aislado, encerrado entre las vías y el río, y que tanto por la sudestada como por el agua que cae durante un temporal desde la barranca se inundaba todo el tiempo. El año pasado, cuenta Macri, se terminaron las obras de urbanización. "Se abrieron calles, se hicieron cloacas, el tendido eléctrico, la estación de bombeo para contener la lluvia que baja desde la barranca y la defensa de costa para detener el avance del río", explica.


Ahora, el próximo paso es continuar el camino que se corta justo al borde de la reserva, en la calle Darwin, en el límite con el barrio El Ceibo. "La apertura también tiene un sentido de integración, porque pese a tener acceso por los túneles que pasan por debajo de las vías, el barrio sigue aislado. Nadie que no viva en El Ceibo pasa por allí, y al continuar el paseo quedará integrado. No es un capricho", dice el intendente. Elige ese término para responder al rechazo de la construcción del nuevo camino por parte de un grupo de vecinos, ambientalistas y miembros del club local de observadores de aves. La semana pasada convocaron a un abrazo al humedal costero con el lema: "No al recorte del pastizal de la Reserva Ecológica". Alejandra Novello, vecina de La Lucila y una de las impulsoras, explica que los vecinos están totalmente a favor de la urbanización de El Ceibo. "Pero quieren abrir una calle que atravesará la reserva y va en contra de la protección del ecosistema. Lo hacen sin ningún tipo de consulta vecinal, como si se tratara de una simple plaza", argumenta. Y agrega: "Para la defensa de la costa en el barrio El Ceibo rellenaron con tosca toda una franja e introdujeron una planta exótica llamada vetiver, que ni siquiera saben cómo puede comportarse".

Gabriel Vannelli es el director de Ambiente de Vicente López, y en respuesta al reclamo responde que se hizo un estudio de impacto ambiental, que el vetiver fue la mejor opción para no degradar el ecosistema. "La defensa de concreto, como la que ya existe hasta el límite con El Ceibo, es lo que queremos evitar. Cualquier intervención es invasiva, pero buscamos la de menor impacto. Ojalá el vetiver funcione como defensa, si no habrá que buscar otra solución". Con respecto a "la calle que atravesará la reserva" -como dice el grupo de vecinos-, Andrés Petrillo, subsecretario de Servicios Públicos, explica a LA NACION que uno de los alambrados que limita la reserva hacia el río se correrá hacia adelante para ganarle espacio al predio, y que el camino que se construirá para seguir la línea del Paseo de la Costa "será de un suelo drenante tipo stick stone, que es una alternativa de alta resistencia, pero más amigable, porque es una superficie porosa que escurre el agua con más facilidad", detalla.

Interferencias

Vecina al barrio El Ceibo, a la altura de la calle Bermúdez y con una muralla que termina en el río y que impide el libre acceso a la costa, se levanta la casa donde hoy vive la cineasta Teresa Costantini. Continúan por la línea costera una serie de construcciones privadas que, al igual que varios de los clubes de la zona y hasta llegar al Puerto de Olivos, tampoco respetan el camino de sirga, el camino obligatorio y paralelo a la orilla que por ley deben dejar los propietarios ribereños. "Desde donde termina El Ceibo hasta la Península del Viento [la siguiente parada accesible] estamos evaluando el mejor camino posible", sostiene Macri, y no descarta como opción una construcción de madera tipo muelle con pilotes portantes.

A partir de allí, según el intendente, "la cosa se complica". Aparecen en esa franja, y hasta llegar al Puerto de Olivos, varias de las instituciones deportivas que desde hace décadas tienen copada la orilla del río. La usan como propia; algunos clubes, con instalaciones recreativas y sectores de parrillas, y otros con embarcaciones deportivas y salida al agua. Paula Massimino es socia del Club Galicia, el primero con el que la municipalidad llegó a un acuerdo para ceder territorio, en una franja de aproximadamente 50 metros. El ancho del futuro paseo ribereño variará según las posibilidades de cada tramo. "No sabía nada del acuerdo, pero me parece bien que se quiera recuperar toda la costa para los vecinos", dice la mujer. Macri reconoce que la negociación con el resto de las instituciones demandará tiempo y trabajo. "La ley nos asiste, pero queremos ir por el camino del diálogo con todos los clubes. Entendemos que para las instituciones no es fácil, acostumbrados a tener todo el frente del agua. Pero son todas tenencias precarias que en algunos casos y por el paso del tiempo se convirtieron en permanentes. Pero no es así", insiste Macri.

Después aparecen el Círculo de Oficiales de la Prefectura Naval Argentina, el Yacht Club Olivos y el Puerto de Olivos, que llega hasta la calle Corrientes. "Nos queda el tramo central entre Corrientes e Yrigoyen, y ahí hay de todo. Desde tierras que fueron usurpadas hasta el Centro Naval, que operativamente es uno de los predios más complicados por la cantidad de amarras. Para unir el camino por ahí tengo dos maneras: o paso por el medio del club o me retiro con la senda hasta Libertador y vuelvo a retomar. Pero ahí perdería la vista al río", reflexiona el intendente.

¿Cuándo se podrá recorrer a pie, en bici o rollers el futuro paseo ribereño de punta a punta? Para el año próximo, según Macri, podría llegar a terminarse el trazado hasta la calle Corrientes. El objetivo final podría tener fecha para 2023. "La foto general divide el paseo en dos. De Laprida a Yrigoyen una costa más urbana, con acceso vehicular. De Yrigoyen a Paraná una línea más agreste, recuperada para el disfrute de los vecinos y más integrada al entorno natural", concluye.