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Humala no será un Chávez, por ahora

Por Andrés Oppenheimer / El Nuevo Herald (Miami). El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, celebró la victoria presidencial de Ollanta Humala en Perú como "un nuevo amanecer" en Latinoamérica. Pero probablemente habló demasiado pronto: al menos por ahora, Perú será un país mucho más centrista y económicamente abierto al mundo de lo que le gustaría a Chávez.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, celebró la victoria presidencial de Ollanta Humala en Perú como "un nuevo amanecer" en Latinoamérica. Pero probablemente habló demasiado pronto: al menos por ahora, Perú será un país mucho más centrista y económicamente abierto al mundo de lo que le gustaría a Chávez.

Puede que Humala, quien --al igual que Chávez-- es un ex militar golpista que viene de la izquierda nacionalista, a la larga siga los pasos del presidente venezolano y se convierta en un autócrata. Pero por el momento, no creo que eso ocurra.

Hay muchas cosas parecidas entre los dos hombres, pero también muchas diferencias. Empecemos con las semejanzas: además de sus historias personales, ambos arrancaron con un discurso conciliatorio, y prometiendo cumplir sólo un período en el poder.

Al igual que Humala, Chávez prometió poco antes de su victoria electoral de 1998 que iba "a dejar el poder dentro de cinco años". Y después de su victoria electoral de 1998, Chávez pidió "hermandad y fraternidad" entre todos los venezolanos.

"El día después de su victoria de 1998, Chávez parecía una mezcla de Jefferson y Roosevelt", me dijo María Corina Machado, una congresista y líder opositora en Venezuela. "Sonaba como un estadista, y su discurso conciliatorio suscitó expectativas muy favorables".

En el caso de Venezuela, resultó ser una estrategia de Chávez para ganar tiempo, consolidarse en el poder y luego empezar a desmantelar gradualmente las instituciones democráticas del país. Poco a poco, Chávez cambió la constitución, cerró el Congreso, desmanteló el sistema judicial, reprimió a los medios independientes y politizó las fuerzas armadas.

Pero hay grandes diferencias en las circunstancias que rodearon el ascenso a la presidencia de ambos hombres. Entre otras:

►Durante su campaña de 1998, Chávez prometió convocar un referéndum para cambiar la "moribunda" Constitución de Venezuela y reemplazar al Congreso. Humala, tras haber barajado inicialmente ideas parecidas, al final de su campaña prometió reiteradamente que no cambiará la constitución.

►Mientras Chávez ganó su primera elección prometiendo grandes cambios en medio de una crisis económica, Humala fue electo en un país que goza de prosperidad, con una economía floreciente, baja inflación y un nivel récord de inversiones. Humala ganó porque muchos peruanos sentían que no se estaban beneficiando lo suficiente de la prosperidad del país, y no 1397059140como en el caso venezolano1397059140 porque sintieran que el país estaba yendo en una dirección equivocada.

►Mientras que Chávez ganó por un amplio margen en 1998, con 16 por ciento más de votos que su rival más próximo, Humala ganó con una ventaja de menos del 3 por ciento. Esa diferencia no le confiere un mandato para introducir cambios radicales.

►Mientras que poco después de ser elegido en 1998 Chávez reemplazó el Congreso por uno lleno de sus simpatizantes, Humala tendrá que gobernar con una minoría de 47 bancas en el Congreso unicameral peruano, que tiene 130 escaños. El presidente electo de Perú necesitará el apoyo de los 21 legisladores del ex presidente de centro-derecha Alejandro Toledo para conseguir una mayoría parlamentaria.

En una entrevista telefónica, Toledo me dijo que su respaldo a Humala durante la reciente campaña "no fue un cheque en blanco". "No respaldaremos ningún intento de destruir el sistema democrático", advirtió.

Mi opinión: por el momento, Humala no será un Chávez. Eso podría cambiar en el futuro si los precios mundiales del petróleo se disparan y Venezuela empieza otra vez a gastar fortunas para comprar lealtades políticas en la región.

Por ahora, es probable que haya un nuevo amanecer en Latinoamérica, pero será protagonizado por una segunda generación de líderes izquierdistas moderados que no adoptarán las recetas totalitarias y ahuyentadoras de capitales de Chávez.