Hugo y Cristina: el enemigo de mi enemigo es mi amigo
*Por Mariano Grondona. El jueves 17 de marzo un Hugo Moyano enojado por el manejo poco claro que la Cancillería habría dado al exhorto en el que la justicia suiza demandaba aclaraciones sobre un presunto lavado de dinero de la empresa Covelia, cuya titularidad se le atribuye, anunció que el lunes 21 de marzo iba a encabezar una gigantesca manifestación frente al balcón de la Casa Rosada, en la Plaza de Mayo.
Parecía una inminente declaración de guerra de Moyano contra Cristina Kirchner, su "hermana-enemiga". Sin embargo, el viernes 18 de marzo, Moyano dio una brusca marcha atrás. Ahora el acto de la CGT está anunciado para el próximo 29 de abril, en un clima político exactamente inverso al que reinaba el 17 de marzo, un clima de renovada hermandad entre Hugo y Cristina, que se reunieron cordialmente anteayer y que vienen de avalar tanto el trámite que ahora acepta el Gobierno para subir el mínimo no imponible que reclamaba el sindicalismo como la moderación del propio Moyano al pedir un aumento de salarios del 24 por ciento contra el 30 por ciento del que el sindicalismo estaba hablando.
¿Qué había pasado entre el 17 y el 18 de marzo? Las principales reuniones de la cúpula kirchnerista siempre han sido secretas. Nadie sabe, por ejemplo, de qué hablaban Néstor y Cristina. No se ha publicado tampoco de qué hablaron el titular de la CGT y el ministro Julio De Vido entre el 17 y el 18 de marzo en el encuentro al que siguió el súbito repliegue de Moyano desde la discordia hasta la concordia con la Presidenta. Lo que sí se sabe es que, después de este acercamiento entre ambas partes, mientras el sindicalismo bloqueaba la salida de Clarín y demoraba la salida de La Nacion el domingo pasado, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, cubría este gravísimo atentado contra la libertad de expresión, desobedeciendo abiertamente una orden judicial en contrario y despreciando acto seguido a las comisiones del Congreso que le exigían explicaciones por su comportamiento ilegal, lo cual provocó el repudio casi universal del arco político opositor.
Si bien el secreto sigue nublando las decisiones oficiales, la coincidencia entre Garré y Moyano es reveladora. ¿Qué la hizo posible? Que Hugo y Cristina habían encontrado el bien inapreciable de una diagonal: la diagonal de un enemigo en común.
La diagonal
Bismarck decía que la tarea del político es "buscar la diagonal de las fuerzas". El astuto De Vido y el impetuoso Moyano aplicaron esta consigna al decidir que tenían, después de todo, un mismo enemigo: el periodismo independiente. Y ya se sabe que, en las arduas arenas de la lucha política, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Sin embargo, al apuntar cada uno desde su puesto de combate al mismo enemigo, Cristina y Moyano pretendieron distorsionar el papel del periodismo. Para ambos, el periodismo es siempre militante. Si milita a favor del Gobierno, como lo hacen los periodistas y los empresarios periodísticos financiados desde la Casa Rosada, es oficialista. Si milita contra el Gobierno, es opositor. Esta tajante división ignora el verdadero papel del periodismo independiente, cuya función en democracia es la crítica pero no la oposición .
Hay un abismo entre ambos conceptos. Ejercer la crítica es el deber del periodismo independiente frente a cualquier gobierno, de la índole que sea, porque el llamado "cuarto poder" no es en rigor un "poder" en el mismo plano que el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, sino un contrapoder cuya misión es prevenir y contrarrestar los excesos del Gobierno, tan comunes en una "democracia autoritaria" como todavía es la nuestra, para concretar esa república equilibrada a la que debe tender nuestra república imperfecta en salvaguardia de la libertad de los ciudadanos, hoy amenazada por el Leviatán estatal. Para ilustrar esta distinción basta con advertir cómo se comportan los pretendidos "periodistas" del oficialismo, que han escogido sin rubor el rol de la militancia progubernamental para ser no ya periodistas, sino propagandistas al servicio del Leviatán.
Esta desviación conceptual del cristinismo al suponer que "todo" periodismo es militante contiene además una trampa al tentar a los periodistas independientes hacia el barranco de un periodismo "opositor". También los opositores, perfectamente legítimos en una democracia republicana, utilizan la crítica para cuestionar al Gobierno. Pero en éstos la crítica es sólo un "medio" porque, ayudados por ella, se proponen ante la ciudadanía como un gobierno alternativo al que ella podría preferir en la próxima elección. Nada de esto ocurre con el periodismo independiente, para el cual la crítica no es un medio para llegar al poder, sino un fin en sí mismo cuya misión es contener al poder, sea quien fuere el que lo ejerza, en aras del equilibrio republicano. Por eso es fácil que los políticos puedan confundirse cuando coinciden con las críticas periodísticas al oficialismo si no advierten que, si bien los periodistas y los opositores pueden coincidir en un tramo del proceso político, los verdaderos periodistas se alejarán inmediatamente de esta coincidencia, en resguardo de su vocación, cuando los opositores se conviertan en los portadores de un nuevo oficialismo.
¿"Menos" es "más"?
¿Por qué Hugo y Cristina han coincidido en elegir al periodismo independiente como su adversario común? Porque, debiendo haber sido su adversaria la oposición, ésta, por ahora, no existe. Esta debilidad, esta fragmentación de los opositores seis meses antes de la elección presidencial, ¿es acaso irreversible? No necesariamente. A medida que se acerca el 23 de octubre, en efecto, hay cada vez "menos" y no "más" candidatos opositores. Hoy comienzan las elecciones primarias del Peronismo Federal. Ayer, nomás, esas elecciones contenían cuatro precandidatos presidenciales: Alberto Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Mario Das Neves y Felipe Solá. Pero esta contienda, que era "cuatripartita", se ha vuelto a partir de hoy "bipartita" porque, en tanto que Das Neves no participará en ella después del engorroso escrutinio de Chubut, que, aunque probablemente termine por darle la victoria, le tardará en llegar, Solá se ha enredado por su parte en una nube de vacilaciones. De cuatro candidatos a dos: sólo quedan, en el Peronismo Federal, Rodríguez Saá y Duhalde.
Con el alejamiento del senador Ernesto Sanz de la interna radical que había sido prevista para el 30 de este mes, por otra parte, y no siendo tampoco el vicepresidente Julio Cobos de esta partida, sólo Ricardo Alfonsín parece haber quedado en representación del radicalismo. En el lugar de los tres precandidatos radicales que había, queda sólo uno. Sumemos entonces: antes de ahora, el Peronismo Federal y el radicalismo, sumados, albergaban siete candidatos. Pero ahora sólo quedan tres, y cuando expire el plazo de las internas del Peronismo Federal, esta cifra se reducirá a dos. Fuera del Peronismo Federal y el radicalismo aún quedan otros tres precandidatos, Mauricio Macri, Elisa Carrió y Pino Solanas, cuya participación definitiva en la carrera presidencial es todavía incierta.
La cuenta de los candidatos opositores se ha reducido entonces de los diez originales a entre dos y cinco. Esta reducción, ¿favorecerá o debilitará a la oposición? Menos , en este caso, ¿equivaldrá a "menos" o a más en la lucha por el poder? Si el objetivo de la oposición es buscar al candidato no kirchnerista ideal, le será difícil encontrarlo.
Pero si la prioridad es detener al kirchnerismo, cuantos menos sean los candidatos que se le opongan, mayores serán sus posibilidades. En tal caso, "menos" equivaldrá a "más".