Hoy somos todos Japón
* Por Arturo Lafalla. El autor propone que los argentinos aprendamos de las enseñanzas del desastre japonés.
El horror reflejado en imágenes y testimonios que hemos visto en estas últimas horas se parece mucho más a la ficción que vemos reiteradamente en el cine que a la realidad. Un solo atenuante -duro pero cierto-: es en Japón y éste queda al otro lado del mundo.
Pero la humanidad es una sola y pese a nuestras veleidades, formamos parte de ella.
Innegable y casi obvia la solidaridad del sentimiento.
Seguramente poco o nada podemos hacer por las víctimas y por ese lejano, poderoso y frágil país, pero sí podemos hacer algo por nosotros aprendiendo del sufrimiento ajeno, para que no sea inútil; y esa me parece una forma de solidaridad mucho más constructiva.
No tenemos ni terremotos ni tsunamis, pero sí problemas y de la más variada índole, que a muchos les ocasionan padecimientos y desamparos parecidos a los que provocan esos desastres naturales.
Es legítimo y bueno que tengamos diferencias, aún profundas, sobre quiénes nos deben gobernar, y que entonces dediquemos tiempos a elecciones de la más variada índole; o que tengamos diferencias de cómo resolver la inseguridad, o la mejora de nuestro sistema educativo, o la conflictividad entre los que reclaman por sus derechos y el funcionamiento normal de una sociedad, y que dediquemos a ello tiempo.
Sin embargo, lo que no suena sensato es que dediquemos todo el tiempo a ello y ninguno o muy poco a afrontar juntos -como seguramente lo hará la sociedad japonesa- los efectos de nuestros "terremotos o tsunamis".
El desastre que contemplamos de lejos, tarde o temprano traerá efectos que nos llegarán. Lo mismo pasará con la conflictividad en Egipto o Libia. Por ende, ya tendríamos que estar unidos pensando en ello. Las grandes adversidades los países, los seres humanos, tienen mayores posibilidades de superarlas si lo hacen juntos.
Como hoy los japoneses, nosotros también necesitamos estar más cerca, bajando los decibeles de nuestras legítimas diferencias, para afrontar las grandes adversidades con mayores probabilidades de éxito.
Si hiciéramos algo parecido estaríamos logrando que el gran dolor de aquel pueblo lejano no fuera del todo inútil; una nueva forma de aprendizaje de la solidaridad, de ser Japón hoy.
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.