Horacio Ruíz, el narco abogado: crónica de un feroz crimen que estaba anunciado
Era la oveja negra en una familia de abogados grosos, quiso demostrarles que tenía alas para volar alto hasta que se las cortaron en el hogar al cual nunca debió haber regresado.
Marcelo era el primo de Horacio, estuvo en la SIDE durante los 90 nada menos que en la secretaría privada de Hugo Anzorreguy. Hasta que el menemismo lo envió como delegado a Londres, había aspectos que conciliar con el Reino Unido cuando los resquemores post Malvinas entre ambos países aún estaban vigentes.
Pero a Horacio Ruíz no le llamaban las grandes empresas y menos si son anónimas. No fue víctima de bullying familiar aunque Horacio lo sentía así. Al hombre no le seducían las luces de las Relaciones Internacionales ni del espionaje de Estado, le llamaban más las noches de juerga y hasta terminar la carrera de abogado le costó más de la cuenta.
En una de esas noches conoció a Noelia y se enamoró de ella. Le dijo que podrían formar una familia, pero ella debería abandonar ciertos vínculos, entre ellos sus amistades con gente pesada de la zona de San Martín. Antes estaba la banda llamada "Los Gardelitos", después transformada en "Los Sorias".
Era una especie de apuesta en pareja. Horacio haría una vida más familiera y calma lejos de la noche, y Noelia tendría una carrera universitaria que antes ni se le había ocurrido.
La familia de él le proveería contactos para que Horacio pudiera atesorar una sólida cartera de clientes, y algún socio experimentado.
Así llegaron hasta el manejo de la situación de unos de los narcos más fuertes de este siglo, "Don Lucho" Caicedo Velandia, un capo mafia en el mundo de las drogas que como otros de su generación no querían terminar como Pablo Escobar.
Estos hombres llegan a una edad (40/50 años) en las que después de acumular fortunas y asesinatos quieren retirarse y disfrutar el dinero mal habido. Saben que debajo de ellos existe una línea de sucesores que pretenden quedarse con su imperio y no tienen pruritos en asesinarlos, como "Don Lucho" hizo antes con sus jefes.
Caicedo Velandia negoció con la DEA una entrega consensuada en Buenos Aires, le entregaría parte de su fortuna al tesoro norteamericano y a su Colombia natal (con lo que le quedó viven sin sobresaltos sus descendientes), lo extraditarían a Estados Unidos siempre guardando la apariencia que fue detenido, y no que acordó su entrega.
El día "D" fue en el local "Zara" del shopping "Alto Palermo". "Don Lucho" estaba con un guatemalteco y con Horacio Ruíz.
Lo demás fue una ficción, hoy Caicedo Velandia está libre en Estados Unidos, tiene una identidad sustituta de testigo protegido, y hasta da conferencias antinarcóticos en universidades.
Horacio Ruíz cobró mucho dinero por esa gestión, pero no les reconoció a sus socios de entonces la parte que les correspondía.
Después vinieron otras defensas del mundo narco, que le estaban gustando de más. Entre tanto Noelia asesoraba a sus viejos amigos de "Los Soria" y otras bandas pesadas de San Martín.
Por ahí ocurrió algo de esas promesas incumplidas, y ya entre sus ex socios de los días de Don Lucho y los nuevos clientes a los que se les prometió lo imposible de cumplir, las presiones sobre el abogado se hicieron intolerables.
Abandonó la casa paterna de Villa Devoto y se "exilió" provisoriamente lejos de la mirada de sus perseguidores. Horacio y Noelia estuvieron en Bariloche un buen tiempo, hasta que el padre de ella enfermó grave y tuvieron que regresar a Buenos Aires.
La casa de Villa Devoto no era el lugar aconsejable para alojarse porque era por todos conocida esa vivienda.
Ellos creían que el temblor había pasado. Lo que hoy se especula no es más que eso, especulaciones.
Si todos los ajustes de cuenta resultan infalibles o no, es secundario. No es la primera vez que alguien contrata un grupo de barrabravas que no son duchos en matar con la infalibilidad de los sicarios profesionales. Pero también es cierto que lo que se pretende es dañar y no pasar al Guiness de la efectividad total.
Ni bien se supo de su muerte todos quienes conocían su historia no se sorprendieron. La justicia dejará pasar algunos días antes de hacerle a la viuda algunas preguntas que quizás ayuden a esclarecer esta crónica de un ajuste anunciado.