Historias de princesas
* Por Mike Corder. Sacarle piojos de los cabellos a chicos en edad escolar no es una forma demasiado ortodoxa de ganarse el corazón de la gente, pero le funcionó a la ex ejecutiva bancaria nacida en Argentina que podría ser la próxima reina de Holanda.
Ahora que se prepara para su nueva vida, Kate Middleton podría seguir el ejemplo de la princesa Máxima acerca de cómo sortear la transición de plebeya a la realeza.
El compromiso hace diez años del príncipe heredero Guillermo Alejandro con una hija de un hombre que fue alto funcionario durante la dictadura militar argentina de 1976-1983 parecía un regalo caído del cielo para el movimiento republicano que quiere abolir la monarquía en Holanda.
La princesa Máxima -su nombre real es Máxima Zorreguieta-, sin embargo, ayudó a acercar a la monarquía a la gente. Recientemente encabezó una encuesta para determinar cuál es la figura de la realeza más popular, superando incluso a la reina Beatriz y a su esposo.
UNA RARA COMBINACION
La popularidad de Máxima, quien tiene 39 años, y de otras princesas de Europa se ha beneficiado gracias a un combinación muy estudiada de cosas ordinarias -una fue periodista, otra agente de bienes raíces y también hay una madre soltera- con la elegancia y la gracia que se espera de la realeza. Ocupan constantemente las tapas de revistas de chismes, pero tratan de vivir una vida lo más normal posible, resguardando su privacidad.
Máxima, por ejemplo, inspecciona una guardia de honor un día y al día siguiente colabora en una campaña contra los piojos en la escuela de sus tres hijas, revisando los cabellos de los estudiantes.
Máxima y la princesa María de Dinamarca, nacida en Australia, se hicieron populares en sus países al aprender el idioma. "Nos conquistó de entrada hablando holandés", expresó Marc van der Linden, jefe de redacción de la revista Realeza de Holanda.
Máxima empezó a aprender holandés antes de que su relación con Guillermo Alejandro tomase estado público. Cuando se presentó por primera vez en público tras el anuncio de su compromiso, sorprendió con un holandés perfecto.
Kate Middleton, quien es hoy la duquesa de Cambridge y algún día seguramente será llamada princesa, no tiene que superar la barrera del idioma. Pero se ganó adeptos en Gales al cantar el himno galés durante la dedicatoria de un bote salvavidas.
UN HOMENAJE
Máxima es tan popular en Holanda que este mes se inaugurará una muestra en el antiguo palacio real de Het Loo, en la ciudad de Apeldoorn, para conmemorar sus diez años en el país.
La relación de la pareja floreció rápidamente cuando se conocieron en 1999, en un festival en Sevilla. Por entonces Máxima trabajaba como ejecutiva bancaria en Nueva York. El príncipe heredero, quien tiene 44 años, se presentó como Alejandro y no le impresionó demasiado.
Cuando salieron por primera vez tres semanas después en Nueva York, "me había olvidado de cómo se veía", contó Máxima.
Johan Ter Molen, curador de la exhibición de Máxima, dice que a Kate Middleton le convendría visitar a la princesa holandesa para ver cómo cambiará su vida.
JAULA DE VIDRIO
"El cambio más grande para ambas es que pasan de un ambiente relativamente protegido al candelero y jamás podrán alejarse de él", comentó. "Es como una jaula de vidrio en la que debes permanecer el resto de tu vida".
Máxima parece sobrellevar el acoso de la prensa y el público sin problemas. En su primera conferencia de prensa dijo que el futuro rey era por momentos "medio bobo", pero eso fue visto como algo simpático.
"El que lo haya dicho en un buen holandés y con sentido del humor le cayó bien a mucha gente", comentó Van der Linden.
Como casi todos los aspectos de su vida como princesa, no obstante, incluso ese comentario aparentemente espontáneo había sido preparado con la asesoría de los consejeros de la Casa Real, según Van der Linden.
"Originalmente el príncipe heredero debía decirlo, pero decidieron que lo hiciese Máxima para que tuviese más efecto", aseguró.
El comentario ayudó a despejar la tormenta que se había generado cuando Guillermo Alejandro defendió al padre de Máxima, Jorge Zorreguieta, que fue funcionario de la dictadura militar argentina durante la denominada "guerra sucia" en que desaparecieron o murieron miles de personas.
Si bien nadie acusó a Zorreguieta de haber cometido abusos, el gobierno holandés, con el reticente consentimiento de Máxima, envió un delegado a Argentina para informar que el padre no sería bienvenido a la boda.
Máxima es una princesa con los pies sobre la tierra, igual que las princesas de Dinamarca y Suecia, cuyas realezas son un espejo de las sociedades igualitarias de esas naciones. La princesa sueca Victoria se casó con su instructor del gimnasio el año pasado y el príncipe heredero de Dinamarca Federico se casó con la agente de bienes raíces australiana Mary Donaldson, a quien había conocido cuatro años atrás en un bar durante los Juegos Olímpicos de Sydney.
La futura reina de Noruega, Mette-Marit Tjessem Hoiby, era una madre soltera cuando se casó con el príncipe heredero Haakon. El padre de su hijo fue acusado alguna vez de infracciones relacionadas con las drogas y la princesa Mette-Marit se disculpó entre lágrimas ante la nación por sus excesos de juventud.
Los observadores de la realeza dicen que los momentos espontáneos de Máxima, que no han sido preparados, son los que le hicieron ganarse el cariño de la gente: las lágrimas que derramó el día de su casamiento, su cara de horror cuando un enajenado atropelló con un auto a un grupo de personas durante un desfile de la realeza o los saltos de emoción durante una prueba olímpica de patinaje en la que competían los holandeses.
Su popularidad incluso benefició un poco a su esposo, a quien le costó mucho ganarse el afecto de sus futuros súbditos.
"Máxima tiene personalidad. Baila, canta, le da a la familia real cierta alegría de vivir", manifestó Van der Linden. "Guillermo Alejandro era considerado un tipo insulso, sin carisma. Con Máxima a su lado, se ve mucho mejor".