Historia Veloz: rutina, sexo, alcohol y amor
Historias pasadas, presentes y con futuro, contadas por una rubia. Una rubia veloz.
Hoy lo vi, lo crucé en la puerta de nuestra antigua casa, la casa que yo había elegido y en la que creí que seríamos mágicamente felices. Creí que ahí se solucionarían los problemas que habíamos tenido, que por fin seriamos una pareja feliz. Pero no, no lo fuimos. Lo vi bajando de un auto con alguien más, con bolsas del super como quien está instalado desde hace mucho con alguien en la vida. Hoy lo vi y se me movió el piso, pero para bien, confirmando que no sentía nada, confirmando que nunca sentí nada por él... triste, pero real.
Sentí que había tomado una excelente decisión ese día que el verano se llevo mi amor y con el otoño llegó mi liberación. Así mientras las hojas morían, yo renacía. El verano se despedía sin cerrar la puerta a nuevas oportunidades.
Ese mismo verano era el que me había acercado a un viejo amor, que irónicamente había llegado con seis veranos atrás. Que había tenido su ocaso en un otoño y que había reaparecido en un invierno cuando yo ocupaba con mi visión de hoy otra casa, de la que nos fuimos cuando buscábamos una felicidad que creíamos posible. Hoy lo recordé, ya no lo hago tan seguido. Me costó dejarlo, me buscó.
Me busqué, lo busqué. Siempre nos encontrábamos, pero a destiempo. Mis tiempos no eran los suyos. Y los suyos no eran los míos. Mis peores demonios se llevaban a la perfección con los suyos. Mis borracheras eran mejores con él...
Las suyas eran su motivo para amarme. Y a mí me divertía. Hasta que me amó sobrio. Y ahí ya no quise más borracheras con él. Ni nada con él. Necesité liberar mis demonios en otra parte, en otros brazos. Sin saber que, paralelamente, había comenzado a liberar también a mis ángeles en los brazos de un amigo. Un amigo con quien hoy comparto mi vida.
Hoy lo vi, con esa chica, en la puerta de aquella casa y entendí que la decisión que tomé en el fin de aquel verano fue la mejor. Que sino, no estaría compartiendo esta casa, con mi amigo, el que libera mis ángeles y contiene mis demonios. El que conoce cada parte real de mi y sin embargo, me ama. Me ama sobrio y amo que lo haga. Porque yo también lo amo, en todos los estados.